EL PAíS › OPINION

Indigno por causa de indignidad

Por Juan De Wandelaer *

No debería llamarnos la atención que el general Brinzoni rinda honor a Galtieri, ya que está directamente implicado en la represión ilegal durante la última dictadura, específicamente en la masacre de Margarita Belén. Tampoco debería llamarnos la atención que parte de su tropa haya participado de esta rendición de honores a un asesino que murió impune. El nefasto sistema de obediencia debida sigue funcionando muy bien dentro de las Fuerzas Armadas, basta recordar un reciente sondeo de opinión en su seno que demostró que una mayoría de uniformados todavía justifica el último golpe. Sin embargo, es preocupante que no haya más militares como el extinto D’Andrea Mohr, sobre todo cuando algunos políticos proponen que las FF.AA. vuelvan a tener un rol protagónico para “ordenar” la sociedad.
Ahora, tenemos que ver si el gobierno de transición decide tomar también una medida de transición, que las FF.AA. de un cuerpo autónomo y cavernícola se conviertan en un cuerpo subordinado al poder político civil, echándolo de una vez a este general prehistórico (hasta tanto no sean abolidas, como debería ser, ya que únicamente sirvieron en el transcurso de la historia a masacrar a quienes supuestamente debían defender, desde los pueblos originarios hasta los obreros de la Patagonia Rebelde, sin olvidar a los miles de desaparecidos).
Brinzoni es “indigno por causa de indignidad” de estar al frente del Ejército, como le dijeron –en su peculiar prosa castrense– militares belgas a dos jóvenes objetores de conciencia al servicio militar obligatorio, miembros como yo de la IRG (Internacional de Resistentes a la Guerra), en un Consejo de Guerra en Bruselas al principio de los años treinta. Recuerdo que en abril de 1982, la IRG invitó a Londres a uno de los pocos argentinos que se oponían a la guerra de Malvinas, Adolfo Pérez Esquivel, para coordinar acciones contra esta locura, entre no violentos y pacifistas ingleses y argentinos. La IRG conocía a Pérez Esquivel desde muchos años atrás, por su lucha a favor de los derechos humanos. El gobierno británico le negó la visa para entrar al país. Viajó entonces a otras partes de Europa, con el mensaje de los organismos de Derechos Humanos: “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”. Pero bueno, Brinzoni es un patriota, y rendir honor a otro patriota muerto, aunque fue un criminal, ha de ser un acto de patriotismo en un país donde todos, desde la derecha a la izquierda, cantan fuerte y en alto “juremos con gloria morir”, no “con gloria vivir”, que sería mucho más noble y sensato.
* Miembro de la IRG y militante del Equipo Buenos Aires del Servicio Paz y Justicia (Serpaj).

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