SOCIEDAD › VIOLENTA PROTESTA TRAS EL RUMOR DE QUE EN UN CIRCO SECUESTRABAN NIÑOS

Ituzaingó no es apto para malabaristas ni trapecistas

Versiones que circulaban en redes sobre secuestro de niños apuntaron contra un circo en Ituzaingó. Se basaban en dos denuncias que nada tenían que ver con secuestros. Los vecinos, airados, atacaron el circo. La policía intervino y hubo detenciones.

El enfrentamiento con la policía, no podía ser de otra manera, se inició en la calle Ratti. Partiendo de ese dato, nada de lo que desató en Ituzaingó lo que algunos llamaron pueblada, otros interna policial, y otros más, caldo de un pueblo con circo, podía tomarse a la letra, aunque por supuesto, tratándose de represión, gases lacrimógenos, piedras y fuego, la cuestión viró a lo grave. Ituzaingó, a pasos de la CABA, sobre la línea del Sarmiento, atravesado por la ruta 7 Rivadavia, y con más de 167 mil habitantes como municipio, sigue siendo un pueblo. Un circo, el Royal, la mitología sobre los gitanos y los circos, y el robo de niños (¿a quién no le robaron un niño los gitanos?), disparó el rumor de que una nena (¿o habrá sido un nene?) había sido secuestrado por una mujer del circo. Hacia allá fueron los vecinos a recuperar a la nena, y se toparon con que en la parte de atrás del circo, cubiertos por un plástico, descansaban un Bora blanco y un Bora negro (?). Qué otra prueba necesitaban si ya tenían ninguna. Se desató la historia y llegó la policía. Piedras, gases, vidrios rotos, autos rotos, gomas quemadas. ¿Vieron?: inseguridad.

Los medios, las imágenes de tevé, viralizaron inmediatamente un rumor que corría en el pueblo. El rumor, como todo rumor que corre en un pueblo, es parte del tejido homérico de las historias, el boca a boca mitad mitos, mitad certezas, con la peculiaridad, claro, de que para que sean certezas exigen confirmación. Y el rumor que rodeó las carpas del Circo Royal no tuvo nada comprobable. Se decía que una mujer del circo había robado una niña de 2 años. Un rumor venía recorriendo Ituzaingó, que estaban secuestrando chicos. Un grupo de vecinos airados se concentró en las puertas del circo, con la supuesta pretensión de encontrar a la niña. La víctima no estaba porque tampoco existía. Los padres no participaron en la recuperación, porque nadie sabía quiénes serían esos padres. Entraron los vecinos, se dice que robaron 30 mil pesos, revolvieron todo y escaparon.

“Solamente hubo dos denuncias muy confusas”, relató Damián Contreras, subcomisario de la seccional del barrio San Alberto. “El 24 de junio, en mi comisaría, se presentó una denuncia que señalaba que una mujer iba de noche por la calle cuando pasó a su lado un Fiat 128 rojo, con la ventanilla baja, y que pudo escuchar cuando alguien dentro del auto dijo ‘es esta’. La mujer se asustó y entró en su casa”. La otra denuncia “corresponde al 16 de junio. Una madre caminaba por Brandsen y Miravé, en Villa Ariza, con su hijo de 2 años cuando de un Volkswagen Bora blanco bajó una mujer que reclamó una criatura. La madre se asustó, intervino un camionero, el Bora se fue. Intervino la fiscalía de Ituzaingó. Nadie se presentó a ampliar la denuncia. Es lo único concreto que hay”.

Pero los dos relatos circularon multiplicados en las redes, de casa en casa, de boca en boca, multiplicados y distorsionados. Los mismos medios tomaron como cierto el núcleo de esos relatos y señalaron que “vecinos denunciaron al menos dos intentos de secuestro”, entre ellos el de una niña de 2 años, y apuntaron contra el circo Royal, instalado en Ratti y Grecia desde hace varios meses. Un vecino, Jonathan Ferreira, dijo que el 22 de junio presentó una denuncia por el intento de secuestro de su hija de 2 años en la Fiscalía de Morón, pero que no quedó asentada, por lo que ayer acudió a la Fiscalía de Ituzaingó, donde finalmente se formalizó. “La policía no me dio bolilla. Si no fuese por un vecino, a mi nena no la tengo”, dijo el joven en declaraciones al canal TN, y aseguró que testigos vieron cuando los ocupantes de una camioneta blanca Citroen Berlingo (o era un Volkswagen Bora) intentaban llevarse a su hija. Claramente identificado el circo.

“Nosotros nada que ver con lo que está pasando acá. Trabajamos mi papá, yo y muchos empleados, con la construcción del circo. Están los que hacen malabares, los payasos. Estamos con mi papá constantemente en la casilla. Te lo juro, nadie sería capaz de hacer eso acá, es una locura”, dijo un joven que bien podría ser un impostor, porque dijo ser el hijo del dueño del circo, aunque a esta altura ya no se sabía quién era el dueño del Royal, y ni siquiera se tenía confirmado que tuviera hijos.

Pero claro, el intento de desmentida del presunto hijo del dueño desconocido no tuvo eco. Al contrario, las que sumaron puntos fueron las dos denuncias que ya a esa altura, pasado el mediodía de ayer, ya habían recorrido las bocas de todos y se habían ampliado en detalles que inevitablemente un día u otro se terminarían por saber.

Para empezar, detrás de las carpas del circo, los vecinos habían encontrado en su primer patrullaje dos autos Bora, uno blanco y uno negro nada menos que con vidrios polarizados. Ambos.

Algunas versiones que este diario no pudo confirmar señalaban que habría un tercer auto, aunque se desconoce marca y modelo. Al parecer, y esto sí está confirmado (al menos suena real), los dos Bora no tendrían patente. Habrá que aclarar que dado el cariz que va tomando la historia, el condicional sería el tiempo más conveniente para el desarrollo del relato. Pruebas de que en el circo se ocultaban los niños secuestrados. Nadie los halló, pero el reclamo vecinal igual se hizo sentir. Sostenían que la policía encubriría a los secuestradores. ¿Qué más esperar? Durante la tarde, un grupo de vecinos se dirigió hacia el circo.

La Bonaerense se cruzó en el camino para impedir el paso de los rumores en boca de vecinos airados, pero se sabe, la única certeza de la Bonaerense son sus cartuchos. La gente quiso seguir avanzando, la policía lo impidió. Nadie sabe quién arrojó la primera granada de gases lacrimógenos o piedra. Lo cierto es que Ituzaingó pasó de ser el Jardín del Oeste a un campo de batalla.

El intendente Alberto Descalzo, del FpV, advirtió que “están fomentando” los incidentes. “No hay nada, no hay secuestros de niños”, aseguró Descalzo. Pero los vecinos, ya sacados, denunciaban que había zona liberada. “Alguien está fomentando este tipo de cosas, alguien lo está haciendo. No creo que sea un sector político. Alguien está aprovechando esta situación en favor propio, alguien desde afuera le está dando manija a la gente”, sostuvo el jefe comunal, y agregó: “Hay dos denuncias de vecinos sobre intentos de secuestro, pero ninguno de los hechos se perpetró”.

Una vecina acusó de “mentiroso” a Descalzo y ratificó que se produjeron episodios confusos en la zona desde que el jefe comunal retiró a la policía municipal.

“No es política, Descalzo. Hay dos denuncias reales”, dijo la mujer, a cuyo hijo le destrozaron el automóvil Renault 12 que tenía estacionado sobre la calle Grecia. Pero las dos denuncias reales no tenían que ver con secuestros de niños y, mucho menos, con el circo.

Al cerrar la tarde, la Bonaerense habría disparado sus gases lacrimógenos, habría detenido a jóvenes que habrían estado desaforados, otros jóvenes (y por qué no los que habrían sido detenidos también), habrían arrojado suficientes piedras como para asentar su protesta, y finalmente el descontrol habría sido controlado.

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Detenciones a granel, rumores a granel. Lo que no se pudo comprobar es que hubiera secuestros.
 
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