EL PAíS

Cuestionamientos a la propuesta

Victor Abramovich *.
“Control social”

“La propuesta de crear un servicio social obligatorio en el ámbito de las Fuerzas Armadas es por demás preocupante, ya que las circunstancias que motivaron la eliminación del servicio militar obligatorio están aún hoy plenamente vigentes: las Fuerzas Armadas no pueden garantizar el cuidado de quienes tienen a su cargo –tal como lo demuestra la muerte del soldado Segundo Cazenave– y no han logrado profesionalizarse para cumplir con la misión que el marco legal les otorga, que es la defensa de las agresiones externas. Resulta una ironía que el general Brinzoni, que aún no ha rendido cuentas ante la Justicia por la masacre de Margarita Belén, y el ministro de Defensa que ampara a los represores de la última dictadura militar, pretendan que el ámbito castrense puede ser un espacio de contención social. La injerencia castrense en asuntos que no competen a la defensa nacional es inadmisible. Un servicio solidario integrado a la política social debería ser fijado e implementado por las instancias competentes del Estado y no por las Fuerzas Armadas. De lo contrario, nos alejaríamos aún más de la definición de una política de defensa nacional y de un rol para las instituciones castrenses en la vida democrática. La propuesta reitera un mecanismo institucional de vieja data que apela a las Fuerzas Armadas como instrumento de control político y social interno en contextos de alta conflictividad.”
* Director ejecutivo del CELS.

Juan Carr *.
“Obligatorio, no”

“Es difícil relacionar el concepto de obligatoriedad a la cultura de la solidaridad, del prójimo y del necesitado. Crear un servicio social obligatorio como forma de contención y de recreación de los lazos comunitarios ante la crisis económica y social no es el camino. La forma de contención social óptima para los jóvenes es la posibilidad de un estudio y un trabajo digno. Esa es mi apuesta. Hay lugares del país, sobre todo en el interior, en los que las Fuerzas Armadas trabajan muy bien en lo social a nivel comunitario. Creo que eso es bueno, pero no tiene nada que ver ni con la juventud ni con lo obligatorio. Tampoco estoy de acuerdo con ciertos proyectos de que la cultura solidaria se convierta en una materia obligatoria en los colegios porque es a partir de la propia voluntad y de la libertad que tanto los jóvenes como el resto de la sociedad pueden decidir dedicar su esfuerzos a la solidaridad. Nosotros recibimos bien el hecho de que la solidaridad sea un tema que se debata, pero cuando aparecen este tipo de propuestas que no dejan nada en claro estamos preocupados por cómo van a ser y qué van a implicar. Desde ya, sólo la palabra obligatorio suena demasiado fuerte. Mi primera sensación es que este es un debate importante pero no prioritario. Los que estamos en esto tenemos otro tipo de debates: los 18 millones de pobres, el hambre, la desocupación y la educación.”
* Titular de Red Solidaria.

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