EL PAíS › PERFIL DE ROBERTO URQUíA

El rey del aceite

El dueño de Aceitera General Deheza combinó cargos públicos y negocios privados durante 25 años sin mayores inconvenientes, pero el conflicto con el campo lo puso contra la pared.

 Por Fernando Krakowiak

Durante 25 años supo combinar cargos públicos y negocios privados como si fuera algo natural. Sin embargo, el conflicto con el campo se transformó en una pesadilla para el senador oficialista Roberto Urquía, quien además es presidente de Aceitera General Deheza, una de las principales exportadoras del país. Hasta hace tres meses era uno de los empresarios preferidos de Cristina Fernández de Kirchner, pero la postura dubitativa que mantuvo frente a la suba de las retenciones apagó su estrella. Primero lo castigaron sacando a su mano derecha de la vicepresidencia de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca), dependencia que maneja los subsidios que otorga el Ejecutivo a productores e industriales. Luego fue vapuleado públicamente por el militante kirchnerista Luis D’Elía y ayer tuvo que renunciar a la estratégica Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara alta, que hasta entonces presidía. Por si fuera poco, su tibieza también le valió críticas de los productores. Eduardo Buzzi, titular de Federación Agraria, lo cuestionó duramente en el acto realizado el 25 de mayo en Santa Fe y por sus campos de General Deheza algunos testigos dicen haber visto sobrevolar un avión fumigador con la leyenda “Urkía traidor”.

Urquía comenzó su carrera empresaria y política en la localidad de General Deheza, al sur de Córdoba. Allí volvió a trabajar luego de recibirse de contador público en la Universidad Nacional de Córdoba. Su actividad pública comenzó en 1980 cuando asumió la presidencia del Club Atlético Acción Juvenil Tiro y Gimnasia. En 1983 empezó su carrera política al ser electo concejal de su pueblo y en 1987 se convirtió en intendente, siguiendo los pasos de su padre quien había ocupado en mismo cargo a partir de 1973, manteniéndolo luego del Golpe de Estado de 1976. En 1991 y 1995 fue reelecto por amplio margen y en 1999 captó la atención de José Manuel De la Sota quien lo puso como candidato a senador provincial, cargo para el que también fue elegido sin problemas.

Su relación con De la Sota siempre fue buena, a punto tal que cuando en 2002 el entonces gobernador cordobés luchaba por ser candidato a presidente, Urquía le financiaba el alquiler del avión Beechcraft 200 con el cuál recorría el país. Eso no le impidió, sin embargo, pasarse a las huestes de Néstor Kirchner cuando el pingüino se terminó quedando con la candidatura y finalmente con el cargo de presidente. En 2003 Urquía fue elegido senador nacional por Córdoba. Allí conoció a Cristina Fernández y gestó su vínculo con la entonces senadora.

Su actividad política nunca le hizo descuidar sus negocios. La Aceitera General Deheza es una de las principales exportadoras de harina de soja. También fabrica aceites, mayonesas y aderezos Natura, Manleys y Cada Día y los jugos Sojola, So Natural y Reddy. Además de la planta de Córdoba, posee un complejo industrial en Aceitera Chabás, en Santa Fe, y una planta en Villa Mercedes, San Luis. Entre sus activos también figura el tren de carga de la ex línea Mitre Nuevo Central Argentino, una red de 5000 kilómetros de vías que unen Tucumán y Buenos Aires, atravesando Santiago del Estero, Córdoba y Santa Fe. En 2006 había declarado una fortuna personal de 156 millones de pesos, que incluía propiedades, numerosos autos, dinero en efectivo, bonos y cuentas bancarias.

Tanto éxito, sin embargo, no le garantizó la felicidad, pues desde que el Gobierno subió las retenciones el pasado 11 de marzo quedó entre la espada y la pared. Primero elogió la medida, pero aclaró que le parecía un exceso que si la cotización trepaba por encima de los 600 dólares el Estado se quedará con el 95 por ciento de cada dólar adicional. Luego llamó al diálogo entre las partes, cuando eso significaba prácticamente alinearse con el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti.

La reacción oficial no tardó en llegar. Su delfín en la Oncca, Jorge Artundo, fue desplazado del cargo, y el pingüino Ricardo Echegaray, designado al frente del organismo, puso la lupa en los subsidios que percibió AGD durante 2007. Enseguida llegó la crítica furibunda de Luis D’ Elía, que a veces oficia de vocero de Néstor Kirchner: “Hoy Urquía es enemigo de los Kirchner, un tipo que creíamos que era un burgués nacional y terminó siendo un chanta”, afirmó el titular de la Federación de Tierra y Vivienda. Los empresarios rurales tampoco le perdonaron su tibieza. Se lo criticó duramente por los subsidios que le otorgó el Ejecutivo y los “escraches” aéreos no tardaron en llegar. Un avión fumigador sobrevoló sus campos con la leyenda “Urkía traidor”.

La primera reacción del senador cordobés fue llamarse a silencio, pues no sabía como salir del brete en el que estaba metido. Sin embargo, el envío de las retenciones móviles al Congreso para su ratificación lo volvió a poner en el centro de la escena y ayer terminó renunciando a la comisión de Hacienda. La actitud de Urquía deja en evidencia una vez más lo volátiles que son las lealtades que logró el kirchnerismo entre algunos empresarios y políticos que siempre se acomodan al mejor postor.

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Imagen: Sebastian Salguero
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