ESPECTáCULOS

Eminem, el chico escandaloso que da la mejor letra para documentales

“The E! True Hollywood Story” mostrará esta noche su versión de la vida del rapper de Detroit, un material ideal para meter ruido.

 Por Pablo Plotkin

¿Qué es primero, el escándalo o “The E! True Hollywood Story”? El ciclo de documentales escabrosos estableció un formato tan efectivo, redundante y fiel a sus componentes narrativos –drogas, depresión, ascenso y caída, ideas fratricidas–, que basta tomar cualquier historia personal, acomodar las circunstancias a las premisas del show y convertir una vida en una fábula pródiga en moralejas. Por lo general, los especiales concluyen con un testigo diciendo cosas como “en definitiva, nunca dejó de ser un chico astuto de los suburbios” o “al fin comprendió que lo que más quería estaba justo frente a sus ojos...”. Adaptar la vida de Eminem a ese formato –pan comido para cualquier productor con un par de meses de experiencia– provoca cierto pudor en el espectador más o menos ilustrado. Si el ciclo se jacta de iluminar el lado oscuro de una industria a primera vista fulgurante, en el caso del rapper Marshall Mathers casi consigue neutralizarlo. La versión E! de su vida (la no autorizada, se supone, la que se emite hoy a las 21) es mucho más blanda que la oficial –los discos de Eminem–, el documental estadounidense más ingeniosamente truculento que se venda estos días en las disquerías del mundo.
Eso no impide que esta “True Story”, remezcla actualizada de aquellos especiales que produjo MTV hace un par de años, pueda consumirse como una síntesis prolija de la historia. De cómo un chico blanco surgido de un remolque de Detroit transformó la industria del hip hop y, por ende, la de la música pop de la era. Acorde con la velocidad de estos tiempos, la de Eminem es una vida mitificada en simultáneo con el éxito comercial. Seis años atrás, en The Slim Shady LP (el disco que presentaba a su alter ego, la válvula de escape de sus peores fantasías), Eminem escribía las reglas de su leyenda, sus primeros capítulos, la historia del que quería salir del baldío y hablaba de un mundo privado tan horroroso y exento de piedad que funcionaba a modo de contraejemplo. En The Marshall Mathers LP (tal el nombre que figura en su documento), el rapper oponía sus demonios a los riesgos de la primera fama. Y en The Eminem Show, gran novela-rap de esplendor y decadencia, postulaba sus verdades desde el sitial de gran celebridad planetaria, sin perder revulsión y astucia poética.
Con esos tres discos –producidos con maestría por su socio Dr. Dre–, al mundo del espectáculo le habría sobrado para disecar la existencia de Eminem y exponer a la bestia como un fenómeno de circo de conciencia plena. Pero eso no fue todo. El año pasado, Curtis Hanson (director de Los Angeles al desnudo y Fin de semana de locos) dirigió un largometraje que pasaba en limpio la leyenda y oficializaba el rango de héroe que la industria pop le había conferido. Protagonizada por el propio Marshall, 8 mile acentuaba los ritos de iniciación del white boy en los suburbios negros de Detroit y proyectaba a un Eminem magnánimo entre la miseria e ideológicamente purificado. Los formadores de opinión, que hasta hacía poco lo señalaban como al nuevo enemigo de las sacras instituciones (y entre sus detractores se contaban conservadores y progresistas, agrupaciones cristianas y organizaciones homosexuales), creyeron entender que detrás de la fábula subyacía otra historia de coraje y autosuperación, una nueva versión –un tanto explícita, eso sí– del american dream. Después de todo, Eminem no hacía más que ficcionalizar una tragedia personal, un estado de disolución de la familia y el fin de los sueños de una prosperidad módica.
El documental de E! llega algo tarde a la redada, con Eminem formateado al tiempo de la corrección. Ese bastardo “astuto y desatinado” que asiste a la muerte del tío Ronnie (su único referente adulto legítimo) mientras escucha discos de Grand Puma y que con el tiempo, rodeado de amigos negros, liderará la agrupación D-12 y se desprenderá naturalmente al estrellato. Periodistas, biógrafos y manager (Paul Rosenberg) prestan testimonio para la narración de una fábula que, fuera de contexto, corre el riesgo de anquilosarse. Los que quieran información de primera mano -la más amarilla y creativa– deberán esperar al próximo disco de Eminem, el mejor autodocumentalista del género.

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La existencia de Eminem tiene todos los ingredientes necesarios.
 
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