ESPECTáCULOS › JAIME ROOS PRESENTO “A LA CANCHA” EN EL LUNA PARK

Como si fuera el Centenario

Acompañado por su banda La Contraseña, el autor de “Colombina” dio una contundente demostración de “rock uruguayo”: rock con murga, candombe y milonga, que hizo cantar y bailar a una multitud.

 Por Karina Micheletto

“Yo nunca me fui del rock”, asegura Jaime Roos a quien le pregunte acerca de su lugar en la música. Cada vez que se lo escucha en vivo se comprueba, mucho más acabadamente que en sus discos, lo acertada de su advertencia. Si los hits más murgueros como “Colombina”, “Que el murguista no se olvide”, “Adiós juventud” o “Los futuros murguistas” encuentran un perfecto amplificador en las cinco ajustadas voces del coro, otros temas se electrifican con la guitarra de Nicolás Ibarburu a la cabeza, para alegría de Roos. Lo suyo, queda claro, es el rock. Uruguayo, para más datos, es decir, con murga, candombe y milonga sonando a la par.
Jaime Roos y su banda entran A la cancha y posan para la foto como un equipo de fútbol. Están listos para el partido. No habrá rival a la vista, y el encuentro empezará con “Cuando juega Uruguay”, aquel tema en el que los uruguayos se reivindican “campeones de América y del mundo”, y seguirá más adelante con “Al Pepe Sasía”, un homenaje al jugador uruguayo que pasó por Defensor, Peñarol y Nacional, y también por Boca Juniors y Racing, “uno de esos jugadores que florecen una vez por década”, en palabras de Roos. Todo esto, mientras resaltan los celestes de las remeras de la selección uruguaya en la popular. El fútbol, se sabe, es uno de los puntos de identidad constitutivos de la obra del compositor uruguayo. Por si quedaba alguna duda, el arte de tapa de su último disco, Contraseña, lo muestra junto al cartel de un muñequito que corre con una pelota, una señal de tránsito muy uruguaya que advierte a los conductores algo así como: “Cuidado, jugadores de fútbol sueltos por la calle”.
En Buenos Aires, Roos comenzó modestamente en pequeños reductos, llenó La Trastienda, el Opera, el Gran Rex y Obras. En esa carrera, el Luna Park era el único bastión que le faltaba. No le fue mal: a último momento agregó un segundo show, ante la demanda de entradas. Después seguirá por Córdoba, Mendoza, Bariloche, Neuquén, Santa Rosa y Bahía Blanca. Estos serán, según anuncia, los últimos shows en la Argentina antes de un retiro que durará cuatro años, para componer y producir discos de otros. “Este es nuestro cierre de una temporada que comenzó en octubre del 2001 con más de doscientos shows, y que se prolongó hasta ahora, por esas cosas de las giras”, explicó el uruguayo a Página/12 antes del concierto. Los cortes, asegura Roos, son una forma de trabajo incorporada, que el cantautor define como “retiros necesarios”: “Ya hice un parate en el ‘92 y otro en el ‘98, y fueron períodos de trabajo muy fértiles. No es para nada un descanso, porque cuando me recluyo, trabajo mucho más que en una gira, donde por lo menos tengo días libres”, explica.
Bien acompañado por su banda La Contraseña, Roos hizo en el Luna Park un repaso de su carrera desde sus primeros discos, pasando especialmente por Cuando juega Uruguay y Si me voy antes que vos hasta el último, Contraseña, editado dos años atrás, en el que versiona a un seleccionado de compositores montevideanos, desde Alfredo Zitarrosa hasta Eduardo Mateo, Jorge Drexler y Leo Maslíah. En el show incluyó el único tema de su autoría de ese disco, “Milonga de Gauna”, que escribió basándose en El sueño de los héroes, de Bioy Casares, para el film de Sergio Renán. Dedicó un tema a Adriana Varela (“Milonga de pelo largo”, de Gastón “Dino”Ciarlo), e interpretó “Andenes”, de su ex esposa, la compositora y cantante Estela Magnone. En el medio hubo tiempo incluso para homenajear a Cacho Tejera, un tambor que integró la banda de Roos y falleció recientemente en Buenos Aires.
A pesar de las dificultades que siempre ofrece el Luna Park en materia de sonido, el show de Roos sonó ajustado y prolijo. Y dio lugar al lucimiento de esas cinco voces murgueras de calidad, lideradas por Freddy Bessio, cada una con su color particular. Roos suele extender sus shows hasta que él y el público tengan ganas, porque, según explica, para eso está, de eso trabaja y con eso se divierte. Cuando ya se habían alargado los bises y el show promediaba las dos horas y media, anunció que estaba lista la retirada. Aunque el público siguiera con ganas de más música y baile, que era lo que había ido a buscar.

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Jaime Roos recorrió lo mejor de su carrera, en un show que duró dos horas y media.
 
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