EL PAíS › HUBO VARIAS DISCREPANCIAS Y CRUCES ENTRE LOS PRESIDENTES

En la Cumbre, no todas fueron rosas

 Por N. V.
Desde Río de Janeiro

Por primera vez en el año, la silueta del Pan de Azúcar se recortaba nítida sobre un cielo azul que se fundía en el mar. Los once presidentes que participaron de la Cumbre del Mercosur sólo pudieron apreciar ese retazo de Río desde la terraza del Copacabana Palace. Eso sí, replicaron en el recinto un clima más que “caliente”. Todos destacaron la trascendencia de la integración regional pero varios expusieron, sin ambages, las cuentas pendientes de ese proceso. El boliviano Evo Morales se quejó por el precio del gas que le paga Brasil y criticó a su par colombiano Alvaro Uribe por las políticas pronorteamericanas y el déficit fiscal. El uruguayo Tabaré Vázquez dijo que los países chicos son socios de pleno derecho y “no queremos dádivas o beneficencia”, además de reivindicar la necesidad de realizar acuerdos comerciales bilaterales, y el venezolano Hugo Chávez aludió, sin identificar, “a los que me acusan de ‘contaminar’ el Mercosur con ideas socialistas, se impone el retorno de la ideología y se acabó el rey mercado”.

Luiz Inácio Lula da Silva, el anfitrión, empezó la ronda del plenario de presidentes con la definición estratégica que prioriza las coincidencias y relativiza las discrepancias. “Nunca hubo un clima político tan propicio a la integración”, destacó luego de explicitar su beneplácito por la incorporación de Bolivia como socio pleno. Lula apoyó de forma contante y sonante la elección de Evo Morales pero la relación entre ambos se resintió cuando el líder del Movimiento al Socialismo anunció la nacionalización de los recursos energéticos sin anticipárselo a Brasil, haciendo caso omiso de las inversiones de Petrobras y sin medir –según los brasileños– que Lula estaba jaqueado por la campaña electoral. A lo largo de los meses las asperezas se suavizaron pero están lejos de haber desaparecido.

Con su habitual tono pausado, Morales tomó el micrófono y repartió a diestra y siniestra. “Cuando el presidente Lula habla de solidaridad es importante, pero esto hay que llevarlo a la práctica y no es posible que Bolivia siga subvencionando el gas a Brasil: queremos un precio justo, no solidario”, dijo. El ministro de Hidrocarburos de Bolivia pretende que Brasil le pague 5 dólares por millón de BTU, lo cual significa un 30 por ciento de aumento respecto del valor actual de 3,7 dólares.

El presidente boliviano ratificó el deseo de sumarse como sexto miembro pleno del Mercosur, aunque marcó duras críticas a los procesos de integración que no han logrado equiparar la desigualdad. Morales aprovechó el escenario para destacar el crecimiento en los países con gobiernos progresistas y centró las críticas sobre Colombia recordando el déficit fiscal de la gestión de Uribe. Reelecto con más del 60 por ciento de los votos, el colombiano retrucó con un replay de su campana electoral. Lo llamativo fue que Chávez asumió el rol de moderador y apuntó que Morales no había querido ofender. “Lo dijo sano”, apuntó el verborrágico venezolano, que ya había apabullado a sus pares con las críticas al imperialismo.

–Lo dijo sano, pero ¿con o sin respeto? –insistió Uribe, que participó como invitado a la cumbre a sabiendas de que no le conviene quedar aislado ante los nuevos vientos regionales.

Los dardos se cruzaron con tono mesurado pero apuntaron a blancos precisos que delatan las dificultades concretas de la integración. En seis meses en Asunción, Paraguay, se verá la evolución de un proceso sostenido por la voluntad común.

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Evo Morales se quejó por el precio del gas que le paga Brasil.
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