SOCIEDAD

En lo de García Belsunce había rastros de sangre hasta el techo

Los peritos encontraron manchas limpiadas de sangre hasta a dos
metros de altura, lo que indica una pelea muy fuerte. Además, no
aparece un proyectil. Sospechan del “entorno más cercano”.

Por Horacio Cecchi
y Raúl Kollmann

Un proyectil y un hueco que no aparecen, y nuevos rastros de sangre descubiertos casi hasta la altura del techo son los datos que desvelan a los investigadores del homicidio de María Marta García Belsunce. La mujer recibió cinco balazos de calibre 32 en el cráneo. Un sexto disparo falló en dar en el blanco, pero rozó su cabeza. La marca que dejó es el testigo silencioso de buena parte de las sospechas, porque el proyectil nunca apareció. Y, curiosamente, tampoco el hueco que debería haber dejado en las paredes, el piso o el techo. En su última visita al chalet del country Carmel, los peritos policiales y judiciales recogieron rastros de sangre tanto en el baño como en el dormitorio hasta casi dos metros de altura. Según reveló a Página/12 un investigador del caso, todas las miras están puestas sobre “alguien del entorno más cercano de la víctima”. En otro costado del caso, el Registro Civil pidió el procesamiento del médico Juan Carlos March, autor del certificado trucho, y suspendió la recepción de sus curiosas actas.
Desde el fin de semana pasado, un equipo de dos instructores y un forense enviados por el procurador general bonaerense Matías de la Cruz se sumó a los investigadores de la Bonaerense dedicados al caso García Belsunce. La intención fue revisar nueva y minuciosamente todos los rincones del chalet de dos plantas del Carmel Country Club, de Pilar, donde el 27 de octubre pasado fue asesinada María Marta.
La búsqueda arrojó importantes resultados: tanto en el dormitorio como en el baño se descubrieron nuevos y numerosos rastros semiborrados de sangre. “Algunos aparecían a un metro sesenta, uno setenta, y a casi hasta dos metros”, reveló una fuente del caso. Según la lectura de los expertos, esas manchas remiten a que existió una pelea muy fuerte. “Llegaban a tan alto que resulta imposible creer que todo se debió a un accidente”, aclaró el experto. Desde el día en que murió María Marta García Belsunce, su familia sostuvo el relato de un tropezón en el baño, mientras se duchaba, hasta que la autopsia a principios de diciembre reveló que la mujer tenía cinco plomos calibre 32 en el cráneo. “Además –insistió– estaba llena de moretones, los vimos hasta cuando estaba en el cajón. Hasta tenía un corte en la frente.”
“El asesino no tuvo tiempo de limpiar la escena –confirmó el experto– Podría haber limpiado el dormitorio (donde suponen que se inició la pelea) para dar la idea del accidente, suponiendo que ya sabía que se había caído otras veces. Pero las manchas en el baño eran de tal magnitud que nadie hubiera creído semejante idea. Y no le daban los tiempos para limpiar todo. Por eso, no tenía sentido limpiar el dormitorio.”
Se van a analizar una gran cantidad de elementos, entre ellos muestras del piso y la alfombra del dormitorio para determinar si también fue limpiada. Cabe destacar que Mirta, la encargada de la limpieza del chalet, recibió amenazas telefónicas anónimas para que no hablara con los medios.
Otro dato demasiado sospechoso para los investigadores es la evidencia de que existió otro disparo que rozó la cabeza de la mujer, dejando una marca exterior. Con perros rastreadores, la policía buscó el proyectil dentro y fuera de la casa, sin éxito. “Se trabajaron todas las trayectorias posibles, las formas de rebotes, con ventanas abiertas y cerradas. Es imposible que haya salido al exterior. De todas formas, también se buscó afuera.” El proyectil, si existió, nunca apareció. El tiempo tirano hizo el resto, revocando con olvido el probable lugar del impacto.
–¿Siguen buscando al responsable dentro del country?
–No –respondió el experto–. Buscamos a alguien del entorno más cercano.
Entretanto, el director general del Registro Civil, Félix Pelliza, inició acciones legales contra el médico Juan Carlos March por falsificación de documento público. Como anticipó este diario, March firmó el acta de defunción por muerte natural, como si hubiera ocurrido enCapital, y como si hubiera sido constatada personalmente por él. También ordenó a la Central de Defunciones que suspendiera provisoriamente la recepción de certificados firmados por March, y solicitó al Ministerio de Salud que tomara cartas en el asunto.

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María Marta García Belsunce debió pelear duramente con su asesino, según las señales.
Para los investigadores, la escena hacía imposible la idea del accidente que se contó.
 
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