EL PAíS › CAVALLO DIJO QUE VUELVE AL PAIS PARA LUCHAR POR LA GENTE Y LA PATRIA

¿Quién dijo que todo está perdido?

Luego de días de rumores, Cavallo confirmó su vuelta. Se presentaría como candidato a diputado en la Capital Federal por su partido. La decisión podría restarle votos a la alianza de López Murphy y Macri. Los encuestadores coinciden en que tiene pésima imagen.

 Por Fernando Cibeira

La patria no tiene de qué preocuparse. A lo largo de la historia, siempre hubo prohombres dispuestos a dejar todo por ella y ayer Domingo Cavallo se anotó en esa lista. “Tengo decidido volver a la Argentina a luchar por mi patria, por mi gente, por mis ideas”, anunció. De esa forma, el creador de la convertibilidad de los ’90 y del corralito de 2001 confirmó que está a un pasito de lanzar su candidatura a diputado para las elecciones de octubre por su partido Acción por la República (AR). La noticia, que había circulado como rumor en los últimos días, dejó helada a buena parte de la dirigencia política, empezando por el centroderecha que no supo cómo reaccionar. Aunque los encuestadores anticipan que Cavallo no será precisamente un tractor de votos como candidato en la Capital Federal, lo poco o mucho que pueda sacar iría en detrimento de las posibilidades de triunfo de Mauricio Macri. Al fin de cuentas, tal vez lo de Cavallo sea de verdad un acto por la patria.
“Estoy muy entusiasmado con la idea de volver a servir a mi país”, anticipó ayer el ex ministro. Al parecer, ese servicio no lo estaría cumpliendo manteniéndose lejos y dando clases en Estados Unidos, sino que lo haría de campaña una vez más en la ciudad. El ex ministro explicó que lo que lo seduce de volver al ruedo es la posibilidad de explicar la crisis que sufrió el país y que, a su entender, él tendría poco que ver.
La idea de su candidatura surgió de un grupo de dirigentes de la juventud de AR que sentía que el exilio de su líder había dejado un vacío imposible de llenar. Encabezados por Martín Grynblat, fueron a ver a Cavallo el viernes pasado a su departamento de Libertador y Ocampo y le tiraron la idea. Desde entonces, el ex ministro sostiene que lo está pensando y no ha conseguido resolverlo. Sin embargo, en su entorno afirman que la candidatura ya es un hecho.
A Cavallo lo interceptó una radio ayer a la mañana, a la salida de la tradicional confitería Rond Point, en Figueroa Alcorta y Tagle, a metros de su oficina. Uno de los termómetros del ex ministro en sus vueltas periódicas al país ha sido animarse a salir por la calle. Según cuentan, cada vez recibe menos gestos de repudio. Eso sí, hasta ahora no superó los límites de Palermo Chico.
La sorpresiva reaparición en escena de Cavallo generó reacciones en la casi extinta AR. Hubo sectores que acusaron a Grynblat de inventar la candidatura del ex ministro para ir él como primer legislador de la ciudad. Con un módico 3 por ciento, Grynblat conseguiría su propósito de ingresar a la Legislatura. ¿Cuál sería el beneficio para Cavallo? “Reintegrarse a la escena política”, explican.
Página/12 reveló el miércoles que el propio titular de la AR porteña, Guillermo Francos, se oponía a la postulación y prefería integrarse a la alianza de derecha conformada por Ricardo López Murphy y Mauricio Macri. De hecho, en la provincia de Buenos Aires, AR apoya a López Murphy. Pero, luego de percibir que lo de Cavallo no tiene marcha atrás, Francos revisó su postura. “Cavallo no quiere seguir cargando con responsabilidades que no le corresponden”, lo justificó.
Mingo superstar
Y es lógico que Cavallo sienta que está faltando algo en su vida porque fue por largos años protagonista principalísimo de la realidad argentina. Su primera responsabilidad de gestión la tuvo en 1982, cuando ocupó por 53 días la presidencia del Banco Central. La brevedad no le obstaculizó para estatizar la deuda privada de las empresas. En 1991 llegó al Ministerio de Economía de la mano de Carlos Menem y creó la convertibilidad, la criatura que lo hizo famoso. El final sucedió en 1996, con las denuncias de mafias en el poder.
Fuera del gobierno, Cavallo armó su propio partido. En las presidenciales de 1999 quedó tercero, con casi 2 millones de votos. Pero un año después cayó en la elección a jefe de Gobierno porteño frente a Aníbal Ibarra, resultado que lo hizo perder los estribos en público.
Parecía que su carrera entraba en un justificado ocaso, pero Fernando de la Rúa lo rescató en marzo de 2001 al designarlo de nuevo ministro. Cavallo armó su reentré de la mano de un discurso casi keynesiano, prometiendo aumentos y reactivaciones. Pero a poco de andar demostró que su única carta era mantener el 1 a 1 e insistir en nuevos ajustes, política que había alcanzado para convertirlo en un niño mimado de los organismos internacionales. Pero el plan ya no daba para más, los capitales huían despavoridos y Cavallo bosquejó el corralito, su lápida.
Con los cacerolazos sonando en la puerta de la Casa Rosada, lo primero que hizo De la Rúa fue echar a Cavallo. Los manifestantes celebraron la noticia con aplausos. El ex ministro debió escapar en un vehículo con vidrios polarizados y pidió seguridad para él y su familia. El ocaso se volvió total cuando estuvo detenido en la causa por la venta ilegal de armas a Ecuador y a Croacia, igual que Menem.
Pulverizada su fama de salvador de economías, a Mingo se le terminó el negocio de las conferencias en el exterior. Gracias a su amigo, el ex secretario de Estado norteamericano Larry Summers, consiguió un conchabo como docente en una cátedra de estudios latinoamericanos en Harvard.
En los últimos tiempos, Cavallo mostró por dónde va su pensamiento a través de su página de Internet. Hace un par de semanas le respondió un mensaje a un joven empresario: “Duhalde, Alfonsín y muchos otros dirigentes mediocres de la Argentina han logrado que los argentinos devaluemos no sólo nuestra moneda sino también nuestras aspiraciones”. Por otro lado, no se leen allí críticas al gobierno de Kirchner, pero sí a los medios. Cavallo los acusa de haberlo “silenciado durante tres años”.
Por si quedaban dudas, el ex ministro aclaró ayer que no se arrepiente de nada. “Siempre hice todo con la mejor intención”, subrayó. Ni la crisis más profunda de la historia argentina ni las cacerolas consiguieron hacerlo cambiar de opinión.
Muchos dirigentes opositores le adjudicaron al Gobierno la autoría ideológica de la poco lógica reaparición de Cavallo en campaña. El objetivo sería perjudicar a López Murphy y Macri. Por un lado, les sacaría votos que en una elección peliaguda como pinta la porteña podrían resultar decisivos. Por otro, los vincularía ideológicamente con un personaje desprestigiado. López Murphy y Cavallo siempre han mantenido una relación amistosa y en provincia van en alianza. Ayer, las dos cabezas del frente derechista no quisieron opinar mucho al respecto. López Murphy se preguntó si no se trata de “una maniobra de acción psicológica” (ver aparte).
Un cercano ex colaborador del ex ministro descartaba cualquier incidencia de la Casa Rosada en la decisión: “Ahora puede que el Gobierno lo aproveche, pero Cavallo resuelve esto solo. Tanto él como Sonia están convencidos de que la gente no entendió lo que sucedió en el país y que cuando salgan a explicarlo, su imagen va a cambiar”. Ver para creer.

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De paso por Buenos Aires, Domingo Cavallo prometió volver en breve para “luchar por mis ideas”.
 
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