ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON LA DIRECTORA FRANCESA ANNE FONTAINE

La tentación del parricidio

Forma parte de la generación de Catherine Breillat y Claire Denis, ahora filma con estrellas como Gérard Depardieu y el jueves se dará a conocer en Buenos Aires con un film atípico, “Cómo maté a mi padre”.

 Por Horacio Bernades

Como parte de una renovadora generación de realizadoras francesas que andan por la cuarentena –y que incluye, entre otros, los nombres de Catherine Breillat, Claire Denis y Noemi Lvovsky–, el jueves próximo podrá empezar a conocerse en Argentina la obra de Anne Fontaine, cuando se estrene Cómo maté a mi padre. Incluida dentro de la “Semana de la Crítica” presentada a comienzos de mes por la filial argentina de Fipresci, Cómo maté a mi padre es la quinta película de esta realizadora que comenzó su carrera a comienzos de los ‘90. A mediados de esa década, Fontaine (cuyo nombre de nacimiento es Anne Sibertin Blanc) conoció una importante repercusión de crítica y público con Nettoyage à sec (Limpieza a seco, nunca estrenada en la Argentina). Allí, un matrimonio sumamente pequeño-burgués veía su vida trastocada ante la irrupción de un transformista inquietantemente seductor.
En Cómo maté a mi padre, es un prominente y acomodado gerontólogo el que sufre las consecuencias de una rentrée inesperada, cuando su padre vuelve de Africa tras haber abandonado mujer e hijos. La película presenta al cada vez más solicitado Charles Berling (Los destinos sentimentales, La comedia de la inocencia) en el papel del hijo, mientras el del padre queda a cargo del veterano Michel Bouquet (Todas las mañanas del mundo; Totó, el héroe), quien obtuvo un premio César (el “Oscar” francés) por su estupenda caracterización. Natacha Régnier (la rubia de La vida soñada de los ángeles) y François Berléand (el perverso veterano de Romance X) completan el elenco principal.
Nacida en Luxemburgo, la realizadora se hizo tiempo para recibir a Página/12 durante una pausa en el rodaje de su nueva película, Nathalie X, donde debe lidiar, por primera vez en su carrera, con un elenco multiestelar, integrado por Gérard Depardieu, Fanny Ardant (que vuelven a reunirse después de La mujer de la próxima puerta) y Emmanuelle Béart. Fontaine habló in extenso sobre relaciones familiares, dinero, superestrellas y otras perversiones, sin ahorrar algún sorprendente arrebato de sinceridad.
–En Nettoyage à sec usted había tratado la intrusión de un extraño dentro de un matrimonio. En Cómo maté a mi padre se trata del regreso del padre. ¿Qué relación encuentra entre ambas películas, y qué fue lo que la llevó a meterse con la complicada relación entre padre e hijo?
–En Nettoyage à sec, la estabilidad de una familia se veía subvertida por la presencia de lo que podríamos llamar un “cuerpo extraño”, un individuo con otra clase de libertad sexual y moral, que venía a subvertir a un matrimonio pequeño-burgués de provincia. Aquí es distinto, tanto desde un punto de vista ético y social como en cuanto a la relación que une a los personajes. El protagonista, Jean-Luc, es un médico que logró mucho éxito en su profesión, tomándola más como fuente de ingresos que como asistencia al prójimo. Se dedica a “detener” el envejecimiento, una clase de tratamiento que sólo la gente de mucho dinero puede pagar. Es así que Jean-Luc ha escalado, social y económicamente, hasta lo más alto. Cuando llega su padre, que es su exacta contracara, es como si se produjera un terremoto en su vida.
–Pero el conflicto entre padre e hijo no es sólo por sus diferencias éticas.
–Claro, el padre abandonó a su familia de un día para otro, y desde ese momento el hijo aprendió a odiarlo. Me interesaba tratar la relación de rivalidad entre padre e hijo, porque es más abstracta que la que une a los hijos con la madre. Por otra parte, siendo mujer me sentía más libre para trabajar sobre una relación que no me involucra en forma directa. Aunque debo aclararle que mentalmente siempre me sentí más como varón que comomujer. Sin embargo, Michel Bouquet me comentó que un hombre jamás podría haber ido tan lejos al tratar esta relación arquetípica, que en este caso llega a rozar la idea (o la tentación) del parricidio.
–¿Sólo una mujer podría haberse atrevido a tanto?
–Bueno, esa es la opinión de un tercero. Por mi parte, puedo decirle que no sé de qué se habla cuando se habla de “cine de mujeres”, así como jamás se me ocurriría definir una película como “la película de un heterosexual”, “de un homosexual” o lo que fuera.
–En la película, las relaciones familiares no se reducen a la que el padre tiene con su hijo.
–Hay un segundo hijo, Patrick, que prácticamente no llegó a conocer a su padre, y que a su vez mantiene con el hermano mayor una relación bastante perversa. Jean-Luc le da trabajo a Patrick, que es actor amateur pero no puede vivir de lo que le gusta. Jean-Luc lo usa como chofer y empleado-todo-servicio. Lo cual puede parecer muy generoso de su parte, pero es la mejor forma de ratificar su posición de poder.

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Charles Berling y Michel Bouquet en una escena de “Cómo maté a mi padre”, de Anne Fontaine.
 
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