SOCIEDAD

Aumentan en la ciudad las denuncias de maltrato físico a los ancianos

Aumentaron un 35 por ciento las denuncias de violencia contra personas mayores. El 16 por ciento fueron casos de maltrato físico.

La vejez se ha convertido en una pesadilla para miles de ancianos, que reciben maltrato físico y psicológico por parte de sus propios hijos, nueras, yernos y hasta de sus nietos. Las cifras son alarmantes: el año pasado hubo un total de 2006 denuncias de maltrato, en la Ciudad de Buenos Aires. La cifra representa un aumento del 35 por ciento respecto de 2002. Las agresiones físicas pasaron a ocupar el segundo lugar, después del maltrato psicológico, en las denuncias realizadas ante el Programa Proteger del gobierno porteño. “Es un problema cultural, antes había más respeto por los ancianos”, señaló el responsable del plan. El programa permitió constatar que muchos adultos mayores, relegados por sus familiares, viven en condiciones precarias y otros están confinados en asilos, ya sea por iniciativa propia o de sus hijos, que “no tienen tiempo para cuidarlos”.
“Este aumento se debe a que las personas mayores se animaron a hablar y perdieron el miedo a denunciar a integrantes de su familia. Pero todavía queda mucho camino por andar al respecto. En realidad, el golpeador no aparece de un día para otro. Existe una raíz de violencia familiar”, explicó Laura Bottini, coordinadora del programa, psicóloga y con un master en gerontología.
Cansada del maltrato físico y psicológico que recibía de parte de su hija, Rosa, de 75 años, decidió denunciarla. La hija, quien además golpeaba a su pequeña bebita, se había mudado a la casa de su madre porque no tenía dónde vivir. Con la intervención de los psicólogos del programa, salió a la luz la historia familiar: la hija había sido maltratada por su padre y repetía la misma actitud con su madre. Finalmente, la chica resolvió mudarse a otra casa aunque siguió visitando a su mamá.
En otro de los casos, Leonor, de 79 años, denunció que cuando sus dos hijos se quedaron sin trabajo se mudaron a su departamento de dos ambientes con sus esposas e hijos. Además de solventar todos los gastos con su sueldo de jubilada, la mujer había cedido su comodidad y dormía en un rincón de la vivienda. Luego de la denuncia, la situación cambió: los hijos se mudaron. “Ella está mejor, está contenta. Los hijos también se sintieron contenidos. Allí se vivió una situación de violencia psicológica al quedar la mujer arrinconada en su propia casa”, relató Bottini.
Otra denuncia provino de un instituto geriátrico, donde varios ancianos internados alertaron, a través de una carta, que habían sido golpeados y maltratados por personal de enfermería. El caso terminó en la Justicia Penal y la enfermera que los maltrataba fue despedida de la institución.
“Antes la gente apreciaba más a los ancianos, tenían otro rol social, existía el respeto por ellos, presidían la mesa y su opinión interesaba. Hoy no es así. Esto es el resultado de una cuestión cultural que hay que revertir”, sostuvo el director del programa, Daniel Maglioco.
Del total de denuncias realizadas el año pasado, el 32 por ciento correspondió a reclamos por maltrato psicológico; el 16 por ciento a casos de maltrato físico y un 6 por ciento a maltrato social. El 46 por ciento restante se refería a denuncias por abandono, entre otras. “El abandono también es un maltrato y hay ancianos que realmente son abandonados por sus familiares que tienen la obligación de cuidarlos. El maltrato no está ligado a la situación económica. Por ejemplo, hay más casos de violencia en Caballito que en Pompeya”, afirmó Bottini. En 2002 hubo 1499 reclamos.
“Hay muchos casos en que los hijos no les compran los medicamentos a sus padres y se quedan con el dinero”, apuntó Bottini. En tanto, el maltrato social es el que viven los ancianos cuando deben hacer largas filas, a pleno sol, en entidades bancarias para cobrar sus sueldos; cuando no son tratados con respeto por empleados municipales o en unidades sanitarias, entre otras situaciones, explicó Maglioco.
En Proteger trabajan psicólogas, abogadas, asistentes sociales y operadores barriales que asesoran y brindan contención a personas mayores de 60 años. Además ofrecen charlas de prevención y de difusión de losderechos de los ancianos en el área psicológica y legal. Los talleres también se dictan en universidades, escuelas e iglesias.
“Hay mayor concientización en los adultos mayores. Ellos quieren defender sus derechos. Aunque les resulte difícil denunciar a sus propios hijos o a sus nietos”, dijo Bottini. Por eso, cada vez son más las personas que denuncian y piden ayuda en forma personal en las oficinas del programa Proteger y disminuyeron los reclamos por la línea gratuita 0800-333-4300.
No todas son malas. El año pasado dos ancianos que se conocieron viviendo en la calle se enamoraron y, como estaban desprotegidos y abandonados, recurrieron a Proteger. Desde esa oficina, les consiguieron una vivienda en Necochea. “Allí fueron a echar sus raíces y a comenzar de nuevo”, contó Bottini.
Las denuncias se pueden hacer en diez centros barriales porteños: Entre Ríos 1492, Centro; Díaz Vélez 4558, Caballito; Arias 4491, Saavedra; Centenera 2909, Pompeya; Rivadavia 7202, Flores; Junín 521, Once; Córdoba 5690, Palermo; Cabildo 3061, 1º piso, Núñez; Miller 2751, Saavedra y Roca 5252, Lugano.
Producción: Silvia Marchant.

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Muchas veces los denunciados son sus hijos y hasta sus nietos.
Dicen que las personas mayores perdieron el miedo a denunciar.
 
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