SOCIEDAD

Los vecinos dejaron sin festival a los habitantes del cementerio

Una jueza hizo lugar a la presentación de una asociación de Recoleta que consideraba “ofensiva” una muestra de luces y sonidos.

La “intervención sonora y visual que transformará la necrópolis en un laberinto polifónico de sonidos, imágenes y velos” no será tal. El Juzgado en lo Contencioso Administrativo Nº 7, a cargo de Lidia Lagos, hizo lugar al reclamo de vecinos del cementerio de Recoleta, para quienes el montaje artístico habría agraviado la memoria de sus muertos. La Tertulia que iba a darse entre el 19 y el 21 de este mes “bajo ningún concepto” iba a perturbar “el espacio privado de las bóvedas, ni las esculturas”, indicó Graciela Casabé, directora del V Festival Internacional de Buenos Aires, del que esta obra iba a ser parte. Los organizadores, que hasta anoche no habían recibido constancia del fallo, darán mañana una conferencia de prensa en la que anunciarán si aceptan la medida o la apelarán.
El ex embajador Carlos Alberto Ortiz de Rozas, cuyo linaje cuenta con lugar en el cementerio, preguntó qué ocurriría si Tertulia se montara “en el cementerio israelita, o en el británico”. Para Rozas, emparentado con el Restaurador de las Leyes, “un festival cultural puede hacerse en muchos lugares. Hay montones de familias que no quieren que sea perturbada la paz de los sepulcros. Si quieren hacerlo, que vayan a la Facultad de Derecho, a un lugar abierto. No nos oponemos a su realización”. El ex funcionario, uno de los firmantes de la acción de amparo, consideró “muy erróneo el lugar elegido, no es el adecuado. Ningún ruido tolera un muerto”.
Entre quince firmas de alcurnia, suscribieron al pedido de amparo Santiago Nazar de Anchorena, Juan José Cresto –director del Museo Histórico Nacional–, Juan Carlos Páez Garramuño y Betty Nelly Andrés de Levingston, hija del efímero presidente de facto Roberto Levingston. En la Asociación de Amigos del Cementerio la suspensión “ha sido acogida favorablemente”, dijo Horacio Savoia, su vicepresidente.
En varios cementerios de Europa y Estados Unidos se dieron conciertos, muestras de arte y representaciones teatrales sin que nadie abajo ni alrededor esbozara una queja. Para el “laberinto polifónico” se iban a localizar 40 parlantes de baja potencia en árboles y senderos. La idea era que el público no supiera de dónde venían esos sonidos, muchos rescatados del Archivo General de la Nación. Para la directora del festival, la propuesta de la obra “no es nueva ni irrespetuosa. El cementerio con sus políticos, poetas, escritores, músicos y hasta boxeadores es parte de la identidad que pertenece a toda la Nación”. Por eso, Casabé remarcó que “trabajamos con la preservación del patrimonio arquitectónico, desde la historia y no sobre la historia. Creo que tenemos el derecho, porque la historia es de todos”. Del otro lado habló Savoia, quien preguntó: “¿Cómo van a hacer hablar a Rosas con Eva Duarte o con Sarmiento? En la vida real nunca sucedió eso, puede llegar a perturbar la realidad histórica”.
Tertulia fue compuesta por el músico Nicolás Varchausky y el artista plástico Eduardo Molinari. “Además de juzgarlo como un proyecto de altísimo valor artístico, comprendimos que sus creadores, lejos de intentar resultar ofensivos, trabajan con respeto, comprendiendo la importancia simbólica del espacio elegido para su obra”, concluyó Casabé.

Informe: Sebastián Ochoa.

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En Recoleta seguirá reinando la paz de los cementerios.
 
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