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Mecanismos para fijar cuotas a las importaciones desde Brasil

 Por Cledis Candelaresi

La declaración conjunta que los presidentes Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva se aprestan a difundir en las próximas horas intentará dar principio de solución a los recurrentes conflictos comerciales, el punto más sensible de la relación bilateral.
El documento, síntesis formal de una serie de acuerdos a anunciar en esta visita que el mandatario brasileño inicia formalmente hoy, también plasmará la voluntad común de habilitar de inmediato un mecanismo para evitar que la bonanza de un país perjudique al otro inunándolo de productos que lesionen su industria. Ese enunciado general podría habilitar casi de inmediato la aplicación de cuotas a ciertas importaciones brasileñas, algo que los empresarios argentinos piden a gritos y que, hasta el momento, fue imposible de instrumentar sin vulnerar la armonía del Mercosur.
Las medidas ejecutivas a tomar deben estar expresamente contempladas en una norma antes de diciembre, según consensuaron los negociadores de ambos países en las febriles discusiones previas al encuentro presidencial de Buenos Aires y que continuarán luego de este cónclave. Pero según un non paper que sirvió de base a este debate, la herramienta contemplada es la imposición de cuotas a las importaciones (que no se pueda importar por encima de cierto nivel), aunque tampoco se desechan los aranceles móviles (que suben cuando las ventas de un país al otro se incrementan demasiado).
“El Mercosur tal como está sólo le sirve a Brasil”, sentencia Jorge Sorobilla, de TN Platex, sintetizando el juicio común a muchas empresas. Los textileros y productores de electrodomésticos se quejan de estar perjudicados por la competencia de productos brasileños, que siguen siendo muy competitivos frente a los locales a pesar de la dramática devaluación del peso. Si el dólar se ubica por debajo de los 3 pesos, resulta difícil frenar aquel ingreso.
Los empresarios argentinos aseguran que la ventaja de sus vecinos está dada porque éstos tienen acceso a créditos subsidiados y otros numerosos estímulos fiscales que no existen en Argentina.
Para la Cancillería, la denunciada “invasión” de bienes brasileños no existe ya que los industriales argentinos comparan las importaciones actuales desde el vecino del país con las del 2002, cuando éstas estaban muy deprimidas por la crisis, en lugar de hacerlo contra las del 2001, antes del derrumbe. Pero, al mismo tiempo, reconocen que varias clases de hilados y algunos productos de la línea blanca sí están siendo muy perjudicados por la oferta del principal socio del Mercosur.
“Hasta que no tengamos coordinación macroeconómica entre los países, es necesario algún mecanismo de ajuste para evitar que se exporten volatilidades”, dijo a Página/12 Martín Redrado, responsable de las Relaciones Económicas Internacionales del Palacio San Martín. La aludida volatilidad, en esta ocasión, es la depresión del mercado brasileño, que alienta a colocar parte de su producción tras la frontera.
No es novedoso escuchar aquel criterio en Buenos Aires. Lo nuevo es que de hecho lo admita Brasil, renuente a admitir un corsé a su agresiva política comercial. Pero para Lula consolidar el debilitado Mercosur hoy es una prioridad política: desde esta plataforma puede enfrentar más cómodo los planteos hegemónicos de la administración de George Bush. Quizás por esto el Senado brasileño ayer aprobó, tardíamente, una ley que permite crear un Tribunal de controversias del bloque, paso para consolidar la institucionalidad que los otros socios ya habían dado.

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