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Escenario insostenible, presagia la Mediterránea

Para la Fundación, Economía infló sus proyecciones del PBI nominal y, por ende, la recaudación posible. Por tanto, el déficit será muy superior al proyectado. Como no hay modo de financiarlo, la emisión para cubrirlo haría saltar todas las variables.

 Por Julio Nudler

El escenario Lavagna es insostenible. Para un lado o para otro, para bien o para mal, la realidad de la economía argentina se apartará drásticamente del sendero que traza Economía. Todo parte de un error de cálculo: las proyecciones del Producto Bruto nominal en pesos están mal hechas. Como lo inflan considerablemente, en los hechos la recaudación será inferior a la prevista y el déficit mayor, sin que haya crédito para financiarlo. Si se lo cubre con emisión, ni el dólar valdrá lo que espera el ministerio, ni la inflación será la pronosticada. Esta es la dramática conclusión a la que llega Ieral-Fundación Mediterránea tras analizar los datos macroeconómicos “contradictorios” entre sí –según los califica– difundidos el martes 17 con el proyecto presupuestario y el jueves 19 con el informe sobre el PBI del segundo trimestre del año. Obviamente, si las predicciones oficiales están mal, lo que están sugiriendo los mediterráneos es que quizá las posibilidades de “vivir sin el Fondo” no sean las que imagina Roberto Lavagna (ver nota central).
El problema clave está, en este sentido al menos, en la estrechez fiscal. En algún momento pudo confiarse en que la devaluación y la inflación resultante le arreglarían las cuentas a Hacienda. Pero en los últimos meses el dólar se quedó quieto (con lo cual no se acrecienta el aporte de las retenciones), los precios suben mucho más lentamente (lo que resiente la base del impuesto inflacionario, captado por ejemplo a través del tributo a las transacciones financieras) y la actividad, aunque aminoró su caída, no crece, y por ende no genera más recaudación. Para colmo, y a pesar del défault, los pagos de intereses de la deuda se dispararían a $ 14.600 millones en 2003, duplicando esa partida de gasto respecto de 2002, y esto sin contar que habrá el año que viene unos 4000 millones de dólares por intereses devengados pero no pagados.
La objeción más decisiva que plantean los autores del informe de la FM -Jorge Vasconcelos, Rodrigo Benítez y Paula Nahirñak– cuestiona el uso de un índice de precios combinados (mayoristas, minoristas) para predecir el Producto Bruto nominal que generará la economía en 2003, partiendo del valor previsto para 2002. Ocurre que el PBI es equivalente a la suma del valor agregado por todos los sectores en un determinado período, y que un componente clave de ese valor agregado son los salarios, remuneración del factor trabajo. Lo que se observó este año es un violento cambio de precios relativos (otra manera de decir que el salario real se desplomó). Por tanto, extrapolar el Producto nominal mediante un índice de precios conduce a sobreestimarlo.
En concreto, el número que da el proyecto presupuestario para 2003 es de $ 533.726 millones, y estaría inflado en $ 86.796 millones si se supone un escenario inercial, en el que se mantienen las actuales tendencias de los precios y del nivel de actividad. Pero el desvío del año próximo se monta sobre otro del actual. El presupuesto estima el PBI nominal de 2002 en $ 356.979 millones. Sin embargo, dos días más tarde, al informar sobre el Producto anualizado del segundo trimestre, Economía dio un valor de $ 333.771 millones. Para que a partir de este guarismo pueda alcanzarse el anual consignado en el presupuesto, los precios al consumidor (IPC) tendrían que subir 8 por ciento mensual hasta fin de año, y los mayoristas deberían hacerlo a un ritmo del 10 por ciento. Pero sucede que Economía espera una inflación mensual de 2 puntos.
A los fines prácticos, estos errores acumulativos que señala la Mediterránea conducirían a que en 2003 no se recauden $ 76.779 millones sino 66.400 millones y que, al contar los garbanzos, restando lo transferido a las provincias, la Nación se encontraría con que sólo aumentó en $ 10.950 millones sus recursos respecto de 2002. Congruentemente, el déficit no será de 3223 millones, como augura el proyecto presupuestario, sino de 8540 millones. Una fuerte mejora de la capacidad recaudadora del Estado o un recorte implacable del gasto podríanevitar ese resultado, pero si nada de esto ocurriese, la emisión necesaria para sufragar el déficit trastornaría todo el escenario inercial.
Ese déficit corresponde a un superávit primario (antes de computar el pago de intereses) que sólo alcanzaría a solventar un 43 por ciento de los servicios de la deuda, aun manteniendo la cesación de pagos en sus términos actuales. La Argentina presenta la paradoja de un país con un amplio superávit externo, al que por tanto le ingresan los dólares necesarios para atender su endeudamiento, pero cuyo sector público no ahorra pesos suficientes para comprar esas divisas y cancelar sus obligaciones. Por tanto, o los organismos le prestan para que pague, o amenaza no pagarles.

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