ESPECTáCULOS › PARALAMAS VOLVIO A TOCAR EN BUENOS AIRES

Una noche inolvidable

El grupo brasileño liderado por Herbert Vianna, accidentado en 2001 y recuperado casi milagrosamente, tuvo a Charly García, Fito Páez, Ricardo Mollo y Los Pericos como invitados a su fiesta.

Herbert Vianna parece querer abrir sus ojos más de lo posible, detrás de su anteojos, para beber de la pequeña multitud que, en un Teatro Gran Rex no tan lleno, acompaña con palmas la inconfundible introducción de “Lanterna dos afogados”, una de las más bellas canciones que el más porteño de todos los brasileños haya escrito. El músico, en silla de ruedas, sonríe y se lleva la mano derecha hacia el costado izquierdo de su pecho. Se golpea acompasadamente, siguiendo el ritmo de la melodía. Ya está. Un momento pico de una noche pico para la emoción. Dos años y tres meses después de un terrible accidente que le quitó su capacidad motriz y a su esposa Lucy, Herbert Vianna volvió a tocar y cantar en Buenos Aires, el viernes. Casi un milagro. Ahí estuvo, con su porte de buda carioca, acompañado por los mismos de siempre. Por Brasil, Bi Ribeiro, Joao Barone y el resto de la banda presente desde hace años. Por Argentina, un equipo de estrellas conformado por Charly García, Fito Páez, Ricardo Mollo y Los Pericos. Un clásico sin rivalidad. Paralamas en Buenos Aires también es un clásico, y tal vez no casualmente esta nueva edición –con segunda vuelta anoche sábado– tuvo lugar en el mismo escenario donde deben haber ocurrido, sin dudas, varios de los shows más increíbles del trío, a principios de los noventa.
Ver a Vianna sobre un escenario, sosteniendo un show de casi dos horas a todo volumen pero sobre todo mostrándose como artista total, aundisminuido física y mentalmente, impresiona. Pensar en algo más o menos parecido lleva directo a Robert Wyatt, baterista y cantante de la banda inglesa de rock progresivo Soft Machine: desde que sufrió un accidente que le impidió volver a caminar en 1973, Wyatt continuó con su carrera y se ganó un lugar como artista de culto del mejor folk-rock británico. Vianna sigue ese camino, y su sola voluntad obliga a la admiración. El viernes por la noche, sobre el escenario del Gran Rex, lució feliz de volver a tocar en una ciudad que lo seduce profundamente. Rodeado de amigos, además: el público, algunos de quienes vieron aquellos históricos shows del ‘92, ‘93, y los músicos. Con todos ellos, el grupo brasileño estableció una profunda relación desde hace más de una década y que esto haya vuelto a suceder en las particulares circunstancias de vida que le tocó vivir a su líder, le dio otro calor y color al mero espectáculo de rock previsto.
A su momento, todos fueron apareciendo. Primero fue Ricardo Mollo, después Fito Páez para una festejada versión portuñol de “Track Track” (el ruego del hombre desesperado “dame tu amor, solo tu amor” vaya si tuvo sentido), más tarde Los Pericos en “Lourinha Bombril” –la adaptación brasileña del hit “Parate y mira”–. Fueron instantes verdaderamente disfrutables, más allá del desorden sonoro producto de semejante ocasión. El ajuste no era lo que importaba, en verdad. Por eso tampoco importó que Charly García hiciera irrupción en escena para tocar su canción “Vicio” y dedicar una frase ¿irónica? sobre su hermandad como “vicio argentino” con el ex presidente Menem. Inexplicable. “Rap de las hormigas”, con Charly, y “Mi bandera”, con Mollo otra vez, levantaron aún más la temperatura de la sala, con un público entregado al pequeño milagro de vida al que estaban asistiendo.
Más allá de los invitados, los Paralamas recorrieron buena parte de las canciones del nuevo disco Longo caminho y del repertorio histórico del grupo. En todas ellas resaltó el decidido y minimal sonido eléctrico, casi punk, que los retrotrae, de alguna manera, a sus comienzos new wave. Hay algo de furia expulsada en la aceleración y distorsión de alguna de las nuevas canciones, y también lo hubo en las versiones de The Jam (“Running on The Spot” al principio) y The Clash (“Should I Stay Or Should I Go?”). Inclusive “Meu erro”, una de los comienzos del grupo, volvió a sonar acelerada y vital, lejos de la sensible adaptación acústica que registraron para el show unplugged MTV. Paralamas hoy, con la imposibilidad física de su líder (uno de los showman más completos y carismáticos que haya dado el rock de esta parte del mundo), sigue siendo una banda de rock poderosa, que también se permite su sabrosa interpretación carioca del reggae: “O beco”, la festejadísima “Uma brasileira” y “Selvagem”, por ejemplo, pusieron de pie al público para bailar y dejarse llevar por el ritmo jamaicano.
Toda la noche, entre canción y canción, Herbert Vianna se salió de la vaina por hablar, por contar de su emoción y por reiterar que brasileños y argentinos son hermanos, parte de la misma tierra. “No importa si las rivalidades deportivas, si Pelé o Maradona, somos hermanos”, repitió cada vez que pudo, y sobre el final no dudó en afirmar que nuestros países enfrentan situaciones de terrible desigualdad social, pero que con la unidad, será posible salir. Con la unidad, y con el ejemplo de “un hombre que llegó desde las capas más bajas de la sociedad brasileña a ser presidente de la Nación”, en referencia a Lula, claro. Independientemente del devenir político de los dos países, incluso de cualquier resultado futbolístico o de la desconfianza entre vecinos que a veces parecen tan cerca, y otras tan lejos, cabe pensar que si algún día efectivamente esa unidad se concreta, será también por las canciones de Paralamas y el ángel de este artista único.

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