SOCIEDAD › LA REVOLUCION QUE SE VIVE EN LOS CUARTELES POR LA AVANZADA FEMENINA

Mujeres de armas llevar

Ya hay casi mil mujeres oficiales, entre ellas la primera coronela, y tres mil suboficiales. Las tres fuerzas armadas se acostumbran a ellas en todos los ámbitos, cambian reglamentos y costumbres, y se pueblan de jardines maternales.

 Por Mariana Carbajal

En Campo de Mayo hay una mecánica que trabaja en la reparación de helicópteros: es la primera “helicopterista” y la única de todas las Fuerzas Armadas. En diciembre llegó una enfermera al destructor Almirante Brown, con base en Puerto Belgrano. Los doscientos tripulantes la miraron impávidos: siempre habían sido atendidos por enfermeros. No llegó sola: con ella embarcaron dos electricistas mujeres. En su último viaje de instrucción, en 2007, la Fragata Libertad llevó por primera vez tripulación femenina, la primera camada de egresadas de la Escuela Naval. En el primer puerto que amarró el barco escuela tuvo que dejar a dos de las guardiamarinas para que pudieran regresar a Buenos Aires. ¿El motivo? Se dieron cuenta a bordo de que estaban embarazadas. La Armada puso en marcha un programa contra la violencia doméstica y hace dos semanas la Fuerza Aérea abrió una Oficina de la Mujer. Son las nuevas postales de las FF.AA., impensadas pocos años atrás, cuando el lugar que los militares reservaban a las mujeres era casi exclusivamente el de esposas. Hoy son casi cuatro mil entre oficiales (949) y suboficiales (2960) de las tres fuerzas. Y por primera vez hay una coronela, el rango más alto alcanzado por una dama en el Ejército.

La revolución que germina en cuarteles, regimientos y escuelas de formación está bajo las órdenes de la ministra de Defensa, Nilda Garré, primera mujer en ese puesto en la historia del país. Desde que asumió, en 2005, planteó su firme decisión de incorporar la perspectiva de género en el proceso de reestructuración de las FF.AA. Y en el último año fue plasmando una serie de reformas que buscan erradicar patrones de discriminación en perjuicio de las mujeres. Uno de los objetivos planteados por la ministra es favorecer la conciliación entre la vida familiar –maternidad incluida– y la carrera militar femenina: notaron que la igualdad entre los géneros se agotaba en el acceso a las instituciones militares; después –como ocurre en otros ámbitos– disminuían las posibilidades de desarrollo y crecimiento femenino. En esa línea, recientemente se puso en marcha una comisión para la implementación de un Plan Nacional de Jardines Maternales y Paternidad Responsable para personal militar y civil.

Como política de reducción de daños, en casos de denuncias de violencia familiar, desde el Ministerio de Defensa se está promoviendo que las FF.AA. adecuen sus reglamentaciones a fin de restringir la tenencia de armas del militar acusado, mientras dure el proceso judicial o administrativo. Y se está promoviendo el desarrollo de protocolos de atención en servicios de salud de las FF.AA. para atender a víctimas de violencia intrafamiliar, para que los profesionales estén capacitados para detectar y atender los casos.

Tal vez como en ningún otro ministerio del gabinete nacional hay en ejecución una clara agenda de género. A la ministra la asesora el Consejo de Género para el Ambito de la Defensa, creado en 2007 e integrado por mujeres de las tres fuerzas y de distintas jerarquías, y representantes de diversas organizaciones de la sociedad civil, de universidades y de otras entidades. Lo coordina la antropóloga e investigadora del Conicet Sabina Frederic. Y son parte del organismo reconocidas feministas de extensa trayectoria como Mabel Bianco, de la Fundación Estudios e Investigación de la Mujer (FEIM) y Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Sí, feministas están diseñando políticas en el Ministerio de Defensa, enclave tradicionalmente masculino y machista. Suena raro, ¿no?

Hay más postales del cambio: veintiún mujeres forman parte de la misión humanitaria enviada a Haití y otras cinco integran el contingente que despliega acciones de paz en Chipre. En la Escuela Naval ya se escuchan voces femeninas dando órdenes. Una teniente dirige el Grupo de Artillería Nº 1 del Ejército y luce el histórico uniforme que incluye casco con cimera dorada y penacho de cerda blanca. Hay una banda femenina en el Ejército y su directora muestra orgullosa una panza de varios meses de embarazo mientras mueve la batuta al son de “Juana Azurduy”, la canción que relata las andanzas de la guerrera heroica del Alto Perú. En las Fuerza Aérea ya vuelan pilotos de combate mujeres.

Sin embargo, todavía quedan ámbitos de exclusión: en el Ejército las armas de Caballería (tanques) y Artillería (los que van a combate) siguen cerradas a las mujeres. Pero atención: está en la agenda del Consejo de Género analizar la posibilidad de levantar la veda. En Francia y en España son admitidas, en Estados Unidos e Inglaterra, no. “Hay dos argumentos que se esgrimen para excluirlas: uno físico, que hace hincapié en que las mujeres no tendrían la fuerza necesaria ni la resistencia para incorporarse a esas armas: para el entrenamiento, dicen, hay que poder desplazar la base de un mortero. El otro argumento es moral: las mujeres no pueden estar en la línea de combate, cuerpo a cuerpo, porque en situaciones de peligro de vida, cuando hay una camarada herida, el varón tiende a proteger a la mujer y se distrae del combate”, señala a Página/12 Frederic, quien ha investigado sobre las fuerzas de seguridad. Hay un tercer argumento, que nadie se atreve a defender en voz alta–: la presencia de mujeres rompería la cohesión y la unidad que requiere un ejército porque despertaría rivalidades entre soldados.

El Consejo tiene en análisis otros dos aspectos vinculados al corazón de lo que ha sido históricamente la carrera militar: por un lado, la eliminación de la obligación de estar disponibles las 24 horas, exigencia que sin dudas atenta contra la vida familiar, en especial cuando se tienen hijos pequeños. “Algunas mujeres dicen que sus jefes las hacen quedar para nada o muy discrecionalmente convocan a reuniones a horas tardías. Les indigna. El punto de discusión es hasta dónde avanzar con regulaciones que afectan el núcleo de la formación militar, de individuos que están obligados a dar la vida por la patria, en pos de la igualdad entre hombres y mujeres”, señala Frederic. El segundo tema en estudio tiene que ver con modificar el régimen de traslados para evitar que afecten a los hijos y a las y los cónyuges: se estima que un militar para llegar a general debe mudarse a unos 14 a 16 destinos dentro y fuera del país, con el consiguiente impacto familiar que eso conlleva (ver reportaje).

Las mujeres comenzaron a ingresar a las FF.AA. a partir de 1976, cuando se creó un Liceo Femenino Naval. Desde entonces, la participación de las mujeres se fue ampliando gradualmente en ámbitos mixtos, pero en mayor medida en los cuerpos profesionales y en el voluntariado y en muchísima menor proporción en los cuerpos comando de la fuerza. Históricamente estuvieron relegadas a ser “auxiliares”, es decir, cumplir tareas de apoyo. “Cuando asumió la ministra Garré las mujeres no podían embarcar en buques. Recién en 2007 la Armada liberó el ingreso a mujeres para la Infantería de Marina”, señaló Frederic, a cargo además del Observatorio Socio-Cultural de la Defensa con Perspectiva de Género, creado por Garré y desde donde se vienen haciendo encuestas para detectar las problemáticas de género. En ese marco cinco investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes están haciendo visitas a distintas unidades.

Entre suboficiales y oficiales las mujeres representan alrededor del 7 por ciento del total y llegan al 15 por ciento si se toma en cuenta el servicio voluntario. El Ejército tiene la mayor proporción de las tres fuerzas en el nivel de oficiales: es mujer una de cada diez militares. En cambio, entre las suboficiales, es mayor el porcentaje en la Fuerza Aérea, donde representan el 13 por ciento. Son números pequeños todavía: son una minoría en franca expansión.

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Imagen: Pablo Piovano
 

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