ESPECTáCULOS

“La pretensión de Los Shakers era absurda”

El mítico músico uruguayo Hugo Fattoruso confiesa que tiene una visión crítica del grupo que integró en los ‘60. El tecladista toca hoy en Buenos Aires, al frente de un cuarteto de tambores.

 Por Cristian Vitale

Hugo Fattoruso y su cuarteto de tambores cruzaron el charco con doble fin. Esta noche se presentan en La Trastienda y mañana viajan al sur para integrarse como únicos invitados internacionales al Festival de Músicos Argentinos en San Martín de los Andes (ver nota en la página 27). En verdad, la formación es una reducción económicamente inevitable del grupo Del Cuarem, que brilló este año como fiel representante de la tradición afrouruguaya con su espectáculo La Mama Vieja. “Si tenemos que traer la totalidad del grupo, unas 16 personas, nos fundimos. Ni siquiera podemos solventar los 150 dólares que cuestan los pasajes”, cuenta sobre las razones que lo forzaron a traer la miniformación.
Extinguidos Los Pusilánimes –su anterior banda–, el músico de 59 años mixturó este año sus dos pasiones: el candombe y el jazz. Al color melancólico, percusivo y fuertemente identatario de Del Cuarem contrapuso el virtuosismo del Trío que comparte con su hermano Osvaldo y su hijo Francisco, de 22 años. Pero esta vuelta está dedicada de lleno a la primera opción. “Vamos a tocar –dice– canciones que nunca se han grabado, como por ejemplo algunas de Pedro Ferreyra, y en el medio habrá un descanso en el que quedaré solo para improvisar con el teclado. No estoy muy autorizado para hablar de candombe, pero es una de mis mayores pasiones.”
–Acaba de definir su relación con el candombe como pasional, ¿cómo identifica su vínculo con el jazz, el otro estilo que cultiva incluso desde antes de Los Shakers?
–También pasional. Tuve la suerte de que mis padres escucharan ópera, zarzuela, opereta, música típica, folklórica, clásica. Hablo de la época en que los discos eran de pasta y a 78 rpm. Entonces, entre toda esa mezcla, aparecen Louis Armstrong, Duke Ellington y todos ellos. El jazz me conquistó por ese lado y es el lenguaje que hablé mucho tiempo. De hecho, el Trío es la más importante de mis tareas.
–Se percibe una fuerte presencia familiar en su temprana educación musical, ¿es esa la razón por la que comparte el trío con su hermano y su hijo, en el sentido de no desprenderse de sus raíces?
–Sí. Somos plantas de la misma maceta. Es importante conectarte con los tuyos después de tocar tanto tiempo fuera de tu país y para otros músicos. El trío es el lugar donde volcamos el estilo que nos representa.
–Un estilo muy ecléctico, ¿cómo lo define?
–Como brioso, agresivo y despegado de todo. Quizá no sea jazz íntegro, más bien fusión. Tiene que ver con nuestro antipurismo. Parece jazz pero para muchos no lo es. Si le preguntás a un estadounidense te va a decir que no. Si le decís a un brasilero que es samba, te lo va a negar. Candombe... tampoco porque no hay tambores.
–¿World Music tal vez?
–Sí. Fusión de fusiones.
Si bien los hermanos Fattoruso comenzaron haciendo jazz en el Hot Club de Montevideo, su primer reconocimiento masivo se lo deben a la irrupción de Los Shakers en Argentina. Es un lugar común decirlo, pero eran impresionantes. Editaron su primer disco en 1965 y la versión de “Rompan todo” en inglés produjo un crack sin retorno en el primigenio y arcaico mundillo del rock criollo. En 1966 siguió “For You” y se transformaron en Los Beatles –psicodélicos– del Río de la Plata con el estupendo “La conferencia secreta del Toto`s Bar”, editado en 1968. “Fue suerte. Cuando formamos Los Shakers estábamos imitando a un grupo que ni siquiera era de acá. A mí me rechina un poco esto de Los Shakers, no me llevo bien con eso porque yo era muy joven de la cabeza y estaba imitando a un grupo sajón, cantando en inglés. Era demasiado fotocopia. Nos fijábamos en el pelo, los zapatos, los pantalones. Igual, si fue favorable para alguien yo lo festejo. Pero nuestra pretensión era jugar a ser The Beatles, algo absurdo.”
–Entrados los ‘70 irrumpe OPA, un grupo que sí podría definirse como más genuino en comparación con lo que acaba de expresar acerca de The Shakers.
–Nos salvó el candombe, porque al principio tocábamos una fusión que no iba para ningún lado. Además, contamos con un gran jugador en el cuadro como el negro Rada, a quien siempre admiré por su talento tanto con la lapiceras como con la garganta.
–Hay un vínculo que persiste entre usted y los músicos argentinos que, como el caso de Litto Nebbia o Luis Salinas, lo convocan para grabar.
–Siempre me han llamado por cariño. Es evidente que Salinas, por ejemplo, me convoca por OPA y no por The Shakers. A Nebbia le agradezco que me haya editado un disco que grabé solo en 1985 con una cuerda de tambores, cuya tirada en Montevideo había sido de 200 discos. Ese disco -Varios nombres– fue salvado por Litto porque lo incluyó en otro –Dos pianistas uruguayos–, al que adhirió un trabajo de Ricardo Nolé. Si no fuera por él ese disco no existiría. Por eso hablo de cariño.
–Muchos músicos tienen una mirada crítica al respecto, ¿considera que la música regional no es respetada como debiera?
–Conciencia total no tengo. Pero veo que en Argentina la música local tiene más apoyo que en Uruguay. Uruguay es uno de los países con más estaciones de radio per cápita. Y esas radios solo pasan el 2 por ciento de música local, un desastre. En Francia, por ejemplo, el 70 por ciento tiene que ser música francesa. Eso es protección. Tal vez no sea necesario semejante porcentaje, pero alguien tiene que proteger tu cultura.
–¿Cuál es su opinión sobre Jaime Roos?
–Es un compositor de la gran puta en todos los sentidos. Es certero. Y explica las cosas de una manera que resalta.
–Otro de los referentes de la música popular uruguaya es Canario Luna, quien tal vez no tenga la trascendencia que merece, ¿a qué lo atribuye?
–Es que su estilo es ultrapopular y ultraabandonado al mismo tiempo. En Uruguay no le dan ni la hora y al mismo tiempo todos lo reconocen. Es raro lo que pasa con él. Se la pasa viajando por Canadá, Australia y todas las comunidades uruguayas del exterior. En Uruguay, nada. Canario es la voz que representa a todos los cantantes de murga. Es el carnaval montevideano. Es como escuchar dos acordes de Piazzolla para sentir todo Buenos Aires dentro tuyo. Tal vez por eso no le den importancia....

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Hugo Fattoruso dice que en Uruguay no se protege la música local.
 
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