SOCIEDAD › EL CITI CONSIDERA DEL EXTERIOR LOS GASTOS HECHOS EN LAS ISLAS

Las Malvinas que no son argentinas

El grupo musical Los Calzones viajó a las islas en diciembre. Dieron dos shows e hicieron compras con tarjeta de crédito. Ahora, el Citibank les factura los consumos en dólares. Y les aclaró que no los pesifica porque son gastos hechos “en Gran Bretaña”.

 Por Horacio Cecchi

Es cierto que en la era del Corralito, de los cacerolazos, del alza del dólar y de caídas presidenciales y presidentes en caída, es difícil, realmente muy difícil, saber dónde uno está parado. Pero si hay algo que permanece de pie, asegurado, indiscutible e inconmovible en la memoria del funcionario de turno es que las Malvinas, si es que pertenecen a alguien, es a este bendito país que por el momento se conoce como Argentina. Y, sin embargo, Los Calzones –una banda musical local– descubrieron que todo esto de la bandera de pertenencia no es más que una francachela, un engañapichanga. En diciembre pasado estuvieron de gira en las Islas Malvinas. Este mes descubrieron, no sin sorpresa, que en realidad no habían estado de gira donde dijeron que habían estado sino mucho más lejos. El dato que venía a discutir, no sólo el relato de viaje de Los Calzones, sino mucho peor, los mapas y cartas utilizados por el gobierno y los manuales de geografía de los niños, llegaba impreso no con sello diplomático sino en un vulgar resumen de la tarjeta VISA del Citibank: el saldo estaba en dólares. “¿Por qué en dólares si compramos dentro del país?”, reclamaron en el banco. La respuesta fue sencilla: “Ustedes no viajaron por Argentina”. “Oh, shit, ¿y dónde estuvimos?” “De viaje por Inglaterra.”
Los muchachos no es que no sepan de viajes. Si no, vean su currículum: actualmente de gira promocional por Perú, Colombia, Venezuela, México, Costa Rica, Puerto Rico, Estados Unidos y España, con un parate para cantar en Paraguay. Y no es que hayan empezado ayer. El grupo se constituyó promediando el ‘88, antes incluso de la era del peso igual un dólar usa. O sea que los muchachos, en cuestión de cuentas, se las traen. Son de Lomas de Zamora y una expresión del ritmo ska por estos lares. Sobrevivieron a la hiperinflación, cosa que no es poco, y alcanzaron el platino y el oro.
El proyecto del viaje ya existía desde hacía tiempo. La idea era presentarse con Bad Manners, uno de los grupos de ska más reconocidos de Gran Bretaña. Se iniciaron los trámites, pero en el camino, los Bad Manners cancelaron el viaje. Los argentinos siguieron adelante con su empeño.
Y aquí estamos, viajando el 8 de diciembre a las Malvinas, el grupo entero. Pingüino en la voz; Poncha, el batero; Pitulo, guitarra; Azrael, trompeta; Gargamel, trombón, y Pájaro, el bajo. Partida desde Puerto Gallegos, en vuelo de línea de Lan Chile.
“No, no”, le dijo entonces la empleada en Migraciones. “El pasaporte no hace falta. Va a viajar a territorio argentino.” Pingüino se sintió alentado por la estoica posición nacional. Incluso los de Aduana rechazaron la declaración de los equipos del grupo repitiendo la cantinela: “¿Para ir a Chivilcoy hacés declaración? ¿Y entonces por qué a las Malvinas sí?”.
Al llegar a Las Malvinas, por supuesto, se encontraron con la otra cara. El aeropuerto era militar, desbordante de misiles y aviones supersónicos que pasaban aquí y allá, un funcionario en inglés les exigió el pasaporte y recién entonces ingresaron. De ahí en más, se dedicaron a lo suyo. Dos presentaciones, una en el Town Hall, que superó lo previsto, 200 personas sobre un pueblo de 800. “La mayoría eran soldados, nos agarramos un cagazo bárbaro”, aseguró el Pingüino a Página/12. Extendieron a otra aparición, en un pub, con 150 personas. Hasta ahí todo bien. Como en la fecha de partida ya estaba en vigencia el bendito Corralito, partieron sin efectivo, pero con dinero plástico que, como todos saben, no es lo mismo sino mucho mejor. Y así como llegaron, gastaron. Después de todo, sea en Malvinas o en Tucumán, comer se come, comprar recuerdos se compran, y gastos varios quien no los tiene. Regresaron sin pena, y con gloria, el 15 de ese mes.
La sorpresa llegó los primeros días de febrero. “Lo que gastamos estaba facturado en dólares”, describió, muy quejoso, Pingüino. El resumen aclaraba que ese gasto, unos 500 dólares, sería cobrado al valor del mercado libre. Reclamaron entonces a la línea directa del Citi. Allí los atendió una señorita. “Debe ser un error.” “No señor, ustedes viajaron al exterior”, respondió la niña. “Está bien que trabajes en ese banco, pero no me podés decir eso”, se enojó Pingüino. Discutieron sobre fronteras. “Entonces, vos me mandás un fax con lo que acabás de decir y yo hago una presentación a la Justicia.” “Yo no le mando nada, y si quiere ir a la Justicia vaya con la factura.”
Ya en los primeros pasos de la pesificación, el gobierno estableció que los saldos de tarjetas de consumos en dólares hechos en el país se transformaban a pesos. Sólo quedan en moneda extranjera los efectuados en el exterior.
Este diario intentó zanjar la cuestión limítrofe y consultó al Citibank.
–¡¿Quién dijo que son argentinas?! –preguntó entre sorprendido y risueño un funcionario del sector Tarjetas de Crédito que prefirió el anonimato. Después, aseguró que la facturación estaba mal confeccionada: –No tiene que ir en dólares.
–Entonces estaba mal...
–Sí, la moneda inglesa es la libra esterlina.
En Visa no informaron oficialmente de nada. Pero la voz de una joven dice amablemente, en un contestador: “Le informamos que en nuestro país todas las compras se efectúan en pesos”. Está todo claro. The Falklands are argentinas.

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El público de Los Calzones en las Malvinas fue mayoritariamente de soldados británicos.
“Nos agarramos un cagazo bárbaro”, confesó Pingüino, líder de la banda (tercero desde la izquierda).
 
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