SOCIEDAD › SE OCULTO EN UN EMBALAJE PARA DETENER A ESTAFADORES

El policía y su cajita sorpresa

Como no podían detectar quiénes eran los estafadores que desde hacía unos meses venían operando con cheques robados y falsos, al equipo de la sección Delitos Económicos de la policía mendocina se le ocurrió una idea digna de un festejo sorpresa de cumpleaños: una caja grande y dentro un policía. Así, cuando los estafadores, un hombre y una mujer, abrieran el inmenso paquete se llevarían la sorpresa de sus vidas. Eso fue lo que pasó: un oficial ayudante se introdujo en una caja de cartón corrugado, donde debería haber estado una hidrolavadora industrial que los delincuentes compraron con cheques falsos en un local de Godoy Cruz; esperó a que un flete retirara el producto, se subió, caja mediante, a la camioneta y cuando los “compradores” tomaron contacto con el paquete, el policía salió y los detuvo.

El insólito pero efectivo operativo ocurrió el jueves. Todo comenzó hace dos meses, cuando una banda, que al final estaba conformada por una mujer de 30 años y por un hombre de 31, se dedicaba a comprar electrodomésticos y artefactos varios con cheques falsos o robados. El modus operandi era sencillo: llamar al local donde estuviese el producto elegido, acordar la compra y avisar que el pago sería con cheques; acto seguido, el empleado o dueño del local, en este caso la ferretería López Princi, ubicada en Cervantes al 1800 de esa ciudad, pide el número de cuenta y corrobora que el cheque no es falso.

Así, el ferretero acordó con el falso cliente, hace una semana, enviarle al negocio mediante un flete un cheque por siete mil pesos, a cambio de la hidrolavadora industrial. El dueño del local llamó al Banco Patagonia, donde estaba inscripto el cheque, para corroborar los datos de la cuenta y descubrió que ese número pertenecía a otra persona y no a la que llamó al comercio para cerrar la operación. Allí, el titular de la ferretería se comunicó por teléfono con el verdadero dueño de la cuenta bancaria y éste le informó que, en San Juan, le habían robado la chequera.

El comerciante alertó a la policía y personal de Delitos Económicos de la Dirección de Investigaciones montó un operativo para sorprender a los estafadores, a quienes venían tratando de localizar. Ahí es donde aparece la idea de la caja y el oficial sorpresa. Uno de los agentes se escondió donde debía ir embalada la hidrolavadora, se subió la caja a un flete y se la envió al destino que indicaron los “compradores”.

“Los estafadores hacían todo por teléfono y correo electrónico, no daban la cara. No había forma de detectarlos. No sabíamos qué hacer y decidimos implementar esto”, relató a Página/12 el jefe de Delitos Económicos y uno de los padres de la idea, Roberto Valverde. “En la caja –contó el comisario– dejamos una abertura para que el oficial vea qué pasaba, y le dimos un handy, para que nos contara dónde estaba. En un momento del viaje, los estafadores llamaron al chofer del flete y cambiaron el rumbo. Llegaron hasta una casa abandonada y allí le dijeron que bajaran la caja, porque los esperaba otro vehículo.”

Cuando se iba a efectuar el cambio, se llevaron la gran sorpresa: del interior de la caja salió el policía y los detuvo. En segundos aparecieron otros efectivos que los habían seguido de cerca.

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