EL PAíS › ENTRE EL TIMIDO INTENTO POR REACTIVAR Y EL MIEDO POR EL DOLAR

Solo una rendija en el corralito

El Gobierno apuntó ayer a varios objetivos a la vez, y probablemente no consiga ninguno. Quiso conformar a los ahorristas dándole movilidad a los depósitos, pero las medidas no permiten compras importantes con esos fondos. Pretendió impedir una fuga hacia el mercado cambiario, pero no consiguió bloquear la compra de dólares con cheques. El punto más difícil para el Gobierno sigue sin solución.

 Por David Cufré

Tal era el temor al cacerolazo y tan difícil lo que se tenía que comunicar que el Gobierno dispuso ayer la flexibilización del corralito sin anuncios oficiales. No hubo discurso por cadena ni conferencia de prensa, dado que la experiencia enseña que son campanas de largada para las protestas de los acorralados. El Ministerio de Economía apenas entregó un comunicado con las medidas y Eduardo Duhalde concedió un par de reportajes televisivos para ir adelantando, en grageas, lo que iba a venir. A pesar de tantas precauciones, al cierre de esta edición en algunos puntos de la ciudad había vecinos con ollas en la mano.
De los cambios a las restricciones bancarias surgen dos conclusiones. La primera es que ya nadie podrá extraer dólares de ninguna de sus cuentas en esa moneda, al menos que quiera esperar de uno a cuatro años. La opción para recuperar ahora parte del dinero es pasar los depósitos a pesos. Y la segunda es que el límite para pesificar y transferir de un banco a otro es tan bajo que el objetivo de reactivar la economía –por el cual supuestamente se flexibilizaba el corralito– será bastante difícil de cumplir (ver todas las medidas en página 2).
Aunque el Gobierno informó ayer cómo será el corralito de ahora en más, la entrada en vigencia de las modificaciones demorará algunos días. El próximo lunes serán comunicadas a los bancos y recién comenzarán a regir el martes. “No queremos más errores con las resoluciones del Banco Central. La redacción de las normas será revisada por 40 personas”, exageró un hombre de Economía, quejándose de las pifias que, según él, cometió esta semana la autoridad monetaria, al anunciar primero que las deudas por encima de 100 mil dólares había que pagarlas al valor del dólar libre, y corregir después que será al del oficial.
Una de las preocupaciones de quienes tienen la plata congelada en los bancos era poder utilizarla, aunque sea, para comprar bienes. Con la primera versión del corralito, no había restricciones al movimiento de fondos dentro del sistema financiero. Ahora sí las hay. En el caso de los plazos fijos en pesos, se podrán transferir hasta 7000 a caja de ahorro o cuenta corriente en esa moneda, para hacer compras con giros bancarios. En cuanto a los plazos fijos y cajas de ahorro en dólares, se habilita la pesificación de hasta 5000 dólares a la paridad de 1,40, mientras que en el de las cuentas corrientes cuyos titulares sean personas físicas se pueden pesificar hasta 10 mil dólares, también a 1,40.
De todo esto surge que nadie que tenga, por ejemplo, un plazo fijo por 50 mil dólares podrá gastarlos en la compra de un auto o un inmueble por transferencia bancaria. Los montos máximos para adquisición de bienes con giros de una entidad a otra son bajos, y de allí que las expectativas de reactivación queden fuertemente diluidas.
Desde Economía argumentan que tenían que tomar una decisión en la que congeniaran tres elementos contradictorios: aflojar las trabas del corralito para dinamizar la economía, pero teniendo cuidado de no entregar demasiados pesos para que no se dispare la cotización del dólar, y acotando las transferencias bancarias para que las entidades más golpeadas por la fuga de depósitos no sigan sufriendo la sangría. Como había tantas cosas que compatibilizar, lo que pasó es que la ansiada flexibilización es bastante sosa y seguramente dejará a la mayoría más descontenta que aliviada. “Como dice Mostaza Merlo, vamos a ir paso a paso”, graficó ante Página/12 un funcionario del Palacio de Hacienda. La estrategia oficial es ir viendo qué pasa con la cotización del dólar y con los bancos a medida que se abre muy gradualmente el corralito. Si todo sigue bien, es decir, si no se dispara el dólar ni quiebra ningún banco, más adelante habrá una nueva dosis de flexibilidad.
Duhalde destacó como pudo el dato que parece más positivo. Dijo en sus charlas con TN y Crónica TV que “el corralito se flexibiliza en un 80 por ciento”. En rigor, esas son las cuentas que quedaron más inmovilizadas conel corralón, a las que ahora se les da un leve desahogo. Mientras el presidente hacía esa declaración, en la Plaza de Mayo un centenar de policías desplegaban rejas de punta a punta para impedir el paso y se cerraba el acceso por las calles laterales.

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Jorge Remes Lenicov en soledad. El ministro de Economía sigue buscando soluciones que no encuentra.
Ayer se fue Maccarone del Central, pero difícilmente pueda apuntarse como un triunfo de Remes.
 
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