ESPECTáCULOS › INES SANGUINETTI Y UN PROYECTO DE INCLUSION A TRAVES DEL ARTE

“El acto de crear unifica a la gente”

La pieza Los Nadies nació de un proyecto encarado por la bailarina y coreógrafa junto a la Fundación Crear Vale la Pena, en la que intervinieron habitantes de comunidades castigadas por la exclusión social.

 Por Cecilia Hopkins

“A la danza contemporánea yo comencé a verla como una cuestión muy marginal, por lo elitista y autorreferencial”, dice la bailarina y coreógrafa Inés Sanguinetti cuando se le pregunta cuáles fueron las razones por las que dejó de pertenecer a la prestigiosa compañía Nucleodanza y qué la decidió a entroncar su arte con la cuestión social. Hacía tiempo que no estaba satisfecha con esa búsqueda del lenguaje puro tan propio de la danza no narrativa. Fue por entonces que comenzó a participar “de costado” en las actividades de su marido (Juan Peña, profesor en Filosofía y cofundador de Crear Vale la Pena), quien estaba realizando una investigación en torno de las potencialidades de los barrios carenciados. Para Inés, que había comenzado su carrera en la danza mientras estudiaba sociología, en los ’70, este acercamiento a las villas venía a remover antiguos sinsabores: “Volver a los barrios significaba para mí remover fracasos colectivos muy profundos”, dice.
No obstante, la pareja fue armando una estructura de organización de apoyo tanto a microemprendimientos como a ciertos proyectos de educación no formal, además de proponer algunas acciones artísticas. Estos primeros esfuerzos fueron sumando protagonistas entre los vecinos de los barrios de La Cava y el bajo Boulogne hasta que, en 1997, la Fundación Crear Vale la Pena obtuvo su certificado legal de nacimiento. Con el objeto de organizar programas de inclusión social desde la práctica artística (música y danza, fundamentalmente), la Fundación cuenta hoy con dos centros culturales comunitarios y uno en peligro de extinción (ver recuadro). Allí es donde los vecinos –principalmente chicos y adultos jóvenes– toman clases, se capacitan y se convierten, a su vez, en docentes: ya hay quienes comenzaron como alumnos y ahora coordinan alguno de los centros culturales. La formación, entonces, es una de las garantías de continuidad, multiplicación y consolidación de este emprendimiento, del que participan antropólogos, docentes y artistas. “Se trata de descubrir nuevos territorios para el arte y nuevos lenguajes para la política”, destaca la directora. Si se le pregunta cómo se hace para entrar a una villa sin pertenecer al ambiente, Sanguinetti responde con una lógica de hierro: “A través de redes sociales, por el amigo del amigo de un amigo... como se metería uno en el Jockey Club”.
A Sanguinetti no le gusta que ensalcen su labor diciéndole que ella es “una bailarina buena que se ocupa de los pobres, de los que no tienen oportunidades”. Ella aclara que la experiencia le sirvió para entender cuestiones vitales para un artista: cuando comenzó a trabajar en los barrios supo que había encontrado respuesta a las preguntas acerca de para quiénes bailar y para qué hacerlo. “Ahí empecé a entender que yo, como persona que estaba viviendo en un contexto de oportunidad, podía revitalizar mi proyecto artístico a partir de una alianza con personas provenientes de un contexto de exclusión.” También puntualiza que “el acto de crear belleza y justicia unifica a gente de distinta procedencia en función de compartir valores y visiones”. Con sus colaboradores elaboró un programa de producción y educación artística ligado a la organización social, como un medio para lograr la promoción individual y el desarrollo comunitario. Y para encontrar aliados eficaces fueron ubicadas en cada barrio “personas con mucho liderazgo que, aunque estaban tomadas por el sistema político, como sucedía con las manzaneras de Duhalde, en realidad, tenían vocación de trabajar en otras cosas, por la voluntad política que manifestaban sobre el poder del arte: organizaban video-debates, clases de danza en los pasillos de las villas, clases de guitarra, talleres de autoayuda. Creían en el arte como en una potencia transformadora y generadora de un enorme capital social, para propiciar la posibilidad de soñar y saltar por sobre la aspereza de lo cotidiano”, concluye.
La primera de las oportunidades de salir del barrio le llegó a los integrantes de Crear... con la presentación en el C. C. Recoleta de Ponéme bonita para merecer, espectáculo de teatro danza dirigido por Susana Tambutti. La segunda sucedió en marzo de este año, cuando un grupo de intérpretes viajó a Alemania para participar de la primera edición del festival internacional Play Mas que, bajo el tema del arte para la transformación social, reunió a jóvenes alemanes que trabajan con refugiados de guerra de Africa y el sudeste asiático, jóvenes de Trinidad y Tobago e India. La obra estrenada (Los nadies o Die Niemands, como se llamó en alemán) puede verse los jueves a las 21 en el C. C. de la Cooperación (Corrientes 1543). La mayor parte de sus intérpretes provienen del Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza, de La Cava y del bajo Boulogne. Las secuencias fueron coreografiadas, junto a los bailarines, por un equipo de lujo: Andrea Servera, Gustavo Lesgart, Susana Sperling, Tambutti y Sanguinetti, en tanto que el entrenamiento actoral estuvo a cargo de Adhemar Bianchi. La música fue obra de José María D’Angelo, el vestuario de Martín Churba. La obra fue presentada en el prestigioso teatro Kampnagel de Hamburgo, especializado en nuevas tendencias. “La obra habla acerca del estado de violencia que se vive en el país y en el mundo, como gesto global, pero reflejado en las relaciones entre personas de diferente edad y sexo, en el avasallamiento y la descarga mutua de resentimientos y hostilidades.” Si bien es muy estimulante para los integrantes de Crear... el concretar experiencias fuera de los barrios e incluso en el exterior, Sanguinetti tiene en claro que “la idea es trabajar desde las comunidades, con la intención de que lo que sale del barrio vuelva al barrio: así La Cava dejará de ser el lugar que elige PuntoDoc para mostrar a un drogadicto... porque finalmente la mirada de los medios que se enganchan con la estética de la marginalidad y la pobreza, tiene la misma perspectiva de la que viene de Recoleta”.

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