ESPECTáCULOS › CLARIBEL MEDINA Y RITA CORTESE, EN “OJALA TE ENAMORES... BAILANDO”

“Queremos hacer feliz al público”

El dúo de cantantes-actrices estructuró un espectáculo en el que cada canción presenta diferentes facetas del “amor sin condiciones”.

 Por Hilda Cabrera

Para la portorriqueña Claribel Medina, la Argentina es el país de las sorpresas. Cada año, cuenta, parece un país distinto. Es que los argentinos, sostiene, son diferentes de la mayoría de los latinoamericanos. “El argentino engrana más rápido ante una molestia”, define. Un comportamiento que tiene algo a favor: “Las cosas se arreglan o no de una vez”. En cambio, define, a un portorriqueño, por ejemplo, “la molestia lo sigue socavando como el agua a la roca”.
Actriz y cantante que se anima a la producción, Medina ideó el año pasado un espectáculo de éxito, y premiado además, junto a su colega argentina, también cantante, Rita Cortese. Ese trabajo se reitera en parte en otro nuevo que titularon Ojalá te enamores... bailando, porque esta vez lo que se proponen es, siempre dentro del formato del café concert, que el público se suelte, si es que lo desea, por supuesto.
En diálogo con Página/12, Medina –en esta ocasión sin Cortese, invitada a la entrevista, a la que no pudo asistir por una demora en la grabación de un especial para televisión– se muestra expansiva y animosa ante este regreso al teatro y los varios proyectos a punto de iniciar: una participación en Discépolo y yo, el musical que se estrenará en junio en el Teatro Alvear, y en la película Tus ojos brillaban, del realizador Silvio Fischbein, que comienza a filmar a fines de este mes. “Mi personaje es Chantal, una mujer de ésas que no pueden parar de llamar la atención, que se ponen un floripondio sobre la cabeza y creen llevar el mejor arreglo”, cuenta Medina, cuyas hijas nacieron en la Argentina y que por ahora no piensa en volver, salvo esporádicamente, a su país. El título del espectáculo que estrenó junto a Cortese en La Trastienda (Balcarce 450, viernes y sábados a las 23), nace de un deseo que es a la vez –según cuenta la actriz– una maldición de raíz árabe: ante una transacción comercial, se “maldice” al contendiente deseándole que se enamore. Esto significa “que se atonte, se disperse y pierda fuerzas al momento de negociar. El que no está enamorado gana y el poder es suyo”.
En principio, el músico Fabián Leandro le puso música al deseo, porque el show es, como dice Medina, “un proyecto romántico para que el público sea feliz”, por lo menos durante la hora y media que dura el espectáculo. Acompañan a las actrices-cantantes los músicos Ariel Polenta (piano y arreglos), Fabián Leandro (guitarra y dirección musical), Cacho Tejera (percusión), Cristian Faiad (batería), Gonzalo Clavel (bajo), Fernando Padilla (trompetista cubano) y Matías Ruiz (saxofonista). “En total, cinco argentinos, un uruguayo, un cubano y yo, portorriqueña. Una mezcla alucinante, enriquecedora cuando nos toca hacer arreglos musicales, y maravillosa, porque lo logramos en Argentina”, resume la actriz.
–¿Cuál es el hilo conductor entre tantos amores y maldiciones?
–En el comienzo es todo muy informal, porque queremos que el espectador se sienta como en casa. Jorge Pastorino creó una escenografía y un diseño de luces para que el público se sienta contenido. Los temas tampoco están elegidos al azar. El primero, “Si me das a elegir” (Los Chunguitos), quiere transmitir el amor más generoso, que no pretende adueñarse de nada. Dice: “Si me das a elegir entre tú y mis ideas, que yo sin ellas soy un hombre perdido, me quedo contigo.” El concepto con el que nace este trabajo es el del amor sin condiciones.
–Que puede significar una pérdida...
–Los desencuentros van llegando poco a poco. Aparece en “Yenyeré”, de Cachao, y sigue en otros temas clásicos, como “Espérame en el cielo” (de Francisco López Vidal), y en el valsecito “Odiame” (Eusebio Pititi), “Inténtalo encontrar”, de Maite Martín, y “Ten cuidado”, sobre un poema del español Rafael de León. Otros clásicos son “Obsesión”, de Pedro Flores, y “Lágrimas negras”, de Miguel Matamoros. A partir de”Espérame...”, el cuarto tema, armamos una unidad con todas las emociones que desata el enamoramiento. Cuando elegíamos los temas se producían a nuestro alrededor hechos muy graves que influían en la selección. El arreglo que hizo Cristian Faiad sobre “Noche de bodas”, de Joaquín Sabina, es un ejemplo de lo que nos estaba pasando a Rita, a los músicos y a mí cuando Estados Unidos bombardeaba Irak.
–¿Se plantea qué hacer frente a la violencia?
–Los artistas no podemos estar ausentes de la realidad. Nuestra opinión debe reflejarse en nuestro trabajo. “Noche de bodas” es una reflexión de este tiempo: “Que no te vendan amor sin espinas”, “Que no te duerman con cuentos de hadas” me parecen frases justas.
–¿De qué modo propician la participación del público?
–Siempre hay un intercambio en los cafés concert. En cada tema hay una interpretación nuestra y eso favorece el diálogo con la gente. Los músicos también ayudan.
–¿Qué temas prefiere?
–Entre los que canto me emocionan “La tirana”, del portorriqueño Curet Alonso; “Si me das...”; “Yenyeré”, un rezo que viene de los ritos de bienvenida a los orixás, especie de dioses; “Flor de Lis”, del brasileño Djavan, y “Obsesión”. Los temas que canta Rita son también conmovedores. Es interesante el clima que en el espectáculo van creando los diferentes estilos de los músicos y nuestras voces, sobre todo porque Rita tiene una tonalidad muy porteña.

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“Ojalá te enamores...” se propone como una obra de alta interacción con el público.
 
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