SOCIEDAD › UNA MéDICA ALEMANA FUE DETENIDA DESPUéS DE HUIR CON SU HIJO DE SU MARIDO VIOLENTO EN EE.UU.

Una historia de terror que llegó a Ezeiza

Kayla Michael, de la Cruz Roja, viajó de Alemania a Buenos Aires para buscar a un paciente. La detuvieron en Ezeiza. EE.UU. había pedido su captura en 1998, después de fugar a Alemania con su primer hijo, de 6, escapando de su anterior marido, violento.

 Por Mariana Carbajal

Una médica de nacionalidad alemana, de 42 años, vino a Buenos Aires para acompañar de regreso a su país a un turista que se accidentó durante sus vacaciones en una estancia, pero al aterrizar en el aeropuerto de Ezeiza, el 12 de enero, fue sorpresivamente detenida y quedó presa desde entonces en una cárcel de mujeres. Kayla R. Michael desconocía que tenía un pedido de captura de Estados Unidos, donde nació, y que su nombre estaba incluido en la lista de alertas rojos emitida por Interpol, luego de haber escapado de ese país, 16 años atrás, huyendo con 25 años y un hijo, de 6 años, de una pareja violenta.

“Yo no sabía que estaba cometiendo un delito cuando me escapé con mi hijo Max de Nueva México, donde vivíamos, en 1998, después de vivir en refugios para mujeres golpeadas y para gente sin techo. Vivía escondida porque tenía miedo de que mi ex marido me matara. Lo había denunciado muchas veces. Me escapé de Estados Unidos porque él me violó a punta de pistola la noche anterior. Corrí por el instinto de una madre para proteger a su hijo”, dice Kayla, en una extensa carta, donde detalla su historia. Desde el 12 de enero está presa en la Unidad Nº31 de Ezeiza.

De EE.UU., cuenta, se fue a Alemania, buscando iniciar una nueva vida. Allí se graduó de médica, se casó y tuvo otro hijo, que ahora tiene 15 años. A Max, su hijo norteamericano, lo tuvo a los 19 años. Hoy el muchacho tiene 23 años. Pero la Justicia de EE.UU la persigue por haberlo sustraído siendo menor de edad, y haber salido del país con un pasaporte falso. Max sólo estuvo con su madre en Alemania un año y –según cuenta la médica– le fue arrebatado de forma violenta por hombres enviados por su ex marido, cuando regresaba de un parque. Y por 11 años no pudo verlo ni tener contacto con él, de ninguna manera.

Kayla ahora tiene un abogado argentino, que le proveyó el consulado alemán en Buenos Aires, y está luchando por recuperar su libertad y poder regresar con su familia.

“Lo paradójico es que Max fue restituido a su padre al poco tiempo de vivir en Alemania y ya es mayor de edad. Cuando cumplió 18 años fue a vivir con su madre porque la familia paterna no lo dejaba tener contacto con ella. Kayla se hizo cargo de pagarle sus estudios universitarios. La tratan como si fuera una peligrosa delincuente y lo único que hizo fue proteger su vida y la de su hijo de la violencia de género extrema que sufría de parte de su ex pareja en EE.UU”, señaló a Página/12 el abogado Juan Nieto, quien la representa legalmente. Kayla, contó Nieto, trabaja para la Cruz Roja también. Está muy afectada por la situación que enfrenta tras las rejas.

Nieto presentó un pedido de excarcelación, para que siga el proceso en libertad, pero el juez federal de Lomas de Zamora, Alberto Santamarina, lo denegó por considerar que es grave el delito que se le imputa en EE.UU, y porque tiene el antecedente de haber salido de su país con documentos falsos. En la audiencia, la cónsul de Alemania, Bettina Consten, ofició de traductora de Kayla ante el magistrado. Nieto apeló y ahora debe resolver la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata. “Llama la atención que la Justicia de EE.UU. insista con la captura de Kayla. En el peor de los casos, se fugó con su hijo hace 16 años y lo tuvo sustraído un año. El delito podría estar prescripto. Además, hay documentación que prueba que se escapó de la violencia de género que su ex marido ejercía sobre ella. Hay denuncias realizadas en aquellos años por malos tratos y también violencia sexual. Ya me puse en contacto con una mujer que compartió un refugio para mujeres víctimas de violencia doméstica y da cuenta de lo que ella sufría. Nos envió su declaración”, contó Nieto.

Según pudo reconstruir con los recuerdos de Kayla y documentación que envió el actual esposo desde Alemania, ella sólo se escondió en Alemania durante unos meses, cuando se presentó a las autoridades para contar su situación y pidió asilo y la custodia de su hijo alegando el contexto de violencia doméstica del que había escapado. “A Max y a mí nos concedieron generosamente permiso para permanecer en Alemania”, detalló Kayla. Pero a los pocos días de esa decisión, “mientras caminaba hacia mi casa desde un parque con Max, tres coches se detuvieron en la calle, salieron varios hombres, lo tomaron a mi hijo, lo pusieron en el asiento de atrás y se lo llevaron a Estados Unidos con su padre. La próxima vez que hablé con él fue 11 años más tarde”, agregó, en una carta que entregó a Nieto y a la que tuvo acceso Página/12. Kayla señaló que fue “a la Corte otra vez en Alemania, pidiendo que emitan una orden de custodia a mi favor. Pero el tribunal alemán no se lo concedió por no querer iniciar una disputa de custodia internacional”. Alemania le concedió la nacionalidad, luego de que en el consulado de EE.UU. en Frankfurt, adonde ella se presentó a poco de llegar a Europa, le retuvieron su pasaporte, según relató. Y negó su excarcelación a EE.UU. por tener un hijo menor alemán, según informó Nieto.

Todos esos años, Max vivió en EE.UU con su padre –hasta que el hombre murió alrededor de 2008– y con su familia paterna, que –según contó la médica– le prohibió tener cualquier tipo de contacto con su madre. Kayla dijo que trató en múltiples oportunidades de llegar a un acuerdo con la Justicia norteamericana para evitar ir presa si viajaba de regreso para poder ver a su hijo, puntualmente con el fiscal del distrito de Nueva México –donde ella vivía cuando se escapó, con una mano atrás y otra adelante, con escasos recursos económicos–: pero nunca aceptaron. Por esa razón, no pudo viajar a ver a su hijo ni regresar nunca a EE.UU, dice.

Cuando el hijo tuvo 18 años, sacó su pasaporte, relató Kayla, y viajó a Alemania, para vivir con ella y su nueva familia, en la ciudad de Heidelberg, donde terminó la secundaria. Kayla contó que en EE.UU. Max había abandonado sus estudios. En 2012, precisó la mujer, el adolescente regresó a su país para comenzar a estudiar diseño gráfico en la Universidad de Georgia, y ella le financió en su totalidad todos los gastos, destacó su abogado argentino.

En Alemania, Kayla se graduó de médica en la Universidad de Heidelberg. “Siempre, en todos estos años, traté continuamente de obtener un permiso para ingresar a EE.UU. pero siempre me lo denegaron”, aseguró.

Kayla llegó al Aeropuerto Internacional de Ezeiza el 12 de enero, detalló Nieto. Viajó al país por pocas horas. Su misión era acompañar a un turista alemán que, al parecer, se había accidentado andando a caballo en una estancia. El seguro médico le garantizaba el regreso a su país en compañía de un médico. Y la enviaron a Kayla. Pero la médica no pudo cumplir con esa tarea. Y desde que llegó a la Argentina está presa en la Unidad Nº31 de Ezeiza. Lo más probable, dice su abogado, es que tenga que enfrentar un juicio de extradición.

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Kayla junto a su actual marido y el hijo que ambos tuvieron, hoy de 15 años. Viven en Alemania, donde ella encontró hospitalidad.
 
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