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Un anuncio bien guardado

 Por Martín Piqué

La voz del ministro tenía un inconfundible tono de alivio. “Por suerte todo salió bien”, se desahogó ante Página/12 uno de los miembros del gabinete que quedó en la Casa Rosada tras el viaje de Néstor Kirchner. “El operativo en la Legislatura salió bien, pero lo más importante es que no se filtró lo de Prados”, evaluó con una sonrisa. En su despacho, contiguo al del Presidente, se veía el rostro serio de Gustavo Beliz anunciando el relevo del comisario mayor Eduardo Prados. Era el final más deseado para una jornada muy tensa: el Gobierno tenía terror a que el alejamiento del jefe de la Policía Federal, que se había terminado de decidir a la mañana, se hiciera público cuando aún no había finalizado la marcha contra los cambios en el Código de Convivencia.
La ansiedad con que el Gobierno siguió el tema quedó expuesta unos minutos después de las ocho de la noche. A esa hora, Kirchner llamó desde Santa Cruz de la Sierra a uno de los pocos ministros que permanecían en la Rosada. “¿Ya habló Gustavo (por Beliz)?”, preguntó el Presidente. La respuesta fue negativa. El jefe de la cartera de Justicia y Seguridad se estaba preparando para anunciar la noticia junto al vice Daniel Scioli. Pocos minutos después comenzaba la conferencia de prensa. En ese momento, en otro lugar de la Rosada el solitario ministro respiraba tranquilo. “Misión cumplida. Pudimos guardar el secreto”, sonreía. Tras largas horas de incertidumbre, había terminado la guerra de nervios.
La intranquilidad había comenzado el miércoles a la noche, cuando Prados se había negado a cumplir una orden del Presidente: que los efectivos que intervinieran en el operativo ante la Legislatura no portaran sus pistolas reglamentarias. La rebeldía del jefe policial obligó a armar una reunión secretísima en la que estuvieron Kirchner, Beliz, Alberto Fernández, Aníbal Fernández, Oscar Parrilli y Carlos Zannini. Beliz había pedido tiempo para intentar convencer al jefe policial durante la noche. A la mañana siguiente, en una nueva reunión reservada, Beliz admitió que no había logrado convencer a Prados. La decisión de Kirchner, entonces, fue despedirlo. Pero el temor era que la noticia se filtrara a los medios y que eso generara un clima de un supuesto amotinamiento mientras los manifestantes seguían en las puertas de la Legislatura.

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