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Una nueva generación de drogas se suma a la batalla contra el sida

La droga fue presentada en la XIV Conferencia Internacional sobre Sida, en Barcelona. Impide la fusión del virus con la célula a la que ataca. Y evita el desarrollo de la enfermedad.

Llegó la tercera generación de medicamentos contra el VIH, los “inhibidores de fusión”: el primero de los fármacos que la integran, llamado T-20, saldrá al mercado en los próximos meses. El anuncio se efectuó en la XIV Conferencia Internacional sobre Sida, que se efectúa en Barcelona. El nombre de estos remedios obedece a que impiden la fusión del virus con la célula a la que ataca; bloquean la “cerradura” que el VIH debe abrir para penetrar en la célula. El T-20 fue ensayado con éxito en pacientes con sida avanzado, cuyos virus habían desarrollado resistencias a los cócteles ya conocidos. Como éstos, la nueva generación de antivirales consigue mantener el virus a niveles muy bajos en la sangre, evitando así los síntomas y transformando el sida en una enfermedad crónica. No llega a curar la enfermedad pero fortalece las posibilidades de reducir la infección por VIH a la condición de enfermedad crónica tratable.
El lejano punto de partida de la nueva generación de antivirales puede ubicarse en grupos tan distintos como las trabajadoras del sexo de Nairobi y los hemofílicos de Buenos Aires. En ambos casos, hace unos siete años, los investigadores se sorprendieron al hallar que parte de la población, pese a haber estado fuertemente expuesta al VIH –por sexo sin protección, en Nairobi; por transfusiones aún no controladas, en la provincia de Buenos Aires– no se habían infectado. ¿Por qué?
En realidad, en otros lugares del mundo se fue advirtiendo que algunas personas, muy pocas, habían tenido la fortuna de no infectarse pese a exposiciones reiteradas. Y, en algunos casos, esto pudo correlacionarse con la presencia de una mutación en el gen responsable de una partecita de la membrana de los linfocitos CD4: esa partecita se llama “receptor CCR5” y es uno de los lugares por donde el virus del sida penetra en esa célula. Es decir que el virus no entra en el linfocito como por una puerta abierta sino que, ante una puerta que en principio está cerrada, debe usar su “llave”, una parte de su propia estructura, para abrir la “cerradura”, el receptor CCR5.
En las personas con el receptor mutado, la llave no encaja bien y por eso tienen menos chances de infectarse. Y esto llegó a cuantificarse: el uno por ciento de la población caucásica (norteamericanos, europeos, gran parte de los argentinos) presenta esta mutación, que se eleva al tres por ciento en los escandinavos y, en cambio, prácticamente no se encuentra en negros y personas con sangre indoamericana.
Claro que esto abría perspectivas terapéuticas: si el virus necesita una llave para infectar, debiera haber una manera de bloquear esa cerradura o de cambiar su combinación, o de arruinar la llavecita. Puede decirse que el nuevo medicamento le arruina la llavecita al virus.
La proteína llamada “T-20” bloquea una proteína del virus, llamada gp41, que funcionaría como llave. En consecuencia, la fusión entre el virus y la célula no llega a producirse. Los científicos denominaron “inhibidores de fusión” a la generación de medicamentos así iniciada, que es la tercera. La primera fue la de los inhibidores de la transcriptasa reversa, como el AZT, que bloquean la enzima de ese nombre, necesaria para que el virus se reproduzca. La segunda generación es la de los inhibidores de la proteasa, que bloquean esta última enzima.
El T-20 viene ensayándose en Estados Unidos, Europa y Australia, sobre personas que padecen sida en estado avanzado. Ayer en la Conferencia, Bonventura Clotet, uno de los responsables del desarrollo del producto, destacó que “con el T-20 se ha conseguido una reducción importante de la infección viral, sobre todo en enfermos avanzados”, y precisó que “servirá sobre todo a personas que están en tratamiento y han desarrollado resistencias”.
Los investigadores admiten que el virus eventualmente puede también desarrollar resistencia al nuevo medicamento. Robert Siciliano, de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos, advirtió que “nunca será posible erradicar el VIH con antirretrovirales”. Pero esto no descarta al nuevo producto sino que lo incluye en la serie que hasta ahora se ha mostrado más eficaz para combatir el virus: sucesivas generaciones de medicamentos que pueden intercambiarse cuando se suscitan resistencias, manteniendo muy baja la cantidad de virus en la sangre y evitando que el sida se declare como enfermedad.
El T-20 fue desarrollado por los laboratorios Trimeris y Roche, y estará a la venta en Europa y Estados Unidos antes de fin de año.

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La apertura de la XIV Conferencia contó con una gran puesta en escena y una novedad científica.
El llamado T-20 fortalece la posibilidad de que el sida sea una enfermedad crónica tratable.
 
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