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Una delegación de cuidado

En la última Cumbre de las Américas en Monterrey, muchos mexicanos se quejaban de que George Bush y su comitiva se movían por esa ciudad como si fuera suya y no ocultaban su molestia porque los custodios norteamericanos bloqueaban los caminos que haría el mandatario con mucha antelación. La escena seguramente se repetirá en noviembre próximo en Mar del Plata porque es una postal habitual en cada lugar que Bush visita. A fines del año pasado, Bush participó en Santiago de Chile del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico y a su alrededor hubo un impresionante dispositivo de seguridad. Según publicaron entonces medios chilenos, la delegación norteamericana gastó alrededor de medio millón de dólares por día y buena parte de ese dinero se destinó al patrullaje que tres aviones radar Awacs realizaron durante las 24 horas de cada uno de los días que Bush estuvo allí. A Santiago llegaron dos aviones presidenciales Air Force One para que no se supiera en cuál viajaba Bush, un Boeing 757 del entonces secretario de Estado Colin Powell y cuatro aviones de transporte. La comitiva norteamericana se movió en 40 vehículos, incluidas varias limusinas y camionetas blindadas, y alquiló completo el Hotel Hyatt, a un costo aproximado de 50 mil dólares diarios. Sin embargo, circuló la versión de que Bush no se alojó en ese lugar, sino que prefirió la seguridad de un portaaviones anclado en Valparaíso.

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