EL PAíS › TITULAR DE LA CCC, JUAN CARLOS ALDERETE

“Nos convierten en mano de obra barata”

Por L. V.

–¿Por qué ha conseguido tan poco el movimiento de desocupados?
–No creo que sea poco.
–Bueno, están los planes de empleo. Pero no trabajo genuino.
–Nosotros hacemos este balance: en La Matanza los planes sociales generan un ingreso de 180 millones por año, mientras que el presupuesto de la intendencia es de 200 millones. Si no los hubiéramos conseguido, ya se habría prendido fuego el municipio –dice Juan Carlos Alderete. El titular de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) sostiene que entender los subsidios de desempleo poniendo el acento en su aspecto clientelista, como lo hicieron algunos funcionarios esta semana, es tener una mirada corta. Defiende las cooperativas de trabajo con las que los desocupados están haciendo viviendas y obra pública, pero advierte que están lejos de ser una solución de fondo “porque nos están convirtiendo en mano de obra barata”. En diálogo con Página/12, Alderete habló también de la relación de su organización con el Ejecutivo y del enfrentamiento entre piqueteros ocurrido en Tucumán.
–La CCC hizo un reacomodamiento. Durante muchos años fue aliada de la Federación de Tierra y Vivienda de Luis D’Elía, hoy kirchnerista.
–Sí, durante mucho tiempo.
–¿Cinco años?
–Cinco o seis. Al principio era en ocasiones, luego fuimos a una unidad más consolidada, salíamos juntos a todas las protestas, pero cuando asumió Kirchner la situación política cambió: los compañeros de la FTV sostenían que se estaban presentando mejores condiciones y que había que apoyarlo. Nosotros dijimos que había que esperar. A partir de ahí empezamos a hacer cosas por separado. Creemos que primero están las reivindicaciones de nuestros compañeros: como dirigentes, tenemos que responder sectorialmente a los que representamos. Uno puede acordar con algunas políticas del Gobierno, pero lo que no puede hacer un dirigente es olvidarse de los compañeros que él representa. Y en estos últimos dos meses se han agravado las necesidades de nuestros compañeros, por lo tanto primero está eso y recién después vienen las ideas que podamos compartir o no con el Gobierno. Por eso nos diferenciamos, pero no estamos peleados. Tenemos diferencias políticas.
–¿Y la coordinación con el Bloque Piquetero?
–Es ocasional, todavía. Acordamos un programa de reivindicaciones para hacer un planteo unificado. Con quienes tenemos una coincidencia mayor en la visión política de este momento es con la Aníbal Verón, con el sector del compañero Juan Cruz Daffuncio. Con el resto tenemos diferencias que vamos a seguir discutiendo y seguramente también vamos a volver a salir juntos a la calle.
–El Gobierno ha cuestionado que los piqueteros sigan pidiendo planes.
–Pero el Gobierno los está recortando, les sacó el plan a 300 mil personas con argumentos que no tienen validez. El decreto de creación del Plan Jefas y Jefes de Hogar dice que el plan es universal, aunque lo ha dejado de ser. El Gobierno nos ha prometido no dar de baja a nadie y después nos dio de baja. Y sus argumentos son cuestionables, porque cuando los hijos de un desocupado cumplen 18 años el desocupado se queda sin el plan, en el abandono total.
–La CCC no cree que con la propuesta de suplantar planes por emprendimientos vaya a haber más trabajo.
–Nos parece que el dinero que están poniendo en emprendimientos, que es mucho dinero, debería volcarse a reactivar el mercado interno. Hay emprendimientos que pueden funcionar, pero pongamos un ejemplo: los que montan un taller de 20 personas para fabricar pañales no pueden competir con los precios de las grandes empresas. En las fábricas recuperadas hay trabajo real, pero el Estado sólo tiene 700 mil pesos para 200 fábricas recuperadas. Entonces, ¿cómo va a ayudarlas? Pensamos que con la profundidad que tiene la crisis, la apuesta por la economía social, por los emprendimientos, sólo puede funcionar en un país que esté en producción. Nos dan ejemplos de Italia, de España, de países en los que hay una producción mayor que en la Argentina actual.
–¿Y la obra pública?
–Nosotros en La Matanza estamos haciendo el tendido de agua potable. Ahí están trabajando 60 cooperativas desde hace tres meses. Fue un proyecto que propusimos nosotros y es mejor que no tener trabajo. Pero tenemos que decir que no es la solución de fondo, porque nos convierte en mano de obra barata. El tendido es fenomenal para los vecinos de La Matanza, pero es mano de obra barata. La cooperativa donde más ganan los sueldos son de 500 pesos. Y hay que zanjear y hay que hacer una obra que vale un montón de plata con muy pocos fondos. Le reconocemos cosas al Gobierno, pero también decimos que ha hecho anuncios que hasta ahora son simbólicos.
–¿Qué critican?
–Que no se reactivó el mercado interno con un aumento para los trabajadores, aumento de los planes sociales, créditos para las pymes, que son las que generan trabajo genuino. Para eso hay que tocar intereses muy poderosos. Si Kirchner no se apoya en el pueblo para tomar esas medidas contra esos intereses ni siquiera va a poder paliar la situación. Esta es mi opinión, puedo estar equivocado, pero la realidad indica que no vamos en buen camino. Porque se está cediendo a las presiones del Fondo, a las de la derecha con las leyes que sancionó el Parlamento que son leyes que van contra los de abajo. Y vemos que tampoco hay justicia para los casos de gatillo fácil, con las muertes de Kosteki y Santillán, ni con Río Turbio.
–En Tucumán hubo, por primera vez, un enfrentamiento entre piqueteros. ¿Cuál es la versión de la CCC sobre lo que pasó?
–Hace un tiempo largo los estatales vienen reclamando. Se hizo una marcha multisectorial mediante una convocatoria de todos los gremios estatales salvo ATE, que a último momento levantó la movilización. Se pedía un aumento salarial al gobernador (José) Alperovich. Alperovich llamó el día anterior al gobierno nacional para decirle que ya había acordado con los gremios. Lo sé porque me llamó (el secretario general de la Presidencia Oscar) Parrilli y yo mismo le dije que no habían arreglado nada. También le dijimos que íbamos a ir al acto a reclamarle al gobernador, no al Presidente. No entendemos por qué razón alguien le informó o les dio la orden a los compañeros de Barrios de Pie para que desalojaran a los estatales que estaban allí en ese momento.
–¿Hablaron con los dirigentes de Barrios de Pie después de los incidentes?
–No, porque han dicho cosas que no tienen sentido. En este país cuando un dirigente no coincide con otro siempre dice que el otro le está haciendo el juego a la derecha. Hablaron de que somos la nueva Unión Democrática, quizá sin conocer la historia de lo que fue la Unión Democrática, porque ¿quién estaba detrás de eso? El embajador de Estados Unidos. ¿Y quién acuerda con las políticas de Estados Unidos? Es el Gobierno, no somos los piqueteros.
–¿Su organización sigue teniendo diálogo con el Gobierno?
–Nunca rompimos el diálogo. Lo que no queremos es muchas reuniones para nada.
–Tomada y otros ministros plantean que los piqueteros deben dejar los cortes de ruta.
–Bueno, pero Tomada ¿qué ha sido? Fue el abogado de la UOM y de otros sindicatos que nos han traicionado. Tomada fue síndico cuando vaciaron la empresa Renacer, después de que la fundió Aurora Grundig. Tiene que dar muchas explicaciones sobre los 30 millones de pesos que faltaron ahí.
–¿Les plantearon que dejaran los cortes?
–No, y tampoco lo haríamos. A lo que nos podemos comprometer es a que si se abre nuevamente el registro para la inscripción al Plan Jefes de Hogar, por supuesto que no vamos a protestar por planes sociales. Si llegan a los comedores los alimentos tampoco vamos a reclamar alimentos. Pero no vamos a dejar las banderas de reclamos porque nuestra organización es sindical.
–¿No creen que el método está desgastado?
–No. Se repite lo que ya pasó en otras oportunidades, hay una campaña para enfrentarnos con la clase media. Y en un sector de la clase media la ofensiva ha generado opinión. Por supuesto que cualquier protesta perjudica a un tercero, por más mínima que sea, pero nosotros tratamos de perjudicar lo menos posible. Esto es como quien tiene un hijo muy enfermo que no se va a curar, y la familia tiene que soportarlo. La sociedad no tiene por qué sentir vergüenza de los hijos que tiene.

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