SOCIEDAD

Liberan a un empresario tras el pago de 270.000 pesos de rescate

Es Elio Brozzoni, que estuvo cautivo 25 días. Los secuestradores habían pedido un millón de dólares, pero aceptaron una suma menor, en pesos. Disconformes con el resultado, balearon al empresario en una mano, después de liberarlo, ayer a la madrugada.

Con la liberación del empresario Elio Brozzoni, concretada ayer, la banda de secuestradores culminó su desempeño en el caso –que por su espectacularidad hubiera merecido el interés del escritor Edgar Allan Poe– y dejó la pelota en el campo de los investigadores, quienes, a salvo ya la vida de la víctima, tienen las manos libres para realizar procedimientos, que por lo menos hasta anoche no se habían concretado. Brozzoni había sido capturado el 11 de diciembre por un grupo de hombres de pelo amarillo y verde y mamelucos naranja. Para que sus llamadas telefónicas no fueran detectadas, los secuestradores desdeñaron los celulares y se comunicaron desde Uruguay, Paraguay y Brasil. Pedían un millón de dólares pero terminaron conformándose con 270.000 pesos, tras mantener a su presa 25 días en cautiverio. Poco antes de su liberación, el empresario recibió un balazo en una mano, como una suerte de reproche cruento e indulgente a la vez, por lo escaso del rescate. Entretanto, permanecen secuestrados Germán Zapata, hermano del futbolista Víctor Zapata, y Marcelo Ramírez, hijo de un almacenero de Villa Martelli (ver recuadro).
Suele suceder que, concretado un acuerdo tras larga negociación, una de las partes no quede del todo conforme con lo pactado y no pueda evitar un leve gesto de desagrado. Así sucedió con el precio del rescate de Elio Brozzoni, dueño de la papelera Santa Angela SA, y el gesto enfadado de uno de los secuestradores consistió en una frase de reproche –”¡Viejo puto, tenías que haber pagado un millón de dólares y nos dieron 300 lucas!”– y un disparo que agujereó un dedo de la mano derecha del empresario.
Brozzoni, de 58 años, de nacionalidad italiana, había sido secuestrado el 11 de diciembre, cuando almorzaba en el restaurante La Barranca, ubicado frente a una rotonda, en General Pacheco, a 15 cuadras de su empresa. Al local ingresaron cinco hombres que habían adoptado el ardid de, para pasar desapercibidos, llamar la atención: vestían mamelucos naranja y llevaban el pelo teñido de amarillo o verde (Poe, que en “La carta robada” enseñó cómo ocultar algo por el procedimiento de dejarlo a la vista, hubiera apreciado esta técnica). “Ustedes quédense tranquilos, que venimos a buscarlo a él”, dijeron a los demás parroquianos, se dirigieron a la mesa del empresario papelero y, sin disparar un tiro, lo obligaron a acompañarlos. El grupo huyó en dos autos, uno de los cuales fue cambiado por otro durante el trayecto.
Sin precipitarse, los secuestradores esperaron hasta las 7.55 del día siguiente para comunicarse con la familia. Llamaron a la casa de uno de los dos hijos del empresario, en el country Los Cardales. Pidieron un millón de dólares para soltar a Brozzoni.
La familia no hizo la denuncia pero tomaron intervención, de oficio, el juez federal de San Isidro Roberto Marquevich, la Delegación de Investigaciones de San Isidro y la Brigada Antisecuestros de la Policía Bonaerense. Hasta fin de año se produjeron unas diez llamadas, varias de las cuales se efectuaron desde teléfonos fijos –presumiblemente locutorios– de Uruguay, Paraguay y Brasil, con el doble propósito de dificultar la identificación de las llamadas y de generar confusas expectativas de que la entrega del dinero se haría en un país limítrofe.
Hasta fines de diciembre, los secuestradores se mantuvieron firmes en el pedido de un millón de dólares. El 26 hicieron llegar una prueba de vida del empresario, consistente en una carta manuscrita que se remitió por fax desde Paraguay.
A partir del 29 de diciembre, la negociación entró en la recta final: los secuestradores aceptaron reducir el monto del rescate: propusieron una suma de 300.000 dólares. Finalmente, el pago se pesificó y los delincuentes aceptaron las 270.000 unidades de la moneda nacional.
A las dos de la mañana de ayer, Brozzoni fue liberado, en la localidad de José C. Paz. Había estado ileso hasta poco antes de que lo soltaran, cuando uno de los captores lo castigó con aquel balazo en la mano. El empresario se contactó de inmediato con su familia y a las 5 de ayeringresó en el Hospital Austral de Pilar, donde se prevé su alta para hoy o mañana.
Según dijo ayer a este diario el jefe de la Brigada Antisecuestros de la Policía Bonaerense, Angel Casafús, “la masiva presencia policial en la zona donde lo tenían secuestrado apresuró su liberación”. Ahora, “concretado el objetivo de que el secuestrado fuese liberado, comienza la segunda etapa: estamos investigando a la gente que cometió el delito”. Hasta anoche, todavía no se habían dado a conocer operativos en este sentido.
Los investigadores sospechan que alguno de los integrantes de la banda pudo haber participado en otros casos similares ocurridos en los últimos meses. Por lo pronto, el comisario Aníbal Degastaldi, jefe de la Delegación de Investigaciones de San Isidro, consideró que la banda “tiene mucha experiencia y demostraron que no son ningunos improvisados”.

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El comisario Angel Casafús, titular de la Brigada Antisecuestros de la Policía Bonaerense.
 
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