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Conociendo el “Nunca Más”

Antes de saber que era hija de desaparecido, Pilar conocía poco y nada de lo ocurrido en la dictadura. Cuestiones muy generales de la época, “lo que sabe todo el mundo”, dice y ejemplifica: “que fue una etapa muy fea de la historia argentina, que secuestraron mucha gente, muchos niños también... Que por pensar distinto te llevaban, como llevaron a mi viejo, que era de un centro de estudiantes, o gente que era amiga y no tenían nada que ver con las organizaciones guerrilleras, más allá de ser amigos, conocidos o parientes”.

También sabe que se torturó, pero fue recién después de conocer su historia y la de su padre que empezó a investigar. “Veía en la biblioteca de mi mamá el libro Nunca Más, pero para mí era un libro más. Después de conocer mi verdad lo leí, a éste y a otros libros. También busqué en Internet información de la época”, asegura.

Uno de sus abogados, Claudio Orozs, representante legal de HIJOS Córdoba, le contó que el último destino de su padre habría sido La Perla, el campo de concentración más importante del Tercer Cuerpo de Ejército. “Hay un testimonio de una persona que dice haberlo visto allí, y mi abuela paterna me confirmó que ella pagó por información sobre su hijo, y todo indicaba ese lugar. Pero en noviembre del ‘76 dejó de gestionar porque le dijeron que ya no estaba”, cuenta Pilar.

Reconoce que en su familia no se discute mucho sobre la época, pero recuerda que una vez una persona le dijo: “si a tu papá lo mataron debe haber sido por guerrillero”, a lo que ella contestó: “fuera lo que fuera creo que nadie tiene derecho de quitarle la vida a nadie. Si hay muchos militares que han tenido un juicio, entonces por qué otros no”.

Pilar no guarda rencor contra nadie ni tampoco tiene una opinión acabada sobre lo que pasó. “Lo único que digo es que para mí es más fácil ser hija de un desaparecido que hija de un militar, porque creo que ellos sí deben tener algún cargo de conciencia o vergüenza por lo que hicieron sus padres, como esa chica hija de militar que se quería cambiar de apellido cuando supo lo de su padre. Yo no soy quién para juzgar, porque mucho no conozco cómo fueron las cosas, pero estoy orgullosa de mi papá, que luchó por un mundo más justo, igualitario, sin discriminaciones de ningún tipo.”

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Pilar, cuando sentía orgullo de vestir el uniforme policial.
 
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