ESPECTáCULOS › JAVIER CALAMARO HABLA DE KIMIKA, SUS CANCIONES Y LA INSPIRACION

“Conviven monstruos con bellezas”

El músico habla de la introspección que dio pie a su nuevo disco, confrontada con el éxito de Mi religión, el hit de la telenovela Soy gitano.

 Por Cristian Vitale

“No es usual que los músicos manejen, pero a mí me encanta. Además, una vez ésta me salvó la vida”, dice Javier Calamaro, y mira con afecto su 4x4. Durante el breve trayecto que separa su casa del estudio que tiene en Chacarita, el músico repara también en el asiento para bebés que hay en la butaca trasera. Allí se sienta Romeo, su hijo de un año y ocho meses, mientras papá lo lleva todos las mañanas al jardín. “El momento en que salió fue el ácido que mejor me pegó en la vida. Diez de las doce canciones del disco son mías y en las otras dos –Espérame en el cielo, de Francisco Vidal, y No me nombres, de su hermano Andrés y Marcelo “Cuino” Scornik– siento que hay alusiones a él”, remarca para evacuar dudas respecto de las inspiraciones de Kímika, su cuarto disco solista, que está presentando en una gira que comenzó en el Teatro Municipal de Olavarría y continuará hasta fines de enero por 13 ciudades del país.
“Es un disco testimonial. No sé hacer canciones que no sean un racconto de lo que viví”, sintetiza Calamaro. La tapa del CD es bien marketinera: en la foto de frente salió parecido al Fernán Mirás que hizo de Tanguito en Tango feroz y en el ángulo inferior derecho hay una etiqueta que destaca la presencia del hit telenovelesco Mi religión, elegido entre tres canciones –Milagro y El camino de los sueños fueron descartadas– para transformarse en cortina musical de Soy gitano, la telenovela de Canal 13. “El tema tiene una impronta anarquista”, arriesga. El ‘no creo en nada’ alude a los dictámenes de los centros de poder que dominan el mundo. Igual, creo que la eligieron por la música sin importarles la letra. Cuando me la pidieron no había idea de qué se quería. Buscaban algo relacionado con familias gitanas o ‘tipo Montescos y Capuletos’, qué sé yo. Pero me dieron a entender que era un novelón.”
Si falta un dato para diferenciar a este Calamaro sereno, reconciliado con la cultura de masas de aquel rocker insolente que motorizó a Los Guarros durante 10 años, son sus hábitos nocturnos. El 21 de septiembre no quiso defraudar a miles de personas que lo esperaban en el anfiteatro de Paraná para festejar el día de la primavera y tocó con apendicitis. El resultado fue una peritonitis que casi se lo lleva a otro mundo. “Me operaron y todavía me duele el estómago, sobre todo de noche. Me estoy acostando mucho más temprano”, reconoce. El aplomo fue también central para componer Kímika. Ni bien Romeo cumplió ocho meses, alquiló una casaquinta en las afueras de Escobar y se fue a vivir solo. “Fue raro... venía de estar demasiado pegado con mi chica y él, como nunca estuve con nadie, y de repente me lancé a la soledad. Agarré una hoja, un lápiz y me empezaron a bajar fichas de todo lo que había vivido. Tenía letras y algunas músicas, pero necesitaba hilarlas.”
–¿Cómo es componer alejado de los afectos y en soledad?
–Busqué la soledad para remover cosas que tenía adentro. Intenté hacer lo que se hace desde la época de las cavernas para inducir estados: desde meditar hasta hacer experiencias transpersonales. O fumar porro. Profundicé en el pensamiento yendo para atrás.
–Pura introspección...
–Y de claustro. La logré estando solo y aislado.
–¿Cómo hacía para no ver a Romeo?
–Lo veía, pero poco: sólo los fines de semana. Básicamente porque fui a buscar el estado del cual hablo, que me duró hasta marzo.
–¿Con su anterior disco en estudio, Quitapenas, utilizó el mismo método?
–Sí. Pero removí otra cosa: una especie de desesperación por buscar consuelo. Kímika es introspección química más allá de los químicos. Parecido a cuando hacés ejercicio después de mucha quietud... los vasos se dilatan y liberan endorfinas, provocando una furia sutil que no se logracon los afectos cerca. Esto produce un bienestar del que no querés salir. Y no querés hurgar adentro, porque cuando lo hacés encontrás cosas lindas y muy feas. Te salen los monstruos. En este disco traté de hacer convivir esos monstruos con lo más bello. En Tu pecado digo “pensar te hace mal”.
–Tal vez una crítica a la sociedad “progre”, que justamente exige pensar todo el tiempo como una herramienta de liberación.
–En Mi religión detracto los estamentos culturales de esta sociedad... los ídolos quemados de los que habla León Gieco. Los traje a mi canción, pero en otro contexto.
–La explicación que da del disco parece colisionar con el hecho de que ese corte suene en una tira masiva. ¿Cómo resuelve la contradicción?
–Los Guarros fueron puro palo y rock and roll. La banda bajó línea hasta el último disco, pero siempre le faltó que eso se pudiera escuchar masivamente. Tuve que buscar alternativas para que mi música llegara a más gente, porque es cómodo tener un gueto detrás y escribir en su código. Pero creo que es mejor llegar a “la” gente que a determinada gente. Por eso Los Guarros se transformaron en algo aburrido antes de desaparecer. Los medios masivos se pueden utilizar para decir pelotudeces o no.
–Está el antecedente de Navegar, tema de su primer disco Diez corazones que utilizó la producción de Vulnerables.
–Es que estaba relacionado con algo que yo respeto profundamente: resolver por tus medios tus propios conflictos. Fue el único programa de TV que me interesó.

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Calamaro dice que en Kímika están sus vivencias del último año.
“No sé hacer canciones que no sean un racconto de lo que viví”, dice.
 
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