ESPECTáCULOS › “PIOJOS Y PIOJITOS 2”, UN LANZAMIENTO CONJUNTO DE PAGINA/12 Y EL JARDIN DE LA ESQUINA

“La música es una de las formas de la felicidad”

Junto a un grupo de músicos notables y con la participación de 360 chicos, Mariana Cincunegui le dio forma a “un recorrido curioso” del arte latinoamericano, que se traduce en canciones construidas desde el disfrute y la participación, regalo ideal para el Día del Niño.

 Por Verónica Abdala

En el estudio de Mariana Cincunegui, los instrumentos musicales conviven con una colección de juguetes antiguos y una computadora con la que edita los temas que graba. La nobleza de los muebles de madera, y un vitreaux que filtra la luz del sol en un estallido de colores y brillos, contrastan en un ambiente de techos altos. Los que recalan en esa pequeña sala ubicada en la planta baja de una casona de Palermo Viejo, chicos o grandes, descubren tarde o temprano que ese lugar funciona como un laboratorio musical, y se saben parte de una misma búsqueda. Allí, donde funciona su Taller Experimental de Música para Chicos, la cantante y maestra combina, como jugando, notas, ruidos y silencios frente a la máquina. Su cuerpo acompaña el ritmo, mientras en el aire resuenan las canciones. “En la escuela intentamos pasarla bien”, explica hablando de sus clases de música. “Pero en igual medida nos interesa que los temas puedan servirnos de algo. Que nos digan quiénes somos, qué deseamos, cómo son los otros. Que todos somos parecidos en ciertos sentidos, y en otros absolutamente distintos. Que las diferencias son positivas”, argumenta Cincunegui. “Lo nuestro es exactamente lo contrario de lo que promueven esos programas televisivos de moda, que proponen una competencia entre un grupo de cantantes: nosotros les huimos a los estribillos vacíos y a los mensajes fáciles, y siempre nos inclinamos por el valor del trabajo conjunto, antes que por la figuración y el individualismo.”
Su nuevo disco, que Página/12 ofrecerá a sus lectores este sábado como una propuesta de regalo especial para el Día del Niño, rescata el valor del pluralismo estético, rítmico y étnico. “Lo que buscamos esta vez fue explorar las diferencias, la diversidad de identidades, los matices de la música de distintos países y culturas. Hicimos un disco que en verdad es una especie de recorrido curioso por parte del cancionero popular latinoamericano. La búsqueda de los temas fue un trabajo arduo que me llevó a profundizar en las características de pueblos cercanos, pero distintos”, define ella.
Piojos y Piojitos 2 es, por donde se lo mire, un esfuerzo colectivo de docentes y músicos, que recupera y continúa la historia de un volumen que en su momento marcó fuerte a una generación. Aquel primer Piojos y Piojitos se grabó en 1991. Graciela González, directora del Jardín de la Esquina, fue entonces la cabeza inventiva del proyecto. Esta vez, y bajo la certeza de que valía la pena intentar recuperar ese espíritu, González se lanzó a producir un segundo disco, contagiada del entusiasmo de maestros y alumnos del Jardín, la escuela primaria Aequalis y el taller Experimental de Mariana, que se unieron para concretarlo.
Más de treinta docentes encararon el desafío de acompañar a los chicos en el proceso creativo y en las grabaciones, que se realizaron en cinco estudios distintos. En ese marco, Cincunegui interpreta un puñado de temas que integran el cancionero popular infantil latinoamericano, junto a nada menos que 360 chicos de entre 18 meses y doce años. Las imágenes de esos chiquitos cantando, tocando instrumentos, riéndose y bailando, acompañan la edición que ofrecerá el diario (en un track interactivo para PC y Mac), y son de una ternura infinita. Es que esos chicos –que hoy por la tarde oirán por primera vez el disco juntos, y celebrarán el logro compartido en un fogón en la escuela Aequalis– parecen representar a todos los chicos.
Para su anterior trabajo, Hoy es mañana, del 2001 –antes había grabado Los Pandiya, en 1995–, Mariana contó con la participación y el apoyo de algunos nombres mayores de la escena musical argentina de la actualidad: Fito Páez, Ricardo Mollo, Osvaldo Fattorusso, Mono Fontana, Horacio Fontova y Guillermo Vadalá, entre otros. Ahora, en esa misma línea de trabajo plural, invitó a Liliana Herrero, Facundo Guevara, Daniel Tarrab, Willy González, Daniel Masa, Diego Serna, Fernando Martínez, Nuria Martínez, Alejandra Cañoni y Beto Caletti. Daniel Johansen estuvo a cargode la producción artística. “Creo que es un pequeño lujo el que nos dimos como músicos, grabando este repertorio y trabajando con los chicos”, puntualiza Mariana en nombre de todos, mientras intenta, café en mano, contrarrestar los efectos de dieciocho horas de edición del material. “Estamos felices con el resultado”, dice sin embargo.
Así como en sus anteriores producciones demostró que en un CD pueden convivir en armonía el rock, el candombe, el blues, el jazz y las letras infantiles, en esta oportunidad lo que impresiona desde el vamos es el eclecticismo del repertorio. Piojos y Piojitos 2, en rigor, invita a un viaje por países del continente que, para los niños, en general, son fantasmales. A ella le parece hasta necesario que, a la hora de cantar, un chico pase de los géneros. “Será porque formo parte de una generación que escuchaba al mismo tiempo a Violeta Parra, The Beatles, Serrat, Charly, Spinetta y Fito”, explica. “El arte no es amigo de las convenciones. Podríamos pensar que, si pudiese hablar, al arte le asustarían los prejuicios y le diría a todo el mundo que lo único que puede garantizar a priori una relativa cuota de éxito es el disfrute.”
En la canción “La sopa”, un centenar de chicos utilizó como acompañamiento instrumental cucharas y cacerolas: más allá de las connotaciones políticas, se divirtieron a lo loco. Un tema senegalés colado en el repertorio –”Fatuo Yo”–, le aporta a la estética aires selváticos y ritmo de tambores. Hay una canción brasileña –”Ora Bolas”–, otra de origen colombiano, una uruguaya. El tema “Llavero de los duendes”, de Rita del Prado, es de origen cubano: las imágenes que incluye el track interactivo muestran al centenar de chicos que la interpretaron vestidos para la ocasión, como salidos de un cuento de hadas. Liliana Herrero se luce con una baguala –la hermosa “Qué será”– acompañada por un coro de piojitos. “Yo quiero”, “Carta al viento”, “Trío para un bolsillo”, “Don Mateo” y “Que ves el cielo” (grabada por Spinetta en 1975, con Invisible), son los temas que completan este trabajo. Un trabajo que es mucho más que un disco infantil: un mapa de voces y ritmos.
Los chicos, que no necesitan excusas para divertirse y expresarse, hacen pie en las canciones para revelar historias, arriesgar variaciones espontáneas en la interpretación de las canciones, aportar sus pensamientos sobre las cuestiones que plantean, soltar la risa. Esas voces, que Mariana grabó y archivó en su computadora para después mechar entre los temas, son otro de los motivos para el asombro: por su lucidez, por la ternura que inspiran, por su poder de síntesis. Los alumnos de cuarto grado, ayudados por su maestro Fernando Domínguez (que también participó de Piojos y piojitos 1), prologan la baguala que interpreta Herrero con una definición del “Ser argentino” que articulan a partir de una serie de palabras sueltas y de nombres: “Obelisco, Tango, Gardel, San Martín, Maradona, Casa Rosada, cacerolazos, gente pobre, mal gobierno, piqueteros, idioma, Plaza de Mayo, alfajores, mate, asado, reunión familiar”, piensan los chicos. Un nene presenta a su amigo Jaime como “autocantante” –”es que él sabe inventar canciones”, se justifica– antes de lanzarse a cantar a capella la canción “Don Mateo”. Una pioja de tres años, en tanto, conmueve con la interpretación de “Por qué te fuiste mamá”, aquel inolvidable tango humorístico de Les Luthiers.
Cincunegui, en tanto, es una más del colectivo: canta con los pibes, los dirige, se divierte, pero no desde una postura de maestra ciruela. Nada más alejado de su filosofía de la docencia. En todo caso, provee de herramientas para que los chicos se expresen a través de la música, pero también aprende de ellos y se deja conmover. El espíritu de esa química que comparte con sus pequeños músicos e intérpretes es contagioso, y ésa es también parte de la magia del disco.
Además de los diez temas centrales, se incluye un bonus track para el karaoke –que contiene “Carta al viento”, “Que ves el cielo”, “La sopa”,”Ora Bolas”–, para que los chicos en sus casas puedan cantar los temas junto a padres, tíos, y abuelos, pero sobre todo pensando en la utilidad que a esas pistas musicales pueden darle las escuelas. “Tiene un valor pedagógico y a la vez son súper divertidas”, explica.
El arte de Piojos y Piojitos 2 estuvo a cargo del jefe de arte de Página/12, Alejandro Ros. El Piojo que ilustra la tapa tiene por su parte el sello indiscutible del dibujante Miguel Rep. “La idea siempre es sumar y no restar. Participó mucha gente, y cada uno aportó lo mejor que tenía”, resume Mariana. “Desde el punto de vista musical, pensamos que todo lo que suene bien y conmueva desde algún lugar al que escucha, está permitido. Las formas de lograrlo y las herramientas para crear, para nosotros, no tienen límites. Por lo demás, hay ciertas ideas básicas que laten por debajo en este trabajo en particular: el valor de conseguir el lugar propio en el ser muchos, de disfrutar y aprender de lo que uno es capaz de dar a los otros y de lo que los demás pueden aportarle a uno. La música es una de las formas posibles del aprendizaje y de la felicidad. Con este disco quisimos decir todo eso junto.”

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