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Los planes de Stella para una temporada complicada

El secretario de Cultura de la Nación trazó ayer los principales lineamientos de su gestión para el 2002.

El mayor de los problemas argentinos de hoy no es el económico sino la falta de identidad, piensa el secretario de Cultura, Rubén Stella. Por eso, “pasamos de sentirnos campeones del mundo a sentirnos una basura con una facilidad espantosa”. La mejor labor que una Secretaría de Cultura de la Nación puede intentar, formuló entonces al anunciar ayer sus líneas de trabajo para este año, es hacer un aporte a la búsqueda de la identidad. “O mejor dicho: al reencuentro, la recuperación, la reformulación de la identidad”, dijo el funcionario, que presentaba también en sociedad a su vasto grupo de colaboradores. Para Stella, cultura es política, sin vueltas. “Es en esta consolidación de nuestra identidad cultural -escribió en un paper que preparó para la reunión– desde donde surgirá el diálogo y los acuerdos que nos permitan encontrar las modalidades políticas y económicas que nos posibiliten superar la crisis actual.”
En la práctica, en base a un presupuesto que es el 0,45 por ciento del total del presupuesto nacional, Stella intentará llevar a cabo una tarea que supone titánica, basada en tres puntos básicos, enmarcados en la estrategia de largo plazo descripta en el párrafo inicial. El primer punto es intentar aprovechar a full los recursos de que dispone la secretaría, algunos de los cuales parecían bastante ociosos. El segundo, aprovechar el 25 de Mayo, el 9 de Julio y el 17 de Agosto para proponerle a la sociedad jornadas de fiesta o reflexión sobre la condición argentina. El tercero es intentar convencer a la sociedad de la importancia del patrimonio cultural nacional, para que, a su vez, pueda cuidar de él. Nacional y popular a ultranza, Stella buscó ayer subrayar que pone su labor “a consideración de la gente”, una vez que haya tenido un tiempo de gestión.
Stella dejó a cargo del subsecretario Rodrigo Cañete una descripción del intento que hará por recuperar los Premios Nacionales, que desde hace un lustro suman una serie increíble de idas y venidas, que incluyen convocatorias a jurados que jamás se reunieron, cantidades nunca pagadas, y una molicie que habla de las tortuosas relaciones de los funcionarios con las obligaciones. Además de Cañete lo acompañaban los nuevos directores nacionales, Teresa Anchorena, Carlos Navajas, Luis Barone, Eduardo Rodríguez Aguibel y Martín Juan Repetto, así como los directores de la Biblioteca Nacional, Silvio Maresca; del Instituto de Cine, Jorge Coscia; de la Comisión de BIbliotecas Populares, Miguel Angel Avila; del Teatro Cervantes, Julio Baccaro; y del Instituto de Teatro, José María Paolantonio.
Stella puntualizó que está cansado de que los argentinos “seamos campeones morales” y aunque los plazos de su gestión serán cortos, intentó comunicar la idea de que, como en la canción de Joan Manuel Serrat “Bienaventurados”, de algún modo debe ser beneficioso estar en el fondo del pozo, porque cualquier paso será hacia adelante. “Todo logro en estos otros campos es parcial, ante las carencias que nos abruman, pero todo paso adelante en la dirección correcta es un paso hacia adelante en el camino que nos lleve a una Argentina de pie y en paz”, decía su paper.

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El Secretario de Cultura de la Nación, Rubén Stella, entre la luz y la oscuridad.
 
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