EL PAíS › OPINION

Teoría de la conspiración

 Por Luis Bruschtein

Por lo general, la idea de la conspiración atenta contra la discusión política. Transforma un proceso político en un hecho militar o policial. Para el periodismo también es más sustancioso el hecho policial que el político. La conspiración trata de explicar fenómenos sociales o ideológicos por vía de la acción detectivesca. Infiltrados, espías y traidores suelen ser los personajes favoritos para depositar la bronca por un fracaso político, sin necesidad de cuestionar los conceptos que lo provocaron. También son personajes ideales para desprestigiar procesos políticos opuestos y estas explicaciones suelen ser divulgadas con igual entusiasmo por los servicios de seguridad. Y al periodismo le encanta descubrir una trama de espionaje y traiciones. También suele ser la explicación más fácil de procesos complejos que muchas veces no se conocen.
Por eso no es extraño que para muchos, la idea de que la conducción de la guerrilla estuviera infiltrada, explica su historia. Y las detenciones de Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja y el pedido de captura de Mario Firmenich en Barcelona parecen apuntar en ese sentido.
El problema es que si la derrota de una organización guerrillera obedeció a que había un infiltrado, entonces cualquiera puede pensar que si todo se repitiera igual, pero aumentando las medidas de seguridad, las cosas hubieran sido diferentes. En el caso de una concepción militarista resulta perfecto porque encuentra una explicación y una resolución dentro de su lógica. No solamente no la cuestiona, sino que la profundiza. Es decir, con esa explicación no se avanzó un centímetro para que no se reproduzca el mismo proceso.
Las versiones sobre la infiltración en Montoneros existen casi desde el origen de esta organización. Sin embargo, las pruebas que en general se han aportado para sostenerlas han sido bastante circunstanciales y no han alcanzado hasta ahora para una confirmación. En la mayoría de los casos, las evaluaciones periodísticas que apuntan en ese sentido intentan explicar también con esas sospechas algunas de las posiciones de Montoneros que les parecen incomprensibles, con lo cual fuerzan sus conclusiones. Y efectivamente, vistas ahora, a la distancia y en el tiempo, muchas de esas decisiones, como la llamada contraofensiva, parecen incomprensibles.
Pero todas las decisiones de las agrupaciones guerrilleras, incluyendo a los Montoneros, tenían una lógica dentro de sus concepciones, incluso la contraofensiva. No hacía falta que uno de los miembros de su conducción fuera un infiltrado para que llegaran a concebir una idea tan despatarrada. Y lo importante es cuestionar esas concepciones y esa lógica.
Esta discusión se dio en un marco muy acotado cuando hubiera sido importante hacerla. Se prefirió poner todo en términos de buenos o malos y enviar ese proceso al pasado. La sensación es que ahora parecería casi una mera preocupación de carácter histórico. Y sin embargo, este país acumula en su presente los rezagos de una historia mal resuelta.

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