ESPECTáCULOS › “MADAGASCAR”, DE DARNELL/MCGRATH

Pingüinos psicóticos y animales en fuga

En el film de Dreamworks, los momentos de delirio logran resolver los baches de guión.

 Por Martín Pérez

Niños y animales. Dicen los que saben dentro del negocio del espectáculo que nunca hay que compartir una película con alguno de ellos. Porque, no importa lo que hagan, siempre los aplausos se los llevarán ellos. Pues bien, en Madagascar nadie corre ese riesgo. Porque, para empezar, es una película animada. Y los actores son los animales. Sus voces, al menos. Y los niños... bueno, los niños, en el momento más enfermizo de la fantasía de su león protagonista, son una multitud de bifes que saludan el show de un animal eminentemente carnívoro. Pero a no temer, padres preocupados, porque semejante imagen es apenas un desvarío momentáneo dentro de una película que cuenta las aventuras de un león egocéntrico, una jirafa hipocondríaca, una hipopótama maternal y una cebra en crisis de la mediana edad. Ah, y no hay que olvidar a un grupo de pingüinos psicóticos y desquiciados, sin los cuales una película como Madagascar perdería mucho de su encanto.
Si hay que celebrar algo en este trabajo de dos jóvenes veteranos de las guerras más recientes de la animación como son Eric Darnell (uno de los directores de la fallida Hormiguitaz) y Tom McGrath (cuyo currículum incluye haber dirigido algunos capítulos de Ren y Stimpy), es que han sabido explotar la mejor virtud de su producto: que sus animales son un encanto. Con perdón de aquellos que disfrutan de contar la cantidad de pelos animados por computadora o de los que celebran las referencias del mundo del cine en sus dibujos, pero Madagascar es una película en la que los que más se divierten son los que han agarrado el lápiz. O, en este caso, movido el mouse. Es cierto que su guión deja bastante que desear, sobre todo en su segunda parte. Ahí están esos seudohomenajes a Carrozas de fuego o Belleza americana para demostrarlo, manotazos de ahogado una vez que la historia llega a la playa y, paradójicamente, se hunde cada vez más. Tal vez porque la primera parte de la película es demasiado avasallante y se basta por sí sola, planteando personajes e historia con una bulliciosa contundencia, a partir de esos animalotes que llenan de placer con sólo mirarlos.
La historia de Madagascar es la de un grupo de animales consentidos, que sin embargo deciden –al menos algunos de ellos– experimentar la vida salvaje. Y así es como terminan, efectivamente y a su pesar, en la selva. Exageradamente neoyorquinos –el león, la cebra y todos los demás–, se encontrarán en Madagascar con unos nativos que actúan ante ellos como lo harían los salvajes que Abbott y Costello solían encontrar en sus viajes. Delirante hasta rozar en el sinsentido (especialmente cuando esos salvajes... ¡bailan!), y por momentos aburrida cuando a base de diálogos de serie de cable pretende recobrar ese sentido perdido, Madagascar se disfruta justamente por esos excesos animados en los que cae por no tener más que decir. Película menor dentro del universo de Dreamworks, tal vez por eso Madagascar está libre de los exitosos pecados de El espanta tiburones, una película cuya gracia se diluía en referencias efectistas. Aparentemente dejada a su suerte, considerando corporativamente suficienteque sus animales sean taaaaaan encantadores, Madagascar tal vez sea la película más slapstick de la última animación digital, en la que un guión que se hunde ha obligado a sus animadores a tener que divertirse frente a sus computadoras para poder salvar la ropa. Y así es como resulta realmente descostillante ver caminar a esos pingüinos una y otra vez, delirantes personajes secundarios devenidos en ejemplo indispensable de cómo hacer mucho con muy poco.



7 MADAGASCAR
Estados Unidos, 2005
Dirección: Eric Darnell y Tom McGrath.
Guión: Mark Burton, Billy Frolick, E. Darnell y T. McGrath.
Edición: Clare De Chenu, Mark Hester y H. Lee Peterson.
Arte: Kendal Cronkhite.
Música: Hank Zimmer.
Voces (versión subtitulada): Ben Stiller, Chris Rock, David Schwimmer, Jada Pinkett Smith, Sacha Baron Cohen, Cedric the Entertainer y otros.

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El encanto de los animales de Madagascar basta para darle lustre a la película.
 
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