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–¿Cómo ingresa la música popular en sus composiciones?
–¿Esa buena música que jamás llegará al pueblo? Creo que por mi formación, que fue esencialmente en Argentina, y con maestros como Gerardo Gandini, Francisco Kröpfl y Carmelo Saítta. Provengo de una familia de músicos. Mi padre era ingeniero, pero tocaba el cello y cantaba. Aprendí piano, y a los 18 años ya estaba en Buenos Aires con una beca de la Dirección de Cultura de Entre Ríos y una carta de presentación del poeta Juan L. Ortiz. Era muy joven cuando con Ortiz escuchábamos las grabaciones de Stockhausen. A veces yo no sabía exactamente si lo que estaba oyendo era música contemporánea o interferencias, porque las había siempre en el receptor. Se me ocurre que hay una línea secreta que me unió a personas tan extraordinarias como Ortiz, Kröpfl y Roberto Villanueva.