ESPECTáCULOS › FINAL DEL FESTIVAL CON EL ANUNCIO DE LOS ELEGIDOS POR EL JURADO

Premios repartidos con generosidad

La película colombiana “Bolívar soy yo” se llevó el Ombú de Oro, e Ivan Szabó resultó mejor director por “Tomando partido”. Ganaron, además, “Santa Maradona”, “El miau del gato” y “La caja negra”.

 Por Martín Pérez

“Hemos hecho el festival de la austeridad”, repitió ayer por la tarde Jorge Coscia, el director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, inaugurando la habitual conferencia de prensa en la que el jurado oficial da lectura a su veredicto. “Agradecemos la presencia de todos en Mar del Plata, sus elogios y también sus críticas, ya que si este fue el festival de la austeridad, no queremos que el del año que viene sea el del autismo, así que todas las críticas enriquecen”, agregó Coscia, con una humildad que al mismo tiempo servía para asegurar que Mar del Plata seguirá teniendo su festival. Esa fue toda una declaración de principios, luego de una edición plagada de problemas de producción y organización, con films que tardaron en arribar a la cita, entre ellos uno que finalmente quedó fuera de la competencia oficial. Con la exhibición de La soledad era esto, el film de Sergio Renán seleccionado como película de cierre, anoche se entregaron en el Auditorium todos los premios extraoficiales, y también los Ombú. Pero, como sucede en todos los festivales del mundo, los resultados se dieron a conocer para la prensa al mediodía. Y todos fueron recibidos con una llamativa aceptación, sin ningún amague de silbidos y con abundantes aplausos. Todo gracias a la salomónica decisión del jurado oficial, que repartió premios en todas las direcciones.
Tal como sucedió el año pasado, el Ombú de oro fue otra vez una sorpresa. Resultó ganadora la película colombiana Bolívar soy yo, una farsa que con mucho humor negro narra la locura de
un actor que abandona la grabación de una novela sobre el prócer venezolano, en desacuerdo con el guión. Y que en su locura se imagina ser el mismísimo Libertador, y llega a secuestrar al presidente como parte de su delirante búsqueda de justicia. “Es un film encantador y original”, le dijo a Página/12 el productor norteamericano Jon Davidson, uno de los integrantes del jurado. “Cuando se hace una comedia como ésta es muy fácil equivocarse, y este film nunca lo hace. Toca temas muy importantes en estos tiempos, y es casi una declaración política, pero lo más importante es que es muy divertida.”
Además de Davidson, los demás integrantes del jurado fueron la actriz mexicana Blanca Guerra, el director chileno Silvio Caiozzi, la crítica francesa Sylvie Pierre y la actriz argentina Mercedes Morán, la encargada de leer el veredicto del jurado presidido por la directora georgiana Nana Djorjadze. “Fue una tarea muy difícil decidir los premios, ya que el programa elegido fue maravilloso”, apenas si alcanzó a decir Djorjadze antes de entregarle el micrófono a Morán. Sin embargo, su descripción general de la competencia oficial fue por lo menos exagerada, ya que su bajo nivel fue evidente día tras día, a medida que transcurría del festival. Es verdad, sin embargo, que no fue la peor de la historia moderna de Mar del Plata, cuya competencia siempre dejó bastante que desear. Y que, además, hacia el final de su desarrollo mostró en la competencia oficial films de mayor calidad e interés.
Tal vez con una excesiva amplitud de criterios, el jurado oficial repartió premios generosamente, tratando de no dejar anadie sin el suyo. “Fue una lástima que se haya desperdiciado un premio como el de la mejor película latinoamericana, que debió ir a las manos de Bolívar soy yo, ya que si era la mejor del festival también era la mejor latinoamericana”, se lamentó la francesa Sylvie Pierre. Así, por ejemplo, fue como el Ombú de plata al mejor guión cayó en manos de la intrascendente El masajista místico, basada en una novela de V. S. Naipaul, flamante ganador del Nobel de literatura. A la hora de elegir un premio obvio, entre Bogdanovich y Szabó, el jurado eligió a este último como mejor director por su irreprochable Tomando partido. Esta película habla de la responsabilidad del arte frente a la dictadura, al describir el juicio al director de orquesta alemán Wilhem Furtwangler, apenas finalizada la segunda Guerra Mundial. La combinación de música clásica con dilema moral resultó irresistible, ya que el film de Szabó fue el gran ganador sumando premios oficiales y no oficiales. Uno de sus protagonistas (Stellan Skarsgard en el papel de Furtwangler) fue premiado con un Ombú de plata por su actuación, mientras que el film recibió el premio mayor de la OCIC (“por invitar al espectador tomar partido sobre la responsabilidad y participación del artista frente a un régimen genocida”) y también fue premiada su fotografía por la Asociación de Autores de Fotografía Cinematográfica (ADF).
Esta generosa vocación de reparto permitió que films disfrutables como Santa Maradona o El miau del gato recibieran su merecido premio. El film de Ponti se llevó el Ombú de plata al mejor actor (compartido con Skarsgard) para Líbero de Rienzo, y el de Bogdanovich obtuvo el más que merecido galardón a la mejor actriz para Kirsten Dunst. El premio especial del jurado terminó en manos de La Caja Negra, de Luis Ortega, otro de los grandes ganadores del Festival. Disputada entre el Festival de Buenos Aires y el de Mar del Plata, presente aquí gracias a que finalmente se consiguió el dinero para finalizarla, el film del menor de los Ortega fue la verdadera sorpresa en esta edición. A la mención del jurado oficial (“por la fuerza poética y humanística de sus emocionantes imágenes y palabras”), hay que sumarle una mención de la OCIC “por invitar a una mirada de la realidad del país desde personajes marginados socialmente”. De entre los films olvidados en el reparto de premios hay que rescatar El estadio de Wimbledon, fascinante aunque tal vez hermética. Entre los rescatados, en cambio, resalta Revolución Nro. 9, que recibió una mención especial.

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La ganadora del Ombú de oro: “Bolívar soy yo”, del director colombiano Jorge Alí Triana.
 
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