SOCIEDAD › LA VOZ SE MODIFICA NO BIEN SE EMPIEZA A FUMAR

La gravedad del cigarrillo

Por H. Cerda *
Desde Barcelona

El humo del tabaco cambia la voz del fumador. Eso es algo que ya se sabe. Lo que no se sabía es que esas alteraciones aparecen ya en un período relativamente temprano del tabaquismo. Investigadores de la Universidad Jaume I de Castellón han analizado la voz de 134 jóvenes de entre 20 y 25 años con una corta historia de consumo del tabaco y han encontrado cambios en la voz que, sin ser patológicos, podrían llegar a serlo si no se abandona el hábito.
Según el estudio, el efecto más evidente del consumo de tabaco sobre la voz es la transición hacia tonos más graves, sobre todo en las mujeres. La voz humana está formada por una sucesión de ciclos vibratorios, y cuantos más ciclos por segundo tiene una voz, más aguda, y cuantos menos ciclos, más grave.
“Cuantos más cigarrillos se fuman, más desciende el número de ciclos, sobre todo en el grupo de las mujeres”, explica Julio González, investigador del departamento de Psicología Básica de la Universidad Jaume I y responsable del proyecto. “Mientras que las no fumadoras tienen voces con un promedio de 206 ciclos por segundo, la voz de quienes fuman medio paquete diario baja a 199 ciclos, y llega hasta los 183 ciclos en aquéllas que fuman más de 10 cigarrillos al día, valores próximos a los masculinos.” De ahí la impresión general de que las mujeres que fuman suelen tener una voz más grave que las no fumadoras. En los varones la frecuencia promedio es de 125 ciclos por segundo en los no fumadores y 119 en los fumadores.
Otro parámetro acústico alterado por el humo del tabaco es la regularidad de los ciclos o su duración. Cuando los ingenieros sintetizan una voz artificial por ordenador, la voz suena robótica porque, entre otras razones, los ciclos son idénticos unos a otros. Son esas diferencias en la duración de los ciclos las que dan la personalidad de la voz humana. Al parecer, el tabaco causa un aumento de la irregularidad en la longitud de los ciclos. “Las voces con irregularidades altas suenan ásperas y desagradables al oído”, explica Julio González. Mientras que la voz de los jóvenes no fumadores de ambos sexos presenta una irregularidad en torno del 0,65 por ciento, en los fumadores sube al 0,85 por ciento, acercándose más al uno por ciento que marca el límite entre voces normales y patológicas.
Según los autores del estudio, la explicación más probable para las alteraciones de la voz es que el humo, con todos sus componentes químicos, ejerce una acción irritante continuada sobre las cuerdas vocales y las estructuras adyacentes. “Cuando hay una irritación permanente, el espacio interno de las cuerdas vocales (espacio de Reinke) se llena de líquido fisiológico y éstas aumentan de grosor, de modo que vibran con más lentitud e irregularidad, y producen una voz más grave y áspera”, según el autor del estudio. De continuar la irritación, lo que es una simple molestia puede convertirse en un trastorno conocido como edema de Reinke, que en muchos casos requiere una intervención quirúrgica.
Un estudio canadiense sobre los efectos de la abstinencia en la voz publicado en Archives of Otolaryngology en 1987 demostró que fumadores que no fumaron durante 40 horas recuperaron el número de ciclos por segundo propio de un no fumador.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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