SOCIEDAD › UNA INVESTIGACION ARQUEOLOGICA SOBRE SU CASA NATAL

La verdadera cuna de Perón

Es una casa rancho en las afueras de Roque Pérez; un estudio histórico determinó que ésa, y no la de Lobos, fue la casa donde nació Perón. Ahora la Universidad de La Plata inició una investigación arqueológica y encontraron antiguos elementos. Harán un museo.

 Por Eduardo Videla

A simple vista, es una más de las tantas casas de campo que sobreviven, medio derruidas, en la provincia de Buenos Aires. Pero esta casa rancho, hecha de ladrillos y adobe, en las afueras de Roque Pérez –a 135 kilómetros de la Capital Federal– tiene un valor especial: de acuerdo con una investigación histórica, se trata de la casa natal de Juan
Domingo Perón. Un equipo de la Universidad Nacional de La Plata inició allí una investigación arqueológica destinada a determinar el perfil social y cultural de las personas que habitaron la casa, en especial los primeros, Mario Perón y Juana Sosa, los padres del General. La vivienda está abandonada y casi en ruinas. La municipalidad la compró para restaurarla y piensa hacer allí un museo histórico, el primero en esa comuna bonaerense.
La casa natal de Perón es un lugar para la controversia. La historia oficial sostiene que el ex presidente nació en Lobos (a 96 kilómetros de la Capital), y en esa ciudad hay una casa, declarada sitio histórico por la Legislatura bonaerense, donde habría nacido Perón. Contra esa hipótesis, se levantó otra, en la vecina Roque Pérez, sostenida primero en la tradición oral y luego en la investigación del médico e historiador Hipólito Barreiro.
La casa estuvo ocupada hasta 1995, cuando falleció su último habitante. Desde entonces quedó abandonada y se convirtió en un basural, donde ingresaban los cerdos de un vecino en busca de alimentos. La municipalidad la compró a principios de 2000 y el año pasado decidió convocar a investigadores de la Universidad de La Plata para realizar un relevamiento previo a la restauración.
El olor a humedad impregna el ambiente y se siente apenas se abren las puertas de maderas, atadas sólo con alambre. Pero el interior está fresco, pese al calor que agobia hasta en la sombra. Construida en ladrillos de 15 por 30 centímetros, con paredes revestidas de adobe, la casa tiene 48 metros cuadrados y está ubicada al fondo de un terreno de 20 metros por 37. La primera habitación pudo haber sido el dormitorio original de la casa: tiene piso de ladrillos, asentados sobre un contrapiso de arena y ladrillo molido. En el otro cuarto, el piso es de tierra apisonada. En ambos cuartos el techo es de chapa acanalada, aunque en uno de ellos sólo quedan vestigios. En la habitación del fondo se conserva el cielorraso de pinotea, con algunos agujeros que dejan ver los mechones de paja que, como colchón, amortiguan el calor entre la chapa y la madera.
“Es una típica casa rancho, pero que fue levantada por un constructor muy ducho, con materiales traídos desde otro sitio. Fue hecha por alguien exigente, con capacidad para pagar ese tipo de materiales”, dice la antropóloga Ana Igareta, del Departamento Científico de Arqueología de la UNLP. La casa, según los registros, fue construida en 1893, y en esa época los ranchos de la zona se hacían con paredes de adobe y techo de paja.
Igareta encabezó el equipo que excavó distintos puntos, dentro y fuera de la casa, en busca de elementos que permitan conocer usos y costumbres de los habitantes de la casa. Hasta ahora, se encontraron cartuchos de balas, botellas de vidrio y gres (cerámica) y restos de cuencos de barro cocido, realizados en un estilo que los arqueólogos identifican como de la época de “contacto hispano-indígena”.
La madre de Perón, Juana Sosa, era descendiente de tehuelches y vivía en Roque Pérez. Allí conoció a Mario Tomás Perón, un porteño que había llegado a ese pueblo, enfermo de tuberculosis, enviado por su padre, el médico Tomás Liberato Perón. La pareja compró varios lotes en la zona, que se escrituraron en 1892, y en uno de ellos hizo construir la casa. Una foto de 1894 muestra a la pareja frente a la casa ya construida. Sobre la fecha de nacimiento de Juan Domingo también hay controversia, pero el historiador Enrique Pavón Pereyra, en su biografía, dice que fue el 7 de octubre de 1893. ¿Por qué, entonces, Perón fue anotado en Lobos? “En esa época, Roque Pérez era el cuartel sexto del partido de Saladillo. La ley obligaba a anotar a los recién nacidos en Saladillo, que está a 52 kilómetros de aquí. Muchas familias de la época, sin embargo, preferían ir hasta Lobos, que queda a 30 kilómetros, cruzando el río Salado. Y para eso tenían que dar un domicilio de esa ciudad”, argumenta Elena del Barrio, a cargo del área de Turismo de Roque Pérez.
Los Perón vivieron en la casa hasta 1904. Después de ellos, habitó una familia italiana, de apellido Pippo de Ferretti, hasta 1927. Desde entonces, la casa perteneció a la familia Illesca, y su último habitante falleció en 1995.
El proyecto de investigación arqueológica surgió en agosto del año pasado, con una convocatoria de la Municipalidad a la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata. El Departamento de Arqueología presentó el proyecto en noviembre, y en enero comenzó el trabajo de campo. “Aceptamos, trabajamos por los viáticos y la comida”, aclara Igareta.
Primero hicieron una limpieza exhaustiva del terreno y la casa, y luego comenzaron las excavaciones. “El piso de ladrillo apareció después de sacar una capa de tierra con una escoba. Está muy bien conservado, por eso excavamos sólo en las partes donde había piezas rotas –relata la investigadora–. En las juntas, entre los ladrillos encontramos monedas y botones. Pero debajo de los ladrillos no se encontró más que tierra, lo que indica que no hubo construcción anterior en el lugar”.
Lo que llamó la atención fue la capa de arena y ladrillo picado, una suerte de contrapiso destinado a evitar el paso de la humedad, poco habitual en las construcciones rurales de la época. Las paredes de la casa están intactas: aún se conserva buena parte del revoque de adobe, que se perdió en dos paredes exteriores por acción de la lluvia.
En el exterior de la casa, los investigadores descubrieron el pozo de un aljibe, que debió tener una profundidad de 4 a 6 metros, pero donde excavaron solo hasta 1,80 metro. “Allí había botellas de vino y de cerveza, de gres, casquillos de bala de calibre 22 y 32, y de un rifle aún no identificado.
En otros puntos del terreno se encontraron restos de herramientas rurales: un serrucho con los dientes hechos a mano, una hoz, una tenaza, etcétera. También hay un viejo baúl y una pequeña cocina a leña, corroída por la intemperie, de fines del siglo XIX. “Otros elementos aparecieron porque los trajeron algunos vecinos que se los habían llevado, como las llaves de las puertas”, comenta Del Barrio.
“Ahora estamos en pleno trabajo de clasificación: determinar a qué período perteneció cada elemento”, dice Igareta. De las monedas encontradas, solo una data de la época de los Perón: 2 centavos del año 1892. Las demás son posteriores a 1919. A ese año pertenecen unas revistas femeninas que fueron halladas entre la cama y la pared del dormitorio.
La casa nunca tuvo instalación de luz ni de agua. “Los vecinos recuerdan que el último habitante de la casa iba a buscar agua al hospital, que está a una cuadra de aquí”, dice Igareta. Hubo en algún momento una bomba de mano, que fue robada.
“Aún nos falta encontrar el pozo de la basura y la letrina, además de seguir excavando en el aljibe”, dice la jefa del equipo de arqueólogos. Para preservar el lugar, la Municipalidad construyó un tinglado que cubre la casa. “El objetivo es recuperar la casa, evitar que se derrumbe, y convertirla en museo”, agrega Del Barrio. Preo las tareas de refacción no se pueden realizar hasta que no terminen los trabajos de excavación.
En cambio, se está trabajando en una casa vecina, ubicada en el mismo terreno, cuya construcción data del año 30. “También es una casa rancho. El objetivo es que allí funcione la administración del futuro museo”, dice la funcionaria municipal. En la restauración de la casa trabajan dos lugareños expertos en la construcción con adobe, una mezcla de barro,alfalfa picada y bosta de caballo. Es un ensayo para el trabajo en la obra principal.
“No queremos competir por la historia –aclara Del Barrio–, pero sí queremos afianzar nuestra posición con una investigación seria.” Detrás de un alambrado, la casa va camino a convertirse en un centro de interés para los que visiten ese rincón de la Pampa, cruzando el río Salado.

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Las paredes son de ladrillo con revestimiento de adobe.
 
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