A Nicolás Silva, de 29 años, que trabajaba como empleado en una financiera lo habían visto por última vez el 4 de octubre pasado. El domingo por la tarde, en el barrio de Montserrat, apareció su cadáver en el placard de la casa de Pablo Reyes, un vigilador privado de 34 años, a quien le habría cambiado dólares, y que se encuentra prófugo. La esposa del guardia de seguridad quedó detenida junto al padre del prófugo. Ayer hicieron un descargo ante el juez de Instrucción porteño Guillermo Carvajal, a cargo de la causa por el homicidio, y negaron cualquier vinculación con el hecho.
Por otra parte, Maximiliano Silva, hermano de la víctima, dijo que sabía que a la casa de Reyes “ya habían ido” los policías que buscaban a su hermano en el marco de la causa por la desaparición que investigaba el fiscal del distrito de Núñez-Saavedra, José María Campagnoli.
El domingo por la tarde policías de la comisaría 4ª llegaron hasta el cuarto piso de Venezuela 1218 luego de que la esposa del guardia, Brenda Blanco Rondón, de 39 años, llamara para denunciar la aparición de un cadáver en su placard.
Según los investigadores, la mujer relató que desde hacía una semana había un olor muy fuerte en la casa, pero que lo había atribuido a las heces del perro labrador que tiene la familia. Cuando Rondón abrió un placard de tres puertas para limpiar, en la zona del lavadero, sacó tres valijas y debajo de ellas encontró el cuerpo.
El cadáver estaba empaquetado con dos vueltas de un plástico transparente y tenía bolsas negras de consorcio atadas en la cabeza.
Mientras la mujer aseguraba haber percibido el olor la última semana, un vecino del tercer piso, ubicado debajo del departamento de la familia Reyes, les dijo a los policías que desde el 15 de octubre se le filtraban líquidos nauseabundos.
Rondón dijo que su marido se había ido horas antes del departamento tras una pelea conyugal, y que no sabía nada de su marido porque no se había llevado su teléfono celular.
El cadáver tenía colocado un chaleco inflable azul, remera a rayas, pantalón de jean azul y zapatillas marca Nike, la misma vestimenta que tenía puesta Silva cuando desapareció, según se lo ve en una filmación de una cámara del subterráneo. El forense que intervino en el lugar estimó que la muerte se había producido un mes atrás. Silva murió por asfixia pero además tenía una puñalada en la espalda.
Silva desapareció el 4 de octubre luego de pasar por la financiera para retirar 70.000 pesos para realizar una transacción. Ese día, Reyes, empleado de la empresa de seguridad Gruspa y destinado al edificio de la agencia Télam, había hablado por teléfono con Silva. Por este motivo  fue citado a declarar. Cuando le preguntaron por Silva, “primero dijo no conocerlo, pero cuando le exhibieron una foto admitió que era el ‘arbolito’ que había estado en su casa cambiándoles una suma de dólares” dijo uno de los investigadores.
En la búsqueda de Silva, la policía visitó al menos dos veces la casa de la familia Reyes. Sin embargo, “en ninguna de esas dos ocasiones se hizo un allanamiento a fondo porque nada hacía presumir que allí hubiera un cadáver. Se trató de una identificación de domicilio, en la cual el dueño del lugar permitió el acceso a los policías”, dijo el investigador.
Lo mismo ratificó el hermano de Silva, Maximiliano: “El hombre primero dijo que no conocía a mi hermano y después se quebró y dijo haberle cambiado 1500 dólares”. 
Jésica, la mujer del cambista, explicó que Reyes era un cliente nuevo de su marido. “Yo creo que le quiso robar y tenía planeado matarlo. Porque, ¿para qué le iba a robar en su propio edificio y después dejarlo ir? (…) Yo estoy segura que Nicolás se resistió y no se iba a permitir robar por más que la plata no fuera de él y el tipo lo mató”, afirmó la mujer.
Ayer en la guardia de la seccional 5ª de Lomas de Zamora se presentó un hombre asustado por escuchar su nombre asociado al crimen del placard. “Soy Pablo Reyes, pero no maté a nadie”, dijo el homónimo del prófugo, que quedó, luego de comprobarse que no era el vigilador, desvinculado del crimen.