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“No se puede estar ajeno a semejante terremoto”

El músico Pedro Aznar, que hoy se presenta en el ND Ateneo, señala que los temas de su último cd “Parte de volar” fueron escritos antes del estallido de diciembre, pero “parecen concebidos el día después”.

 Por Cristian Vitale

“Muñequitos de papel, mazapán y cordel/ Quien les puso el cascabel vino a ver, bailen bien/ Testaferros del poder, sin querer/ Cancerberos del querer sin poder.../ ¿Qué ha quedado del país? Este gris/ El color de subsistir no es vivir.” La canción, “Muñequitos de papel”, pertenece al undécimo disco solista de Pedro Aznar, el notable Parte de volar, y expresa el compromiso del artista con su tiempo. El ex Seru Giran combina su fina poesía con una música inspirada, y su propuesta debe entenderse como un todo. Aznar no es partidario de analizar lo que escribe, abstrayéndolo de lo musical. “Las letras se cuentan a sí mismas”, dice, y luego agrega: “Mis preocupaciones sociales son las mismas de siempre. Escribo crónicas de la realidad desde ‘Paranoia y soledad’, del primer disco de Seru, desde que tenía 19 años”.
Aznar presentó anoche Parte de volar, sucesor de Huella en la luz (2001), y repite esta noche en el ND Ateneo. El cd incluye versiones de otros artistas y temas propios. “Me dieron ganas de reunir todas las canciones en una, porque conforman un cuento común por temática e intención”, explica. El largo cuento, entonces, lo hermana con grandes figuras de la música popular latinoamericana. Con “Dicen que dicen” o “Zapatillas y libros”, temas de su autoría, conviven temas de Atahualpa Yupanqui (“El árbol que tú olvidaste”), de María Elena Walsh (“Como la cigarra”) o de Víctor Jara (“Deja la vida volar”), este último incluido en el Tributo rock a Víctor Jara, que tuvo gran repercusión en Chile. “En la Argentina –opone–, el disco quedó relegado a una elite, porque no se le puso trabajo detrás. Además no sabría medir la popularidad de Jara aquí. En Chile, en cambio, es un héroe nacional. Presenté mi disco en el estadio que lleva su nombre ante 3 mil personas y fue algo muy intenso. Tocar en el lugar donde lo torturaron y mataron fue fuerte.”
Aznar dice que se sintió muy conmovido por el estallido popular de diciembre pasado. “Lo que pasó será recordado como AC/DC (antes del cacerolazo, después del cacerolazo). Marcó un cambio de época. Estamos en un nuevo mundo. En mi caso, me cambió porque nadie puede estar ajeno a semejante terremoto. Pero no fue una sorpresa, no vivo en una burbuja. Mis canciones de Parte de volar fueron compuestas antes de diciembre. Sin embargo, parecen concebidas el día después. Fueron 25 años de frustraciones que nos hicieron brotar a todos. Y como artista leo esa realidad.
–¿Todo artista es un militante social?
–¿Hay alguien que no lo sea?
–Spinetta, por ejemplo, parece componer fuera de la realidad o en sus márgenes, lo que no siempre implica que lo haga desde la irrealidad...
–Es probable, no todo artista es un comentarista social. De todas maneras, creo que siempre se habla del tiempo y del lugar en que vivís. Podés ser más o menos abstracto, pero siempre estás insertado en lo que te rodea. Luis se mete en la realidad argentina a través de canciones como “Resumen porteño” o “Las golondrinas de Plaza de Mayo”.
–Decía antes que estamos en otro mundo. ¿Qué le sugiere?
–Hay una frase preciosa de Chomsky: “El optimismo es una estrategia para un futuro mejor”. Si analizo lo que veo y siento, no me pongo contento, pero eso no me quita ser optimista. Si te entregás a que todo sea una porquería, efectivamente todo va a ser una porquería. Tenemos una gran responsabilidad, aunque la realidad devenga hacia lo peor.
–¿Cuál debería ser el aporte de los artistas en este contexto?
–Podés silbar bajo la lluvia, podés no entender nada o comprometerte. Yo opero desde mi necesidad moral: puedo hacer pavadas porque no me da la sensibilidad para tal cosa, pero no porque me haga el estúpido. Mi obra no está concebida así nomás y no digo esto en términos de prolijidad. Muchos creen que estoy 400 horas con una nota. No soy un paradigma del estudiosode la música. Hay canciones que las sueño y las escribo en cinco minutos al levantarme, o cosas que las dejo crudas... como vienen.
–¿Por qué cree entonces que se lo considera un meticuloso?
–Porque a otros músicos la misma crudeza les demandaría muchas horas de trabajo. No lo digo por arrogante sino por todo el trabajo que ya le puse a la música, ese que me permite obviar ciertos pasos en la composición. Ahora toco y no tengo que estar pensando cuál es la extensión del acorde de séptima, etcétera. Las ideas van de mi cabeza a mis manos, sin filtros.
–Lo mismo pensaba Charly hace 24 años cuando lo invitó a unirse a Seru...
–Charly conoce mi cuento desde la raíz, de la misma manera que yo conozco el suyo. Los que dicen que es un descuidado, se equivocan. Hay una intención estética detrás de su obra y yo en este sentido me parezco a él.
–Sus últimos cuatro discos fueron publicado por Tabliz, su propio sello. ¿Qué opinión tiene sobre la gestión independiente?
–Es mucho sacrificio, pero nadie te controla. Si bien tuve experiencias buenas como David y Goliat (1995), también tuve malas. Las discográficas tienen códigos que muchas veces nada tienen que ver con el arte.
–EMI reeditó dos discos de Alas, grupo de culto en el que usted participó.
–Me puso contento. Pinta tu aldea tuvo una suerte turbulenta en su momento, porque se editó a cinco años de la separación del grupo (1983), en medio de una escena musical radicalmente distinta que lo convirtió en anacrónico, cuando en realidad refleja un excelente momento de la música nacional en los últimos 30 años.

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Pedro Aznar dice que habla del tiempo y del lugar en que vive.
 
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