ESPECTáCULOS

“No aposté más que a la desesperación del texto”

La directora Berta Goldenberg reabre el sábado el incendiado Teatro Anfitrión con un reestreno de “Final de partida”, de Samuel Beckett.

 Por Cecilia Hopkins

“Ni por un segundo pensé en no reconstruirlo”, asegura la directora y maestra de actores Berta Goldenberg al recordar sus vivencias posteriores a la madrugada del 31 de julio pasado, cuando le avisaron que su sala de Venezuela al 3300, el Teatro Anfitrión, estaba quemándose. Un cortocircuito había iniciado el desastre en el espacio inaugurado apenas un año atrás. No quedaron ni butacas ni escenario, ni equipos de sonido y luces. Luego de seis meses de trabajo, con la sala puesta a punto y una recepción mucho más amplia, Goldenberg destaca ante todo las muestras de solidaridad que recibió. “Es que un teatro quemado duele. Por eso enseguida comenzaron los ofrecimientos solidarios del Teatro del Sur, donde seguimos con las funciones, del Teatro del Pasillo y de Palermo, que hicieron funciones a beneficio, del Instituto Nacional de Teatro y Proteatro, que prometieron subsidios. También hubo donaciones, se hicieron fiestas y recibimos montones de cartas”, enumera. Finalmente, Anfitrión reabre sus puertas este sábado 1º de febrero con el reestreno de Final de partida, de Samuel Beckett, protagonizado por Claudio Benítez, Alfredo Sosa, Mariano Rodríguez y Julieta Alfonso.
“No somos nosotros los que defendemos el teatro –plantea la directora– sino que es el mismo teatro el que nos defiende, en el mejor de los sentidos, es como una burbuja que nos protege de todos los dolores externos: cuando uno se encierra a trabajar en una sala, no hay crisis, ni enfermedades o problemas conyugales”. Años después de su pertenencia al elenco estable del Teatro IFT, luego de haber vivido un tiempo en el exterior, Goldenberg se decidió a dictar sus cursos de teatro en el marco de un espacio de investigación, con la idea de que “un lugar propio garantiza un desarrollo artístico y profesional”.
De sus propios alumnos surgió la idea de trabajar Final de partida, obra de Beckett estrenada en 1957 por Roger Blin, cuya última puesta local fue dirigida y protagonizada por Alfredo Alcón. En este clásico, Beckett presenta la inquietante relación de un ciego paralítico –y despótico– y su lazarillo que pasan sus días en el mismo ámbito que los padres de aquél, encerrados en tambores de combustible. Al momento de la puesta, Goldenberg no quiso dejarse llevar por ninguna de las lecturas previas de una obra que fue centro de análisis políticos e interpretaciones psicoanalíticas. “No hice más que ser fiel al texto y apostar a la desesperación, porque esos personajes están en una situación tan límite como nosotros... pero sin dejar de lado la premisa de jugar con los aspectos humorísticos”, dice.
En cuanto a los desafíos que se planteó con el montaje, la directora analiza: “Este abordaje implica, por lo menos, tres apuestas: explorar los territorios del vacío, de ‘la nada’ en los que Beckett se sumerge, hacerlo con un grupo de actores jóvenes que no disfrazan su edad, partiendo del supuesto de que esos seres se encuentran en un tiempo sin atributos, y el reto mayor: descubrir lo horriblemente cómico de nuestro perpetuo final de partida”. En relación al ideario en apariencia escéptico del autor, destaca que “Beckett veía el grotesco, el ridículo de la existencia humana y escribió este texto que se convierte en conmovedor aun cuando parece que no pasa nada. Paradójicamente él, que decía que nada vale la pena –y que sin embargo participó en la resistencia contra los nazis– despierta pasiones y fanatismos”.

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Un momento de la puesta de la ya clásica obra de Samuel Beckett.
“Decía que nada vale la pena y participó en la resistencia contra los nazis.”
 
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