EL PAíS › OPINION

El momento justo

Por Eduardo Aliverti

No había forma de que no pasara lo que pasa. Salvo que se esté loco y se piense que hay una infección desatada desde estas pampas y no una epidemia generalizada, que desataron, mucho antes que las corrupciones del Sur, los laboratorios del Norte.
Ningún conservador lúcido visualizaría de manera segmentada la conmoción regional. Quienes lo hacen toman un atajo para escapar, momentáneamente, de lo obvio: estalla en América latina la fantasía de bienestar y desarrollo que el neoliberalismo esparció durante más de dos décadas, con la complicidad activa de las castas dirigentes de cada país, la sumisión de sus desconcientizadas clases medias y el pánico de los sectores populares.
La combinación de esos factores, con su proceso previo de terrorismo de Estado, es imprescindible para asimilar que haya sido posible esa alucinación colectiva en el patio de atrás. Pero la causa estructural mayor debe ser interpretada desde las sacudidas en el epicentro. Porque allí también estallan las burbujas, y los signos de fortaleza del capitalismo son, en todo caso, tan potentes como los de su profunda crisis.
La Argentina primero; Brasil y Uruguay ahora, más el resto al borde, tienen la pinta de ser un síntoma: se acaba la anestesia general. Sería intolerable que nuestros países no aprovechen esta oportunidad histórica. Está servida en bandeja la lección definitiva de cómo nos ha ido por seguir pie juntillas las recomendaciones de esos bandoleros con forma de fondos monetarios, bancos mundiales, organismos de crédito, consultoras, núcleos de inversión. Pero como si fuera poco hay el espejo de cómo les está yendo a ellos mismos.
Si esto no sirve para reintentar la conformación de un bloque regional que se haga monolítico contra las pretensiones norteamericanas; si no sirve para integrar las economías de la región; si no sirve para articular el comercio e impedir la consumación del ALCA; si no sirve para recrear el papel del Estado, aunque más no fuere como regulador de los desequilibrios sociales; si no sirve para avanzar hacia un Mercosur que armonice a las pequeñas y medianas empresas y no a las corporaciones transnacionalizadas... pues bien: habrá que pensar que no hay más nada que hacer, al menos con perspectivas de éxito, por varias generaciones.

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