Miércoles, 12 de abril de 2006 | Hoy
Una preceptora fotografió escenas de sexo con su novio en la escuela donde trabajaba y las mandó a revelar. El laboratorista divulgó las imágenes, que circularon entre los alumnos.
Por Carlos Rodríguez
Los protagonistas afirman que fue “una fantasía erótica de sábado a la noche, sin intención de hacerle mal a nadie”. Todo indica que lo que dicen es verdad, pero el encuentro de sexo explícito entre una joven preceptora y su novio, registrada por ellos mismos paso a paso, foto a foto, generó un escándalo que hace hablar a San Carlos de Bariloche. El affaire empalidece la fama del Llao-Llao. Es que el escenario elegido para la lección de anatomía fue una de las aulas de la Escuela Cooperativa Técnica Los Andes, donde trabajaba la chica, tal como lo certifican los carteles que aparecen en las fotos piel a piel de los dos. El encuentro íntimo dejó de serlo porque Alejandra –nombre de ficción de la preceptora–, cometió la ingenuidad de hacer revelar el rollo hot en una casa de fotografía del vecindario. Pueblo chico, infierno grande, el laboratorista quiso compartir su condición de voyeur con todo el mundo y las fotos, luego de caer en las manos de un alumno de 14 años de la misma escuela, fueron pasando de ojo en ojo, de mail en mail. El caso creció como bola de nieve, la preceptora tuvo que dejar el colegio, el chico también –dicen que por otros motivos–, y el laboratorista bocón fue acusado ante la Justicia.
“La acusación contra el que hizo conocer las fotos y atentó contra la privacidad de mi cliente es por facilitar la corrupción de menores dado que le dio las fotos a un chico de 14 años; éste es un delito contra la integridad sexual contemplado en el Código Penal”, explicó a Página/12 el abogado Alejandro Pschunder, que representa a la preceptora. La chica, de espaldas a las cámaras de TV, como en las fotografías íntimas, pero ahora vestida, aclaró qué es lo único que se puede ver en las fotos: “Es una relación (sexual) con mi novio, no hay menores”, ni participando ni presenciando lo ocurrido. La escuela pidió a la Justicia que investigue cómo se llegó a la difusión de las fotos, pero no hizo por ahora ninguna imputación penal contra la joven preceptora.
El suceso ocurrió un sábado por la noche, a fines de abril de 2005, en un aula de la escuela técnica. “Yo perdí mi trabajo por culpa de este señor del laboratorio”, corroboró Alejandra. Ella pudo entrar al colegio, fuera del horario habitual y en un día sin actividad docente, porque tiene las llaves del establecimiento. En la mira de Pschunder están dos laboratorios –pertenecerían al mismo dueño– ubicados sobre la calle Onelli, en Bariloche. El laboratorista involucrado, además de entregarle copias a Alejandra, se guardó un juego para él y lo repartió por toda la ciudad. Pschunder aseguró que “la primera copia la recibió un chico que iba al mismo colegio y que sería familiar de la persona que cometió el delito que atenta contra la intimidad de mi cliente”.
“El mismo chico, que tenía amonestaciones por mala conducta, intentó extorsionar a Alejandra, pero nosotros no vamos a iniciar ninguna acción contra él ni contra ningún menor”, aclaró el abogado. La preceptora recibió varias amenazas sobre la difusión de las fotos y las cosas se complicaron a comienzos de este año. El 27 de marzo la preceptora presentó su renuncia al cargo. Horas después llegó a la escuela la madre del primer chico que tuvo las fotos en su mano. Ella venía a quejarse porque a su hijo lo habían expulsado “por mala conducta reiterada”.
La mamá del chico dio su versión de los hechos al diario El Cordillerano, de Bariloche. “Un día me llaman de la escuela y me dicen que mi hijo había cometido una falta muy grave, ya que había enviado mensajitos a través del celular a una de las preceptoras y que en algún momento menciona el tema de unas fotos”, contó la mujer. Luego de hablar con su hijo decidió ir a la escuela, el 27 de marzo, y le mostró la foto a uno de los responsables del colegio: “A mi hijo lo echan y a esta preceptora no le dicen nada”, fue la frase que disparó la mujer.
La presidenta de la cooperativa que conduce la escuela, Mariana Cossutta, aclaró que al chico lo expulsaron “por otros motivos” y confirmó que a la preceptora no la echaron sino que ella renunció. “Hicimos una exposición ante la policía y una denuncia ante la Justicia” para que se investigue a los responsables de la difusión de las fotos. A la preceptora sólo le adjudican “una falta por haber ingresado fuera de hora al establecimiento y con una persona ajena a la institución”. Pschunder aseguró que Alejandra “no cometió ni está acusada por ningún delito; un irresponsable o un degenerado violó su intimidad”. El abogado concluyó expresando su enojo: “Hasta mis colegas me cruzan en Tribunales y me preguntan si no tengo más fotos. ¡No puede ser!”
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