El encuentro de lanzamiento de una nueva cámara empresaria del sector energético sirvió de marco para el reclamo de suba de tarifas por parte de las concesionarias y para las advertencias de los funcionarios sobre los riesgos que siguen aquejando al sector por falta de compromiso de los participantes privados. “No son suficientes los esfuerzos que se están haciendo para hacer sostenibles en el tiempo adecuados niveles de producción y de reservas de crudo y gas”, disparó Julio De Vido, ministro de Planificación, en lo que se asimiló como un subrayado de la alternativa que maneja el Gobierno de rescindir los contratos a aquellas concesionarias de yacimientos que no repongan reservas. Marcelo Mindlin, accionista principal de Edenor y flamante titular de la cámara recién nacida, reclamó “una recomposición de precios” de los servicios públicos como marco para posibilitar las inversiones en obras, operación y mantenimiento. La puja de ingresos, por lo visto, no se da sólo en el plano salarial.

Los organizadores habrán imaginado, seguramente, la reunión en el majestuoso Salón Versalles del Alvear Palace Hotel como un evento distendido, entre un sector empresario con proyecciones a convertirse en un núcleo influyente del capital nacional, y un gobierno que mira con buenos ojos ese propósito. La conjunción entre ambas intenciones no podía estar mejor plasmada que en la figura de Marcelo Mindlin, titular del grupo inversor Dolphin, reciente comprador del paquete de control de Edenor cuando Electricité de France decidió dejar estas tierras. Mindlin es uno de los empresarios caracterizados como “cercano al Gobierno”, al igual que otros hombres de negocios con apuestas en el sector que también integrarán la Ceade: Alejandro Ivanissevich, de Emgasud, y Eduardo Eskenazi, serán vicepresidente y tesorero en la nueva entidad.

Otro flamante integrante de la cámara es Alberto Taselli, hermano de Sergio, con mayor exposición mediática pero de quien se encuentra distanciado desde hace un tiempo. Más incomodidad, sin embargo, debe haber provocado a los funcionarios presentes la participación en el acto de José Luis Manzano, el ex ministro y gran operador menemista, vinculado al sector energético a través del fondo de inversión Ashmore. O la de Néstor Ick, que ostenta la titularidad de Edese como beneficiario de la privatización de la distribución eléctrica de Santiago del Estero en épocas del juarismo.

Semejante espectro no intimidó a Mindlin al momento de defender el propósito con el que se creó la Cámara de Empresarios Argentinos de la Energía: ratificar la importancia de la presencia del empresariado nacional en el desarrollo del país. “Acabemos con el mito de que los argentinos, si bien podemos manejar bancos, aviones, hospitales, empresas siderúrgicas y universidades, por alguna razón extraña no estamos capacitados para dirigir empresas de servicios públicos”, sostuvo. Aclaró sin embargo que este nuevo nucleamiento de empresarios locales “no busca desplazar a los capitales extranjeros”, sino que propone “un compromiso conjunto de ambos sectores”, apoyados por “un Estado que hoy tiene una notoria política de participación directa en inversiones y obra pública”.

Los mimos con el Gobierno, de todos modos, no dejaron de incluir un reclamo. Al balancear obligaciones y derechos de los concesionarios privados, Marcelo Mindlin reclamó que “las nuevas inversiones en obras, operación y mantenimiento tengan una rentabilidad razonable para las empresas del sector”, que se incluya “en el marco de una política de recomposición de precios”. Edenor, como otras distribuidoras privadas de energía eléctrica y gas natural, sostiene que el Gobierno tiene una deuda pendiente al no haber actualizado los valores del suministro residencial desde enero de 2002, cuando fueron pesificados y congelados.

El Gobierno ha venido relegando este ajuste, otorgando en cambio incrementos en el servicio a industrias, grandes comercios y hasta a grandes usuarios, en algunos casos, pero aún no ha definido un nuevomodelo tarifario ni de concesión. El debate permanece abierto y uno de los participantes en el mismo, Gustavo Simeonoff, titular de la Unidad Renegociadora de Contratos, seguía ayer con atención pero en silencio las palabras de Mindlin.

Daniel Cameron, secretario de Energía, habló después de Mindlin y denostó los malos augurios de quienes esperaban “la debacle, el desastre” del sector ante la supuesta incapacidad gubernamental de resolver el abastecimiento eléctrico y gasífero. De todos modos, reconoció que con este nivel de crecimiento del país “pueden aparecer riesgos en determinados momentos del 2007 y 2008 fundamentalmente, si el equipamiento que tenemos previsto que ingrese a generación (eléctrica) sufriera algunos retrasos”. Dicho esto, reclamó “responsabilidad respecto de la expansión de la generación” de “los grandes actores, porque creo que, hasta ahora, han venido un poco colgados de un Estado que va resolviendo cosas y me parece que se tienen que involucrar un poco más”.

Julio De Vido cerró el curioso acto empresario centrando su discurso en el problema de las reservas de petróleo y gas. “Las empresas deberán mejorar su nivel de inversiones y su tecnología para ampliar el horizonte de reservas actual”, afirmó, advirtiendo que “se tomarán todas las medidas que sean necesarias para incrementar la disponibilidad de crudo y gas que la economía requiere para seguir creciendo”. “Vamos a dar batalla para mejorar las reservas”, proclamó finalmente De Vido, imprimiendo tono épico a sus palabras, escuchadas por Alberto Guimaraes y Oscar Vicente, de Petrobras, y Adrián Perés, de Pan American Energy, entre otros.