EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER Y LULA ACORDARON ENRIQUECER URANIO DE MANERA CONJUNTA

Una alianza estratégica que pinta bomba

El brasileño llegó en visita de Estado. Firmó 17 acuerdos con Cristina Kirchner, incluyendo uno para constituir una empresa de enriquecimiento de uranio, el proceso necesario para construir la bomba atómica. Hoy, se reúnen en Olivos con Evo Morales.

 Por Fernando Cibeira

Que Argentina y Brasil acuerden la construcción conjunta de un satélite, de un vehículo militar, de un reactor nuclear y hasta de una planta de enriquecimiento de uranio –el proceso que posibilita la construcción de una bomba nuclear– pinta a las claras la etapa que hoy atraviesa la relación bilateral. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su par, Luiz Inácio Lula da Silva, marcaron una y otra vez el carácter “estratégico” que tiene hoy el vínculo para cada país y sólo el reloj evitó que siguieran cruzándose elogios. En Cancillería rogaban anoche que los chisporroteos que hoy pudieran surgir en la cumbre energética en Olivos, en la que intentarán arreglar con Evo Morales el suministro de gas para este año, no arruine todo lo avanzado.

La visita de Lula es la primera realizada en el marco del nuevo mecanismo firmado entre ambos países, que establece que los presidentes se encontrarán cada seis meses. Ayer firmaron la “Declaración de la Casa Rosada”, el 8 de septiembre en Brasilia probablemente suscriban la del Planalto. Cristina Kirchner le adjudicó ayer a una característica de su género femenino que en cada encuentro haya plazos y objetivos claros. Así, como una rareza, puede leerse en la letra chica de los 17 acuerdos que firmaron en qué días se reunirá la comisión que debe arreglar cada punto y cuándo debe concluir su trabajo.

Lula debía llegar a las 11 a la Casa de Gobierno. Pero se atrasó, en medio se largó la lluvia y eso frustró el debut de la recepción de gala para mandatarios extranjeros pensada por Cristina Kirchner en la remodelada Plaza Colón. “La lluvia es de muy buen augurio”, se consoló luego la Presidenta y contó de nuevo que llovía el día que se casó con Kirchner.

En la Casa Rosada los presidentes estuvieron reunidos una hora, se presumía que la mayor parte del tiempo a solas. Lula llegó con un importante equipo de ministros y colaboradores, el gabinete argentino se mostró casi a pleno. Pero los funcionarios se quedaron conversando mientras degustaban el lunch servido al lado del Salón Blanco. Luego, los presidentes salieron del despacho presidencial, firmaron los acuerdos y, por culpa del retraso del cronograma, salieron directo hacia el Palacio San Martín, salteándose lo que se había previsto como el primer discurso del día.

En el palacete de la Cancillería los esperaba un surtido y concurrido salón comedor que ya miraba el reloj de reojo. En la mesa principal se acomodó Néstor Kirchner, en su múltiple papel de primer caballero, ex presidente e inminente jefe del oficialismo.

Lula leyó buena parte de su discurso, pero, como suele ocurrir, lo más sustancioso llegó cuando improvisó. “Señora Presidenta: la alianza estratégica entre la Argentina y Brasil es imprescindible”, definió durante el tramo leído. Después, con encanto, hizo reír cuando recordó que Eduardo Duhalde le había dicho que Kirchner sería el próximo presidente de la Argentina. “Pero, ¿quién es Néstor Kirchner?”, le respondió él entonces. Tocó la vena emotiva cuando recordó “la Argentina desacreditada, la Argentina con problemas que parecían insolubles”. Y exaltó el elogio cuando definió la gestión de Kirchner como “uno de los hitos de la historia de los presidentes de Argentina”.

Cristina Kirchner remarcó “la suerte de encontrarnos en esta etapa militantes de partidos políticos que siempre apostamos a la unidad latinoamericana, que nunca creímos en las hipótesis de conflicto que algunas mentes febriles instalaron en América del Sur”. La Presidenta lo hizo allí y Lula retomó el concepto en distintos momentos del día, que por primera vez desde que se recuerde se espera que una crisis financiera mundial no afecte de manera sustancial a la región. “Esto significa, por sobre todas las cosas, la solidez de los modelos de desarrollo y crecimiento. Es una oportunidad histórica”, concluyó.

Que las hipótesis de conflicto ya no corren en los lineamientos de la política exterior de ambos países –con una larga historia en común pero también de recelos mutuos– quedó evidenciado con el nivel de los acuerdos, que en varios casos incursionan en aspectos en otro tiempo considerados de extrema sensibilidad o estratégicos. Por ejemplo, la tecnología nuclear. Habrá una comisión binacional que apuntará al desarrollo de un modelo de reactor nuclear de potencia que apunta a abastecer los sistemas eléctricos de ambos países. Pero, sin dudas, lo más llamativo fue la “intención de constituir una empresa binacional de enriquecimiento de uranio”, una negociación que debe ser iniciada dentro de 120 días.

Otro punto, el militar. Se creará una subcomisión conformada por los ministerios de Defensa y las Fuerzas Armadas para desarrollar el vehículo “Gaucho” –una especie de jeep con lanzacohetes– que luego pretenden comercializar en todo el mundo. También en defensa, se coordinará el trabajo de la importante empresa brasileña Embraer y el Area Material Córdoba para desarrollar proyectos aeronáuticos.

En el ahora decisivo campo energético, cerraron la construcción de la represa Garabí en el río Uruguay. “Una Yacyretá sin corrupción”, la definían jocosamente en Cancillería.

El energético, claro, será el tema excluyente en el encuentro que los presidentes Cristina, Lula y Evo mantendrán hoy en la quinta de Olivos, donde definirán el reparto del escaso gas boliviano. Los votos eran para que la fiesta terminara en paz.

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Cristina Fernández de Kirchner y Lula firmaron 17 acuerdos bilaterales en la Casa Rosada.
 
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