Irán a juicio oral dos jóvenes acusados de “homicidio preterintencional” (con intención de agredir pero no de matar) por la muerte de Matías Bragagnolo, de 16 años, en 2006. Según el juez de instrucción, los acusados formaron parte del grupo que atacó al joven “con la intención de lesionarlo”, en Salguero y Figueroa Alcorta, cuando él y dos amigos volvían al departamento donde participaban de una reunión. Los atacantes convocaron a un agente policial de custodia en la zona, aduciendo que Bragagnolo les había robado un teléfono celular. Este agente habría maltratado al joven, por lo cual también va al juicio oral acusado de “vejámenes”. Bragagnolo falleció poco después y los peritos discrepan sobre la causa: un primer peritaje forense y otro de profesionales de la UBA hablan de “muerte súbita”, en relación con problemas de salud preexistentes. Un segundo peritaje forense habla de “muerte violenta”.

La resolución del juez Enrique Gustavo Velázquez dispone el juicio oral de M. N. G. y J. G. B. “por hallarlos prima facie coautores de homicidio preterintencional en perjuicio de Matías Bragagnolo”, y del policía Luis Oscar Villegas, por “vejaciones e incumplimiento de los deberes de los funcionario público”.

El juez da por acreditado que el 9 de abril de 2006 Matías Bragagnolo, a quien acompañaban dos amigos, “fue sorprendido por el grupo que integraban los imputados con la intención de lesionarlo”. M. N. G. “asumió la iniciativa del ataque, y sin motivo aparente alguno le asestó un golpe en el cuello por debajo del oído; el agredido le devolvió un puñetazo”, y se sumaron varios del grupo atacante.

Bragagnolo y sus amigos huyeron por Figueroa Alcorta. Sus perseguidores “convocaron al agente Villegas, apostado en el Museo Renault”, acusando a su perseguido “de la sustracción de un celular”. Bragagnolo y sus amigos lograron llegar al edificio de Ortiz de Ocampo 2882, donde habían estado en una fiesta y habían salido inicialmente para ir a un kiosco. Allí el policía, según los compañeros de Bragagnolo, “lo agarró del brazo, lo tiró al piso, le pateó las piernas y las costillas”. Poco después, el joven falleció.

Hubo dos peritajes del Cuerpo Médico Forense: el primero indicó “muerte súbita” y el segundo la vinculó con lo que el dictamen del juez Velázquez llama “acciones violentas e intimidatorias”. Un peritaje de profesionales de la UBA indicó “muerte súbita” en relación con problemas de salud preexistentes.

Carlos Broitman, abogado de J. G. B. –entonces de 16 años–, destacó “la pericia de profesores notables de la UBA, que determinó muerte súbita; demostraremos la ajenidad de mi asistido a la imputación”. En cambio Jorge Alvarez Berlanda, abogado de la familia Bragagnolo, afirmó que “el último dictamen forense no deja dudas de que fue ‘muerte violenta’”. Alberto Domínguez, abogado del policía Villegas, comentó que “no apelé la elevación a juicio”, ya que su defendido no está imputado de homicidio. El homicidio preterintencional –donde no hay intención de matar ni se usa un medio idóneo a ese fin– se pena con prisión o reclusión de uno a seis años.

Otros cinco imputados –todos menores de edad en el momento en que sucedió el hecho– fueron sobreseídos por la Cámara de Crimen, en un fallo que la familia Bragagnolo apeló ante la Cámara de Casación. También se investigará a autoridades de la comisaría 53ª, de la que dependía Villegas.