ESPECTáCULOS › IFPI Y EL “REPORTE DE PIRATERIA COMERCIAL” 2005

La maldición del Perla Negra

Según el informe, el año pasado el mercado pirata creció un dos por ciento. Treinta y un países, incluyendo a Argentina, superan el cincuenta por ciento, un negocio que hace temblar a la industria.

 Por Eduardo Fabregat

En los últimos años, se convirtió en una (desagradable) costumbre: cuando llega junio, la industria discográfica se echa a temblar. Justo en la mitad del año, IFPI (International Federation of the Phonographic Industry) publica su Commercial Piracy Report, el diagnóstico final del estado de las cosas en la guerra contra la piratería durante el año anterior. A pesar de que en los últimos tiempos la industria contabiliza más de un avance –tanto en el intento de frenar la descomunal producción pirata como en el desarrollo de formas alternativas de comercialización–, el Reporte suele venir cargado de nubarrones. Y este año no es la excepción: según la auditoría presentada ayer por John Kennedy, presidente de IFPI, la piratería de música creció durante 2004 un 2%, llegando a 1200 millones de unidades (por un monto estimado en 4600 millones de dólares) vendidas en el mundo y duplicando las cifras del año 2000. Así, el mercado paralelo global llegó a un 34%: una vez más, el hit que ocupó el primer puesto de los rankings en el mundo no fue de Eminem o U2, sino Uno de cada tres discos es pirata, de autor anónimo.
Este año, la presentación del CPR cambió de sede, y no por casualidad: en vez de mostrar las cifras en Londres, como era usual, la IFPI hizo el acto en España, el país europeo más seriamente afectado, donde la venta de CDs ilegales causó una reducción de un tercio del mercado legal en los últimos tres años. Allí, Kennedy abrió el fuego con el anuncio de ese 2% de crecimiento, que muestra una ralentización de la tasa de crecimiento pero esconde cifras más preocupantes para la Federación de compañías discográficas: en 2004, 31 países (incluyendo a la Argentina, ver aparte) alcanzaron niveles de piratería iguales o mayores que su mercado legal, contra 23 países de 2003. Los nuevos socios del club del 50% o más alcanzan a Chile, varios países de América Central, República Checa, Grecia, India y Turquía. Es un rastreo que da cuenta de una parte del fenómeno, ya que este Reporte se concentra sólo en la piratería industrial (es decir, fabricantes de “clones” o medianos y grandes piratas dedicados a copias discos en CD-R) y deja el análisis de lo que sucede en internet y la piratería casera para el informe Online Piracy.
Como es costumbre, el informe de IFPI pone el acento en un paquete de diez “países prioritarios”. A la cabeza está China, por el elevado nivel de piratería (85%) y por el volumen de ese mercado paralelo, que mueve 460 millones de unidades. El peor alumno de Latinoamérica es Paraguay, donde el mercado legal quedó reducido hace tiempo al 1% y en 2004 el pirata movió 20 millones de copias. Para IFPI, Paraguay resulta clave como puerta de entrada a miles de CDs en blanco que siguen viaje a países vecinos como Brasil y Argentina. La tierra de Lula, precisamente, también ingresó en la lista roja de los diez, con el 52% de su industria tomado por un negocio que mueve 73 millones de unidades. Allí también aparecen India (56%), Indonesia (85%), México (60%), Pakistán (59%), España (24%), Ucrania (68%) y Rusia (66%), el segundo mercado pirata del mundo, con 243 millones de unidades y una política oficial algo negligente. De allí que IFPI insista una y otra vez con la necesidad de seguir apretando la legislación: “Una mirada global indica que se están realizando progresos, especialmente entre los diez más afectados”, señaló Kennedy. “Pero demasiados gobiernos todavía enfrentan el problema solo con buenas intenciones y promesas incumplidas. Eso no es suficiente. Se necesitan acciones apropiadas, sanciones severas y compromiso político.”
Además de los operativos centrados en la comercialización a mediana o gran escala, los capitanes de la industria volvieron a destacar la sobrecapacidad de producción de discos vírgenes en once países: el primer lugar está cómodamente ocupado por Taiwán, que fabrica anualmente 10.700 millones de unidades, con una demanda interna de apenas 300 millones. En total, las principales plantas productoras de CDs ponen en la calle 26.650 millones de disquitos, contra una demanda interna de 2.130. Y parece claro adónde van a parar los 24.520 millones de CD-Rs listos para desenvolver y usar. El año pasado, las acciones legales en el mundo cerraron 87 plantas e incautaron 28.350 quemadoras de CDs y 45 millones de discos, casetes y DVDs: México fue el escenario del mayor secuestro de la historia, cuando en noviembre de 2004 se capturaron nada menos que 15,8 millones de discos en blanco.
El baile de cifras viene con el cartelito de “continuará”. Pero también sería sensato que, entre tantas recomendaciones a diestra y siniestra, la industria mirara hacia adentro: quizás un cambio en la política de precios ayudaría a que la gente dejara de ponerse el parche en el ojo.

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En 2004, el mercado paralelo movió 1200 millones de unidades, unos 4600 millones de dólares.
 
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