SOCIEDAD › TRAS SER CONVOCADO POR EL MINISTRO DE DEFENSA

Monseñor ratificó sus dichos

El obispo que dijo que el ministro de Salud debe ser arrojado al mar se escudó en el apoyo que recibió del Vaticano. Más repudios.

 Por Mariana Carbajal

El obispo castrense se sentó ayer frente al ministro de Defensa. José Pampuro lo recibió en su despacho y le transmitió el malestar que causó en el Gobierno su alegoría bíblica a través de la cual monseñor Antonio Baseotto señaló que al ministro de Salud, Ginés González García, había que “tirarlo al mar” por repartir preservativos y por su postura a favor de la despenalización del aborto. Según trascendió, Baseotto se mantuvo en sus dichos e incluso enarboló en la conversación el apoyo que recibió del Vaticano tras sus escandalosas expresiones. La polémica, entre tanto, siguió creciendo, con una avalancha de repudios hacia el obispo castrense, quien también cosechó adhesiones entre organizaciones del ámbito eclesiástico.
Baseotto fue citado por Pampuro, tras conocerse la carta que le envió al ministro de Salud, en la que rechazó su política de reparto de anticonceptivos y su posición en favor de la despenalización del aborto. Por tal “escándalo”, consideró utilizando la fórmula evangélica, “merece que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar”. Según confiaron a Página/12 fuentes del Ministerio de Defensa, Pampuro le dejó en claro que le parecieron “desafortunadas” sus palabras, teniendo en cuenta que el prelado cumple su misión religiosa en el ámbito de las Fuerzas Armadas, que hicieron realidad aquella alegoría bíblica durante la última dictadura militar, al arrojar detenidos desaparecidos a las aguas del Río de la Plata. En el encuentro, Baseotto ni se disculpó ni se arrepintió.
En el Gobierno todavía no se resolvió si desde la Presidencia se iniciarán gestiones ante la Santa Sede para que el prelado sea removido de su cargo, como pidió el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Ayer, presentó un proyecto de resolución el diputado socialista Jorge Rivas, con una solicitud similar al Ejecutivo. El obispo castrense tiene rango de subsecretario de Estado y su remuneración, de 4500 pesos mensuales, es erogada del Presupuesto General.
Aunque en el Arzobispado de Buenos Aires y en la Conferencia Episcopal prefirieron guardar silencio sobre las declaraciones de Baseotto, desde la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), que depende del Episcopado, se difundió que diversas entidades le expresaron su apoyo. Entre otras, la Sociedad Argentina de Etica Médica y Biológica, Familias del Mundo Unidas por la Paz y Pro-Vida. Aurelio García Elorrio, director del Portal de Belén, una ONG vinculada a la Iglesia Católica cordobesa, no sólo defendió a Baseotto, sino que además denunció al ministro de Salud en la Justicia por “apología del crimen del aborto”. En Buenos Aires, el fiscal federal Paul Starc deberá decidir si promueve acción penal contra el obispo castrense también por apología del delito, a partir de la presentación que hizo en su contra el abogado Ricardo Monner Sans, quien ayer ratificó su denuncia en una audiencia con la jueza María Servini de Cubría.
Los dichos de Baseotto generaron una avalancha de repudios. Las Madres de Plaza de Mayo lo acusaron de ser “cómplice del genocidio que exige que se arroje vivo al mar con una piedra atada al cuello a quien piensa diferente”. También rechazó sus expresiones la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), de la que es directivo el médico Roberto Gindín. La entidad, al mismo tiempo, aclaró que “apoya las esfuerzos del Ministerio de Salud” para que se debata públicamente la problemática del aborto. La organización Católicas por el Derecho a Decidir consideró que la alegoría utilizada por el religioso “no es sólo una torpeza política sino que define el tipo de valores que tienen los que hipócritamente se definen a favor de la vida”. Y agregó, en comunicado de prensa, que “la estrategia de estos sectores fundamentalistas es la de eliminar física o simbólicamente al otro como posible interlocutor, e imponer un pensamiento único”. Al debate se sumó el presbítero de la ciudad de Córdoba, José Guillermo Mariani, defensor de la eliminación del celibato, quien se hizo conocido por la publicación de un libro en el que narró una experienciasexual con una mujer. “Si hay verdadera preocupación por respetar la vida como don de Dios, lo que corresponde es investigar por dónde se pueden buscar caminos para disminuir los abortos y las muertes. Hasta ahora la penalización no lo logró”, puntualizó Mariani.

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Monseñor Antonio Baseotto, obispo castrense.
 
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