SOCIEDAD › ENTREVISTA A LA MADRE DE AGUSTíN, EL NIñO MUERTO POR UNA PALIZA DE SU PADRASTRO

“Yo soy una víctima más de todo esto”

La Justicia la imputó por el homicidio de su hijo, que asistía a un jardín de Flores, y cuya maestra fue desplazada por no denunciar. Bárbara González Bonorino aseguró que ella era golpeada por su pareja, pero que sus hijos nunca le dijeron que él les pegaba.

 Por Soledad Vallejos

“Van a ser dos meses de la muerte de Agustín. Del asesinato de mi hijo. Y yo no te puedo decir que estoy en óptimas condiciones para hablar, pero estoy haciendo mi esfuerzo, y lo hago gracias a un apoyo tremendo que tengo al lado”, dijo a este diario Bárbara González Bonorino, la madre de Agustín Marrero, el chico de 5 años que el 7 de junio murió a causa de una golpiza brutal, propinada por su padrastro Leandro Sarli. Acompañada por el equipo del Centro Municipal de la Mujer de Vicente López, González Bonorino dijo que hablar no le resulta fácil. “Pero siento que lamentablemente no sólo me tengo que estar justificando ante la Justicia, sino también ante una sociedad que te juzga, te condena sin saber qué es lo que realmente pasó. Están juzgando y culpando desde la ignorancia”, dijo.

Ayer trascendió que la Justicia confirmó el procesamiento de González Bonorino al considerarla responsable de “homicidio agravado por el vínculo y alevosía”, el mismo crimen por el que está procesado Sarli. La sala B de Feria de la Cámara explicó que a González Bonorino “se le reprocha no haber evitado, en su condición de madre (...) el episodio luctuoso que segó la vida de aquel niño”.

Mientras la investigación judicial sigue adelante, González Bonorino permanece en libertad. Dejó su trabajo tras la muerte de Agustín. “Estoy sin comer, me están insistiendo para que coma, que me alimente. Bajé más de 5 kilos en menos de un mes. ¿Te pensás que puedo llegar a tener fuerzas para salir a trabajar? ¿Como para rearmar mi vida como si no hubiera pasado nada?”, explicó, con un tono de rabia y enojo, entre sollozos, como habló durante toda la entrevista. González Bonorino refirió una experiencia de violencia de larga data y naturalizada hasta hace poco, cuando la muerte de su hijo la llevó a buscar auxilio. “No es fácil tomar conciencia. Está buenísimo el ‘Ni Una Menos’, está bien el reclamo, pero se tiene que tomar conciencia de eso: la Justicia tiene hacerlo también.”

–¿A qué atribuye el procesamiento judicial?

–La verdad es que no entiendo mucho el porqué, sinceramente. Yo era una víctima más de todo esto. Nosotros teníamos una relación de poco tiempo. Empezamos a convivir en noviembre y a partir del 1º enero empezamos a convivir con los nenes, con los 3, incluido el hijo de él, mayor que mis hijos. Y al principio estaba todo bien, pero después la relación se fue tornando un poco más violenta. Pero la violencia siempre fue conmigo, no con los nenes.

–¿Y delante de los chicos?

–A veces sí. Al principio era nada más que griterío y violencia psicológica. Después se empezó a volver físico. Una vez le dio un chirlo a mi hijo y me puse en el medio. Dejó al nene y se la agarró conmigo. Ahí me golpeó tremendamente. Estaban los chicos en casa. Le dije que la próxima vez que le pusiera la mano encima a mi hijo se terminaba y que yo me iba a ir. Eso fue en marzo, calculo. Desde entonces, nunca más se la agarró con mis hijos. Siempre su ira y su violencia fueron conmigo. Esa vez me empezó a ahorcar, terminé casi inconsciente y él no paraba, no paraba. Hasta que paró. Después, las cosas fueron cada vez más violentas.

–¿Intentó terminar esa relación?

–Le dije que no podía vivir más así. El no me dejaba, me amenazaba, me terminaba manipulando de tal forma que no podía irme. Siempre buscaba la forma de dar vuelta la situación. Y me amenazaba, me decía “de acá no te vas” y era yo tener el bolso armado, y él desarmarlo, tirarme las cosas. Su amenaza más grande era “si me denunciás y me sacás a mi hijo, te mato”.

–¿Nunca intentó denunciarlo?

–Eran tantos los gritos míos cuando él me pegaba que siempre tuve la esperanza de que alguien del edificio, de todos los que después declararon, se apiade y llame a la policía.

–¿Nunca pasó?

–Jamás.

–¿Ningún vecino le ofreció ayuda?

–No, nada, nunca. Yo llegué a quedarme afónica de tanto gritar en cada paliza que me daba, esperando que alguien pudiera hacer algo como para que dejara de pegarme y eso no llegó nunca. Ninguno quiso involucrarse. Prefirieron hablar después.

–¿Sus hijos nunca le contaron que Sarli les pegaba?

–No, nunca. Tampoco hablaban de las peleas que yo tenía con él.

–¿Nunca fue a una guardia de hospital después de una golpiza?

–No.

–¿Y amigos, compañeros de trabajo, nadie veía los golpes?

–Gente de mi trabajo fue a declarar la cantidad de moretones y marcas que me veían. Pero a mí nunca me dijeron nada más que a modo de broma, sin saber lo que me estaba pasando. Es muy difícil para alguien que está pasando por eso poder hablar. Cuando lo empezás a vivir y pasar no le contás a nadie, porque estás aterrada. No sabés de qué forma puede llegar a reaccionar la otra persona. Y no decís, no hablás, es muy difícil.

–¿Habló con Sarli después de la muerte de Agustín?

–No, ¿cómo voy a hablar con él? La única vez que me lo crucé estaba en el edificio del Cuerpo Médico Forense. A mi hija le estaban haciendo la cámara Gesell, y me avisaron que Sarli estaba entrando en el mismo edificio. Era el tercer día que había fallecido mi hijo. Que lo habían asesinado, mejor dicho. Ese día estaban mis hermanos y mi papá sosteniéndome del ataque de crisis que tenía, porque lo único que quería era ir a buscarlo para cagarlo a trompadas. Era lo unico que quería hacer. Vinieron a contenerme. Contesté tan mal. Tan mal. Lo único que quería hacer era buscarlo y matarlo.

–¿Tiene contacto con su hija?

–A mi hija no la puedo ver. Ella está en Villa Gesell desde el 17 de junio, está con el padre. Y sinceramente no me deja verla. La tenencia la tengo yo, pero en este momento él tiene una tenencia provisoria.

–¿Por qué decidió hablar públicamente?

–Porque los que hablaron hasta ahora lo único que hicieron fue atacarme. Atacarme sin saber qué era lo que me pasaba a mí, qué era lo que había pasado yo. A otros, por cinco minutos de cámara no les importó nada. Yo no pude. Acababa de perder a mi hijo, asesinado de una forma brutal, ¿con qué cara esperaban que saliera en los medios?

–¿Qué espera de la Justicia?

–Que haga justicia. Que tome conciencia y entienda lo que es la violencia de género, y todo lo que se relaciona: los femicidios vinculados y todas las cosas que vengo aprendiendo. Son cosas que se tienen que saber.

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El Jardín de Infantes Nº 2, de Flores, al que concurría Agustín Marrero, es apoyado por los padres.
Imagen: Télam
 
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