ESPECTáCULOS › “HISTORIAS DE TERROR”, UN CICLO DE DOCE UNITARIOS

Como el cine, pero en la TV

Buscando demostrar que “mantener esa absurda división entre los dos medios ya es algo arcaico”, doce cineastas entregan a partir de esta noche en Canal 7 sus películas de terror en formato chico.

 Por Emanuel Respighi

Derribado definitivamente el prejuicio que en otra época logró enfrentar al mundo del cine con el de la televisión como ámbitos diferenciados y excluyentes, la alianza que de un tiempo a esta parte se comenzó a consolidar entre los trabajadores de uno y otro medio tendrá este año una nueva sinergia. Desde esta noche, todos los martes a las 23, el canal estatal será el vehículo mediante el cual los televidentes podrán disfrutar de un ciclo de ficción realizado por cineastas, con lenguaje cinematográfico, pero para televisión. Coproducción entre el 7 y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Historias de terror es el título del ciclo conformado por doce unitarios, cuya temática girará en torno del terror. Una propuesta que, a tono con la actualidad televisiva (mañana Telefé estrena Sangre fría), intentará recuperar la atracción de un género cuyo máximo y casi único exponente televisivo fue Narciso Ibáñez Menta, fallecido semanas atrás.
Suerte de continuación de Ensayo, el ciclo que el año pasado también se emitió por la pantalla estatal y contó con la producción del Incaa, Historias de terror volverá a poner a directores provenientes de la pantalla grande frente al desafío de contar una historia para un medio masivo y peculiar como la TV. Pero si el año pasado la intención de elevar la calidad de las ficciones televisivas había naufragado en la dispersión causada por episodios de géneros diversos, y por la propuesta de emitir junto a la historia ficcional el proceso de realización, en esta edición estará delimitado por el género de terror como hilo conductor. “No se mostrará el proceso de realización de las ficciones sino que cada capítulo contará una historia de una hora de duración: serán doce miradas diferentes sobre un mismo género”, subraya Alexis Puig, guionista y cineasta que está a cargo de la dirección de contenidos de Historias de terror.
Rodado absolutamente en interiores, cada uno de los episodios (ver aparte) está rodado en formato Betacam. Si bien no está rodado en fílmico, la modalidad de trabajo que se utilizó es semejante a la que se emplea en el cine: los directores ruedan con monitor en estudio, grabando todo el material y posteriormente montando la edición final de la película. “Que detrás del ciclo estén directores de cine es, más allá de la necesidad por la producción del Incaa, un plus interesante: le pueden aportar una mirada distinta de la que se acostumbra a ver en TV, ya que hay otra formación y otro tipo de elaboración del trabajo”, explica Puig.
En el mismo sentido que Puig, el director Alejandro Malowicki celebra la unión que la TV y el cine estrecharon últimamente, derribando barreras que ya no responden a la coyuntura mundial actual. “Es una iniciativa importante que los directores de cine incursionemos en la TV, porque el mundo de hoy es audiovisual. Seguir manteniendo esta absurda división entre la TV y el cine me parece que ya es arcaico, sobre todo teniendo en cuenta que en Estados Unidos es muy común esta comunión de esfuerzos entre uno y otro medio. Tanto el cine como la TV les están aportando cosas a ambos géneros, se retroalimentan”, explica el director de Pinocho y PyME, el film que se estrenó en el interior del país y que llegará a la cartelera porteña el año próximo.
Entre las dificultades que encontraron los directores al trasladar su dinámica cinematográfica a la pantalla chica, la respuesta fue unánime: el tiempo. “No hay diferencias en cuanto a lo que uno quiere contar, pero sí en el cómo lo hace. No es lo mismo rodar una hora de cine en cuatro semanas que rodar una hora de TV en tres jornadas. Uno tiene que escribir un guión y trabajar con los actores en función de esa producción pautada”, subraya Malowicki. Condicionado por esa limitación temporal, Santiago Oves prefirió entonces adaptarse al medio y no intentar trasladar su trabajo cinematográfico a la TV. “Yo me propuse hacer algo para TV y no para cine: no me confundí”, apunta el director de El verso, Asesinato a distancia, Gallito ciego y la reciente Conversaciones con mamá. “Lo que tiene deventajoso la TV –continúa– es que uno termina todo en video: desde las trucas hasta los efectos especiales y la musicalización, sin necesidad de recurrir al laboratorio. Claro que eso redunda en la calidad: en el medio audiovisual el tiempo es la calidad.”
A la búsqueda de aprender algo nuevo, Cristian Pauls se decidió por utilizar la propuesta para experimentar en un género que le era ajeno. “Traté de trabajar –dice– con pocos elementos: los actores, la puesta en escena y una manera de filmar a la que la TV no está habituada, como los travellings. Quise escaparme de los clichés del género, como los efectos especiales y los movimientos de luz. Uno no aprende nada de eso: sólo confirma reglas que ya existían y en general se las aplica mal.” Pese a que reconoce el valor de la propuesta, el director de Sin fin, Por la vuelta e Imposible señala que el Incaa debería repensar este tipo de iniciativas. “Hay que replantear las condiciones de producción. No es posible hacer un programa de calidad cuando es imposible hacer travellings porque los pisos del canal están arruinados. Y no estoy pidiendo utilizar una grúa de cuarenta metros sino algo elemental para cualquier cineasta: poder mover la cámara con suma libertad”, dispara, trayendo nuevamente al tapete el histórico debate sobre qué se debería hacer con Canal 7.

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Los directores convocados dejan de lado los prejuicios y buscan aprovechar el cruce de formatos.
 
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